La Madre Tierra de los pueblos originarios y el
cambio climático.
De
cómo los pueblos nativos entienden la naturaleza y su profecía.
“Ya
no se habla de someter a la naturaleza, ahora hasta sus verdugos dicen que hay
que protegerla. Pero en uno u otro caso, naturaleza sometida y naturaleza
protegida, ella está fuera de nosotros. La civilización que confunde a los
relojes con el tiempo, al crecimiento con el desarrollo y a lo grandote con la
grandeza, también confunde a la naturaleza con el paisaje, mientras el mundo,
laberinto sin centro, se dedica a romper su propio cielo” escribe Eduardo
Galeano(1). El concepto de naturaleza de los pueblos originarios es bien
diferente: todo es una esfera de vida global.
AGIP,
una de las más importantes empresas petroleras, firmó un contrato en Marzo del
2001 con las comunidades Huaoraní de Ecuador, a las que, a cambio de ceder su
territorio para construir una plataforma petrolera, tender un ramal de
oleoducto y extraer crudo, se compromete a entregar a cada una de las seis comunidades
Huaorani, literalmente:
–
50 kilos de arroz.
–
50 kilos de azúcar.
–
Dos cubos de grasa.
–
Una bolsa de sal.
–
Un silbato de árbitro.
–
Dos balones de fútbol.
–
Quince platos.
–
Quince tazas.
–
Un armario con 200 dólares en medicinas en una única partida.
La
petrolera también acordó brindar a los indígenas un curso para promotores de
salud y entregarles una radio, una batería, un panel solar y 3.500 dólares para
construir un aula escolar (2).
Lógicamente,
la respuesta de algunos Huaoranis no se hizo esperar: cortaron las carreteras,
tomaron pozos petroleros y ocuparon el aeropuerto. Y es que las provincias no
tienen carreteras asfaltadas, ni energía eléctrica, y el noventa por ciento de
la población vive en condiciones de pobreza. Las compañías petroleras
pisoteaban sus derechos y los derechos del medio ambiente, el gobierno les
abandonaba, los misioneros cristianos trabajaban para socavar su cultura,
grupos ecologistas utilizaban a los Huaorani como peones en una batalla
mundial… y como se ha visto, muchos de los mismos Huaorani fueron incapaces de
resistir los sobornos(3).
Hace
no tanto, en el 2013, el presidente de Ecuador Rafael Correa incluyó en su
discurso el Sumak Kawsay (“Buen vivir” en lengua kichwa) para comprometerse a
respetar el medio ambiente y no tocar las reservas de crudo que hay en los
campos petroleros del Yasuní. A cambio, eso sí, pedía un fondo internacional de
2.700 millones para compensar la pérdida de ingresos. Las instituciones más
ricas del planeta apenas fueron capaces de prometer unos pocos millones. “El
factor fundamental del fracaso es que el mundo es una gran hipocresía”, dijo
Correa. Así pues, el presidente cambió su discurso, y en este caso, el Sumak
Kawsay no iba a dirigido al medio ambiente, sino a la erradicación de la
pobreza de las comunidades menos favorecidas.
Nada
dijo de las más de 400 millones de toneladas de CO2 (similar a las emisiones de
España en un año), del peligro para la biodiversidad existente (100.000
especies de insectos, 150 de anfibios, 121 de reptiles, 598 de aves y unas 200
de mamíferos, aparte de unas 3.000 de flora) y la salvaguarda de los derechos
de los pueblos indígenas que habitan en la zona, principalmente los
Huaorani(4).
Alegria
cusqueña, 2009. Maurizio CostanzoAlegria cusqueña, 2009. Maurizio Costanzo
¿Sirve
de algo un silbato de árbitro y un balón si no tienes tierras para jugar al
fútbol? ¿Sirve de algo el buen vivir si no tienes a la Pachamama de tu lado y
del lado de tu comunidad, algo que las generaciones que te precedieron
insistieron en conservar?
Y
aquí entra el concepto de ecología de los pueblos originarios.
“El
entorno no es independiente de nosotros; nos encontramos dentro de él, al igual
que él está dentro de nosotros; lo creamos y nos crea” explica claramente Davi
Kopenawa, un líder yanomami de Brasil. “Maxitari” es como los Yanomami llaman
al aliento del espíritu de la tierra. Y es que la Tierra, aseguran, respira. En
general, para los pueblos originarios, la naturaleza no es paisaje, no es una
propiedad, ni algo utilitario ni ajeno a ellos. La naturaleza está viva. El ser
humano es parte integrante de la Tierra. Y la Tierra y todo lo que contiene es
fuente de vida.
“Eloheh”
llaman los Cherokee a la Tierra, pero también significa historia, madre,
cultura, orgullo y religión(5).
“Pachamama”
es quizás el concepto más conocido. La palabra “pacha” viene de “paya”, que
significa dos; y “chama”, que significa fuerza. Dos fuerzas cósmico-telúricas:
lo visible (Pachamama) y lo invisible (Pachakama).
Explica
el filósofo Aymara Fernando Huanacuni Mamani: “Desde el pueblo aymara-quechua
la llamamos Pachamama (Madre Tierra), el pueblo mapuche dice Ñuke Mapu (Madre
Tierra), para los Ngobe Bugle de Panamá es Meyedobo (MadreTierra), para los
Urus que siempre han vivido sobre las aguas dirán Qutamam (Madreagua), que es
la que les generó vida y los hermanos de la Amazonía dirán Madre Selva en sus
respectivas lenguas. Pero ningún pueblo que guarda la sabiduría ancestral dice
simplemente tierra, o planeta, o medio ambiente, hay una relación de
familiaridad, de cariño, de saber que vive; más aún que es nuestra madre”(6).
“Odùa-Ilè-Àiyé”
o Madre Tierra, le llaman los Yoruba en oeste africano. “Amalur” es la Madre
Tierra en la lengua euskara de los vascos de Europa. En el Rig-veda, el texto
más antiguo de la India, también se presenta el concepto de la Tierra como
diosa madre.
Bartu and Friend, Suri Tribe.
Rod WaddingtonBartu and Friend, Suri Tribe. Rod
Waddington
La
película “Birdwatchers”(7) es un retrato conmovedor de la pérdida guaraní de
sus tierras. Cuando un colono que dice ser el propietario de las tierras se
enfrenta al líder de la comunidad, el hombre guaraní se inclina, coge un puñado
de tierra roja y empieza a comérsela. Con esta sencilla acción reivindica la
interconexión entre su tierra y su pueblo.
“Nosotros
los indígenas somos como plantas”, dijo la ya fallecida activista Marta
Guaraní. “¿Cómo podemos vivir sin nuestra tierra, sin nuestro suelo?”.
“He
ali‘i ka ‘āina, he kauwa ke kanaka”, “la tierra es el jefe, la humanidad su
sirviente”, dice un proverbio hawaiano. De acuerdo con el cántico antiguo de la
creación, el kumulipo, los hawaianos descienden directamente de la tierra.
En
la lengua de los Okanagan o Syilx en Canadá, esto se vuelve literal: la Madre
Tierra y el cuerpo son referidos con la misma raíz silábica.
También
los Mapuches en el sur de Chile son un claro ejemplo: “mapuche” significa
“gente de la Tierra”.
En
la lengua de los Kanak o Canacos en Melanesia, el cuerpo toma las categorías
del reino vegetal. “Kara” designa al mismo tiempo la piel del ser humano y la
corteza del árbol. La carne y los músculos, “pié”, refiere a la pulpa o al
carozo de las frutas. La osamenta del cuerpo se designa igual que el tronco de
un árbol, y también como los desechos de coral que aparecen en la playa. Los
aparatos internos del cuerpo llevan el nombre de un fruto de apariencia
parecida: los pulmones se parecen al kuni, los intestinos a las lianas(8).
De
parecida forma, la lengua euskara de los vascos tiene cinco divinidades que
corresponden a los cinco elementos naturales: la tierra, el agua, el aire, la
madera, el fuego. Estos principios de la cosmogonía proporcionan cinco raíces
léxicas que genera el vocabulario anatómico(9).
Traditional Woman. Lindsey
GTraditional Woman. Lindsey G
En
estos ejemplos se vislumbra otro tipo de ecosofía donde el cuerpo anatómico no
es un soporte o un límite que otorga una individualidad, sino que se confunde
con el mundo. El mismo cuerpo no se puede fragmentar en partes como hace
nuestra medicina, y tampoco se puede separar del mundo e incluso del cosmos.
Todo es una esfera de vida global. Un claro ejemplo es un término jotï o hotï
de la Amazonía venezolana, “jkyo jkwainï”, que se podría traducir como
“respetar, cuidar y amar todo lo que nos rodea por la conciencia de
interdependencia”(10). No se entiende al individuo como una totalidad o unidad
que tiene valor en sí mismo, porque impera la consciencia de la
interdependencia. La persona es biosfera.
Nuestra
sociedad en cambio tiene una noción de la historia como un proceso
civilizatorio en el que nos alzamos gradualmente por encima de la naturaleza.
En realidad, esto es un mito más, ya que la naturaleza no está fuera de
nosotros y nosotras, sino que es un continuo que surge a través de las acciones
de todos los agentes vivientes.
El
delicado equilibrio entre el ser humano y la naturaleza se ha mantenido durante
milenios debido única y exclusivamente a un respeto por sus límites. La
prudencia, la responsabilidad y la reciprocidad son, por tanto, requisitos
necesarios. Como dice ell activista Mike Koostachin “nos encontramos aquí por
la previsión de nuestros padres, y tenemos la obligación de tener consideración
por los que aún no han nacido”. Oren Lyons contaba que entre los Onandaga,
Iroqueses, “al caminar sobre la Madre Tierra, posamos siempre los pies con
cuidado porque sabemos que las caras de las generaciones futuras nos miran
desde abajo. Nunca las olvidamos”(11). Los penan de Malasia tienen incluso una
palabra que significa “nunca tomar más de lo necesario” y se dice “molong”(12).
Los
pueblos originarios tienen, por lo general, una huella ecológica muy pequeña,
pues han practicado formas de vida sustentables desde hace miles de años. Por
eso, han desarrollado un conocimiento muy profundo de su entorno, un entorno
que cada vez les parece más extraño. De hecho, son más vulnerables que nadie
frente a los cambios del planeta.
Los
Inuit del noroeste de Canadá informan sobre hielo marino menguante, inviernos
más cortos y veranos más calurosos, cambios en la capa subterránea de hielo
(permahielo) y aumento del nivel del mar, avistamientos en el norte de pájaros
que sólo se encuentran en el sur, menos nieve durante los meses más fríos del
año y menos mosquitos en verano. También se quejan de que no pueden confiar en
las habilidades tradicionales para leer el clima, algo imprescindible para
conocer las mejores fechas de cacería y de siembra y cosecha.
El
antropólogo Francesc Bailón destacó una palabra con la que nombran al cambio
climático: “uggianaqtuq”, una palabra en lengua inuktitut del norte de Baffin
que significa comportarse de forma inesperada, o de una manera desconocida.
Hoy, el clima es un viejo amigo que se ha vuelto raro.
When I grow up. Matthew
SharpWhen I grow up. Matthew Sharp
El
Monte Kilimanjaro de Tanzania, África, ya ha perdido el 82% de su cubierta de
nieve en los pasados ochenta años, mientras que el monte Kenia perdió el 92% en
un siglo. La expansión de mosquitos expande enfermedades, y las sequías hacen
peligrar el ganado.
Los
Yanomamis de la Amazonia brasileña informan de que las lluvias llegan tarde, el
sol se comporta de una forma extraña. Además, advierten que los países ricos
han quemado y destruido muchos kilómetros de selva amazónica, y la tierra se
está secando(13).
“No
habrá un fin del mundo” asegura el activista sioux Floyd “Red Crow” Westermann,
y advierte: “No se trata del fin del mundo, sino de nuestro fin. Y la tierra se
regenerará, porque tiene todo el tiempo del mundo.”
(1)
GALEANO, Eduardo. Úselo y tírelo. El mundo visto desde una Ecología Latinoamericana
(2)
http://www.ipsnoticias.net/2002/03/boletin-ambiente-ecuador-indigenas-burlados-por-compania-petrolera/
(3)
Para saber más: KANE, Joe. “Savages”
(4)
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/08/16/actualidad/1376649554_989809.html
(5)
EEDE, Joana. Somos uno, un homenaje a los pueblos indígenas.
(6)
http://www.culturande.org/Upload/20126413473Pachamama.pdf
http://www.survival.es/articulos/3248-suicidios-guaranies-impacto-en-la-psique-del-divorcio-entre-humanidad-naturaleza
(7)
https://www.youtube.com/watch?v=Nk0KQt75ZWU
http://www.nlm.nih.gov/exhibition/avoyagetohealth/pdf/LandandHealth.pdf
(8)
LE BRETON, David. Antropología del cuerpo y modernidad.
(9)
PEILLEN, Dominique. Symbolique de la dénomination des parties du corps humain
en langue basque.
(10)
https://www.academia.edu/8261357/
(11)
EEDE, Joana. Somos Uno, un homenaje a los pueblos indígenas.
(12)
http://www.context.org/iclib/ic29/davis/
(13)
http://www.survival.es/noticias/7910
http://assets.survivalinternational.org/documents/134/Survival_Informe_Cambio_Climatico.pdf
(14)
https://www.youtube.com/watch?v=7xe346hROnE
Fuente: Mito | Revista
Cultural