Una
pequeña fracción del presupuesto militar global podría salvar la biodiversidad
del planeta
Las
comparaciones entre presupuestos destinados a cosas distintas son muy
socorridas y a veces pueden caer en la demagogia, pero es difícil no ceder a la
tentación de imaginar cuántas cosas de provecho para toda la humanidad se
podrían hacer si una pequeña parte de la fuerte suma de dinero que se destina a
un capítulo como el gasto militar, sensiblemente reducible cuanto mayor sea la
paz en el mundo, se destinase a otro tan barato y tan provechoso para toda la
humanidad como la biodiversidad, un soporte de la salud y la subsistencia del
Ser Humano, a través de beneficios en la agricultura, la ganadería, la
investigación médica, la biotecnología, el progreso científico general y hasta
el turismo.
Un
cálculo de esta clase es el que se ha efectuado en una investigación realizada
por especialistas de la Universidad de Queensland en Australia, la Unión
Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, International Union
for Conservation of Nature), y la Wildlife Conservation Society (WCS) (Sociedad
para la Conservación de la Fauna y la Flora), con sede en Estados Unidos.
El
mundo necesita con urgencia un cambio drástico en la voluntad política y en la
financiación de la protección de la naturaleza a fin de que las zonas
protegidas puedan ejercer su plena capacidad de conservación de las especies,
así como desarrollar todo su potencial económico y social. Esta es una de las
conclusiones de la nueva investigación, presentada a través de la conocida
revista académica Nature.
Según
los autores del estudio, destinar entre 45.000 y 76.000 millones de dólares al
año para zonas protegidas (solo el 2,5 por ciento del gasto militar global
anual) podría ayudar a gestionar adecuadamente esas zonas, garantizando que su
contribución potencial al bienestar del planeta se alcance en su plenitud.
Muchas
especies amenazadas, como el elefante asiático, el tigre, y todas las especies
de rinoceronte, así como numerosas plantas, reptiles y anfibios, sobreviven
gracias a las zonas protegidas. Las zonas marinas protegidas bien gestionadas
contienen más de cinco veces la biomasa total de peces grandes y 14 veces la
biomasa de tiburones en comparación con las áreas de pesca.
"Las
áreas protegidas nos ofrecen soluciones para algunos de los retos más
apremiantes de hoy en día", destaca James Watson de la Universidad de
Queensland y la WCS, coautor del estudio, quien también denuncia que si la
situación actual no se corrige, muchas de tales zonas protegidas fracasarán en
sus objetivos.
Las
áreas protegidas son reductos de biodiversidad que se podrían salvar con una
pequeña fracción del presupuesto militar global. (Foto: Amazings / NCYT / JMC)
Según
los últimos datos, las áreas protegidas cubren alrededor del 15 por ciento de
la tierra y el 3 por ciento del mar. Sin embargo, los expertos advierten que a
pesar del aumento significativo de su cobertura durante el siglo pasado, esta
es insuficiente para que alcancen las metas globales, a seis años vista, de
proteger al menos el 17 por ciento de la tierra y el 10 por ciento del mar.
Muchos ecosistemas siguen teniendo una conservación pobre porque las zonas
protegidas no siempre incluyen las áreas más importantes para la biodiversidad.
Además,
la gran mayoría de las áreas protegidas existentes con buena ubicación no
tienen suficientes recursos como para ser eficaces, y algunos estudios han
encontrado que tan solo una cuarta parte de ellas son gestionadas con eficacia.
Las amenazas crecientes del cambio climático y el auge de la caza furtiva
aplican presiones adicionales a escala global sobre las zonas protegidas.
"Algunas
de las áreas protegidas más emblemáticas, como el Parque Nacional Galápagos de
Ecuador, están sufriendo una degradación significativa, en parte debido a la
falta de capacidad para gestionarlas con eficacia", denuncia el profesor
Marc Hockings, de la Universidad de Queensland, coautor del estudio.
La
nueva investigación también alerta de una inquietante y creciente tendencia en
los gobiernos, tanto de países desarrollados como subdesarrollados, a dar
marcha atrás en sus compromisos, mediante recortes de fondos y cambios de
políticas. Un análisis mundial reciente ha documentado 543 casos en los que se
redujo o eliminó el estatus de zonas protegidas.
Por
ejemplo, recortes recientes en el presupuesto para parques de Canadá han
reducido el gasto para conservación en aproximadamente un 15 por ciento. En
Uganda se están realizando trabajos de exploración y explotación de petróleo
dentro de muchas áreas protegidas. En Indonesia, en 2010, se emitieron permisos
para explotación minera dentro de 481.000 hectáreas de áreas protegidas. Un
santuario natural en Omán fue retirado de la lista de Sitios declarados
Patrimonio de la Humanidad después de que el gobierno redujera el tamaño de la
reserva en un 90 por ciento para permitir la extracción de petróleo y gas.
Una
de las cosas más tristes de esta situación es que, paradójicamente, las áreas
protegidas pueden generar ingresos económicos. En Ruanda, por ejemplo, los
ingresos económicos por visitas turísticas para ver los gorilas de montaña
dentro del Parque Nacional de los Volcanes es ahora la mayor fuente de divisas
extranjeras del país, recaudando 200 millones de dólares anualmente. En
Australia, el presupuesto de 2012-2013 para la Autoridad del Parque Marino de
la Gran Barrera de Coral fue de aproximadamente 50 millones de dólares
australianos, pero el turismo en esta fascinante área natural aportó más de
5.200 millones de dólares australianos a la economía de esa nación.
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