La
cabeza de este pájaro vale 3 veces más que el marfil.
El
ave se llama cálao de yelmo y su cráneo de queratina es apreciado por su rareza
y porque se puede tallar como el marfil; vive en Indonesia y Malasia
No
se destaca por ser la más bonita de las aves, pero sus peculiares
características la hacen víctima de un comercio ilegal del que poco se habla. Y
es que el cálao de yelmo (Rhinoplax vigil) , un ave de cerca de tres kilos que
vive en los bosques lluviosos de Asia oriental, tiene un curioso cráneo -que
incluye el pico- de queratina, que representa cerca del 11% de su peso.
En
otras especies de bucerótidos -hay más de 60 en África y Asia- el casco es
hueco, pero en ésta es sólido. El macho lo usa para combatir con otros machos,
y ambos sexos lo emplean como una herramienta para extraer insectos de los
árboles podridos.
El
cálao de yelmo vive en Indonesia y Malasia. En las islas de Sumatra y Borneo su
canto maníaco resuena en el bosque. Además de insectos, se alimentan de frutas
y nueces, y como se encargan de distribuir las semillas con sus deposiciones,
se los conoce también como los "agricultores del bosque".
Sus
alas extendidas pueden medir hasta dos metros. Tiene plumas blancas y negras y
un parche de piel desnuda alrededor de la garganta. Se dice que son cautelosos,
por eso es más probable escucharlos que verlos.
Ave
codiciada
Tienen
buenas razones para ser tímidos: miles mueren cada año a mano de cazadores que
los persiguen por sus cascos que luego venden a China. Entre 2012 y 2014, 1111
ejemplares fueron confiscados de manos de contrabandistas en la provincia
occidental de West Kalimantan, en Indonesia. El investigador Yokyok
Hadiprakarsa estima que cada año se matan a 6000 en el Este de Asia.
Al
casco, por el cual los cazadores están dispuestos a arriesgar una condena de
cárcel, se lo llama muchas veces "marfil". Es un material hermoso
para tallar, suave y sedoso al tacto, de un color amarillento.
Durante
cientos de años, era codiciado por los artesanos chinos que fabricaban con él
artefactos para los ricos y poderosos, y por los talladores de miniaturas
japoneses que hacían intrincadas figuras para las cuerdas de los kimonos de los
hombres. Muchos de estos objetos estuvieron de moda también en la Europa del
siglo XIX.
Tabú
Hay
algunos registros que muestran que a los grandes generales japoneses se les
regalaba marfil de cálao de yelmo, explica Noriku Tsuchiya, curador de la
sección de arte japonés del Museo Británico en Londres.
"Desafortunadamente
en el siglo XX, el cálao de yelmo fue desapareciendo por la caza y ahora el
comercio legal está limitado a las antigüedades certificadas". Pese a que
está prohibido, el comercio encubierto continúa, y este preciado marfil se
vende a más de US$ 6000 el kilo, tres veces más que el marfil de elefante.
La
matanza de elefantes y rinocerontes por sus cuernos en África está bien
documentada, pero la de esta ave suele pasar bajo el radar. "Si nadie
presta atención, este pájaro desaparecerá", advierte Hadiprakarsa.
El
cálao de yelmo ha tenido una importancia cultural por miles de años. Es la
mascota de Kalimantan Occidental y los pueblos Dayak de Borneo creen que el ave
transporta las almas de los muertos a la otra vida, actuando como mensajero
sagrado de los dioses. También consideran que es un ejemplo de fidelidad y
constancia en el matrimonio. Matarlo es tabú.
Doble
amenaza
Pero
no sólo la caza amenaza a esta criatura que se reproduce a ritmo lento: su
hábitat está bajo presión. Con el aumento por el apetito por el aceite de palma
en Occidente se están reduciendo los bosques lluviosos.
Investigadores
de la Universidad Nacional de Singapur estiman que Borneo y Sumatra están
perdiendo cerca del 3% de bosques por año. Como resultado, el cálao de yelmo
"está considerado casi amenazado, y debería ser cuidadosamente monitoreado
en caso de que se reduzca su población", señala la Unión Internacional
para la Conservación de la Naturaleza.
Así,
el ave enfrenta dos enemigos: su cabeza está en riesgo por culpa de los
talladores de marfil y su hogar, por los productos de aceite de palma.
A diferencia de otras aves, el cráneo del cálao de yelmo es macizo |
Cortesía: La Nación
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