EDITORIAL
NO
PERMITAMOS QUE DUARTE SE NOS DILUYA.
La
costumbre de privilegiar las fiestas carnavalescas por encima de las que
amerita la efemérides de la Independencia, poco a poco va tornando a Duarte en
una figura de recordación episódica. ! Qué pena!
Duarte no puede ser
jamás una figura de recordación episódica.
Digamos,
de pensar en él solo un 26 de enero o un 27 de febrero cada año.
Su
obra cumbre no se detuvo únicamente en el grito de Independencia. Todavía es
una tarea pendiente de cada uno de nosotros.
Su
ideario por igual, sigue siendo tan actual y tan pertinente como antes.
Martí
y Máximo Gómez, en Cuba, o Bolívar; en toda Sudamérica, son hombres del
presentes.
Sus
ideas se transmiten y cobran vida en los labios y en las conductas ciudadanas
de los hombres y mujeres de esos países.
Es
un orgullo vivir con sus idearios y repetir a cada momento sus frases más, gloriosas, sus pensamientos más
luminosos.
Con
Duarte, sin embargo, no ocurre lo mismo. No es, ni siquiera en aquellos
momentos en que pareciera que su obra, o sus anhelos patrióticos, se cumplen o
se plasman en el progreso y en la afirmación de nuestra identidad nacional.
Ahora,
para colmo, su figura se pierde en el espíritu y el ánimo festivo de los
carnavales.
La
Independencia, como efemérides, es menos celebradas y esperada aquí que como la
reciben los norteamericanos el 4 de julio o los franceses, diez días después.
Listín
Diario quiere ayudar a invertir este bajo nivel de entusiasmo y de devoción.
Por
eso invita calurosamente a todos los lectores, a todos los dominicanos, a hacer
valer su dominicanidad. A sentirse orgulloso de Duarte. Y darle a nuestro Padre
de la Patria el lugar señero que él se ha ganado en nuestros corazones.
ÉL ES EL
GRAN ROSTRO DE LA DOMINICANIDAD.
Lunes 26 de febrero 2001.
Seccion: Editorial.
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