Resucita
un bosque arrasado en la Guerra de Vietnam.
El
manglar Can Gio era un desierto de arena y sal por los defoliantes que le
lanzaron en la guerra
El
bosque de manglar de Can Gio en Vietnam quedó convertido en un desierto de
arena y sal por los defoliantes usados en la guerra, pero volvió a la vida
gracias a la reforestación. (EFE/Eric San Juan)
.
Ciudad
Ho Chi Minh, Vietnam - El bosque de manglar de Can Gio, convertido en un
desierto de arena y sal por los defoliantes usados durante la guerra de
Vietnam, ha vuelto a la vida gracias a un programa de reforestación y la
atención de sus cuidadores.
"La
biodiversidad actual es casi la misma que antes de la guerra. Esto era difícil
de pensar cuando comenzamos a replantar en 1978: las 40,000 hectáreas del
bosque eran un desierto y apenas quedaba un árbol en pie", rememora Le Duc
Tuan, secretario ejecutivo de la reserva de la Biosfera de Can Gio, reconocida
por la UNESCO por su alto valor ecológico.
Este
bosque pantanoso en el que se mezclan agua dulce y salada y donde conviven 700
especies animales ejerce de pulmón para Ho Chi Minh (antigua Saigón), situada
apenas a 50 kilómetros y la urbe más poblada del país con siete millones de
habitantes, al tiempo que la protege ante la subida del nivel del mar.
Peces,
moluscos y crustáceos pueblan sus aguas y coexisten con reptiles, aves y
mamíferos, como los macacos, hasta hace poco confinados en una zona adecuada
para el turismo y hoy presentes en casi todo el bosque.
Durante
la contienda, los guerrilleros comunistas del Viet Cong construyeron una base
en la reserva natural y Estados Unidos, para deshacerse de ellos roció la zona
con 2.4 millones de litros de Agente Naranja y 1.5 millones de litros de otros
defoliantes menos potentes entre 1965 y 1970.
"Después
de la caída de Saigón en 1975, el gobierno municipal estaba decidido a
recuperar los espacios verdes y especialmente Can Gio, que es el más grande. En
los tres primeros años se replantó a un ritmo de 4.000 hectáreas al año;
elegimos una variedad de árbol particularmente resistente y que crece con
facilidad", recuerda Le Duc Tuan.
El
Gobierno reclutó a jóvenes voluntarios para ir a la provincia de Ca Mau, 400
kilómetros al sur de Ho Chi Minh, para recolectar las simientes.
"Traíamos
2.000 toneladas todos los años desde los manglares de Ca Mau. Se tardaba dos
semanas en ir en busca de las semillas y volver", afirma el científico,
que apenas tenía 23 años en aquel entonces.
A
partir de 1981, el ritmo de replante bajó a 2,000 hectáreas anuales y en 1990
incluyeron otras especies para aumentar la biodiversidad.
En
el año 2000, se dio por finalizada la reforestación, el mismo año en que la
UNESCO reconoció Can Gio como reserva de la biosfera.
El
mayor reto de los guardas forestales es ahora reducir la densidad del bosque
para permitir que los árboles crezcan hasta alcanzar su altura máxima, de unos
30 metros.
"En
los primeros años plantamos mucho porque no sabíamos cuántos árboles
sobrevivirían y la prioridad era revivir el bosque. Pero después tuvimos que
sacrificar árboles cada cinco años para permitir el buen desarrollo del resto,
no había espacio para todos", explica Le Duc Tuan.
El
científico lamenta que en los últimos años los esfuerzos de las autoridades
para mejorar el bosque han disminuido y se han abandonado las talas
controladas.
"El
gobierno municipal nos pidió que esperáramos, que quizá el problema se resolvía
de forma natural con las talas ilegales", revela el científico.
Otra
de las amenazas es la progresiva invasión de especies de árboles provenientes
de otros manglares situados en las costas de Malasia o Filipinas.
"Con
la subida del nivel del mar, muchas semillas de esos países terminan
expandiéndose por el océano y llegan a Vietnam, de la misma manera que semillas
vietnamitas llegan a otras costas. Quizá en el futuro todos los manglares del
mundo sean iguales", vaticina.
Pese
a estos problemas, Le Duc Tuan se muestra satisfecho con la evolución de la
reserva natural y se congratula al ver cómo los lugareños han aprendido a
cuidar de ella, conscientes de que es una gran fuente de riqueza.
El
responsable de la biosfera espera que el ejemplo de Can Gio sirva para
conservar otros manglares del país muy deteriorados por el desarrollo
incontrolado.
Según
datos del Gobierno, sólo sobreviven en Vietnam 157,000 de las 400,000 hectáreas
de manglar con que contaba el país en 1943.
FUENTE:SCIENCE
No hay comentarios:
Publicar un comentario