domingo, 1 de junio de 2014

CIENCIAS AL DÍA:


Resucita un bosque arrasado en la Guerra de Vietnam.

 
El manglar Can Gio era un desierto de arena y sal por los defoliantes que le lanzaron en la guerra
El bosque de manglar de Can Gio en Vietnam quedó convertido en un desierto de arena y sal por los defoliantes usados en la guerra, pero volvió a la vida gracias a la reforestación. (EFE/Eric San Juan)
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Ciudad Ho Chi Minh, Vietnam - El bosque de manglar de Can Gio, convertido en un desierto de arena y sal por los defoliantes usados durante la guerra de Vietnam, ha vuelto a la vida gracias a un programa de reforestación y la atención de sus cuidadores.
"La biodiversidad actual es casi la misma que antes de la guerra. Esto era difícil de pensar cuando comenzamos a replantar en 1978: las 40,000 hectáreas del bosque eran un desierto y apenas quedaba un árbol en pie", rememora Le Duc Tuan, secretario ejecutivo de la reserva de la Biosfera de Can Gio, reconocida por la UNESCO por su alto valor ecológico.
Este bosque pantanoso en el que se mezclan agua dulce y salada y donde conviven 700 especies animales ejerce de pulmón para Ho Chi Minh (antigua Saigón), situada apenas a 50 kilómetros y la urbe más poblada del país con siete millones de habitantes, al tiempo que la protege ante la subida del nivel del mar.
Peces, moluscos y crustáceos pueblan sus aguas y coexisten con reptiles, aves y mamíferos, como los macacos, hasta hace poco confinados en una zona adecuada para el turismo y hoy presentes en casi todo el bosque.
Durante la contienda, los guerrilleros comunistas del Viet Cong construyeron una base en la reserva natural y Estados Unidos, para deshacerse de ellos roció la zona con 2.4 millones de litros de Agente Naranja y 1.5 millones de litros de otros defoliantes menos potentes entre 1965 y 1970.

"Después de la caída de Saigón en 1975, el gobierno municipal estaba decidido a recuperar los espacios verdes y especialmente Can Gio, que es el más grande. En los tres primeros años se replantó a un ritmo de 4.000 hectáreas al año; elegimos una variedad de árbol particularmente resistente y que crece con facilidad", recuerda Le Duc Tuan.
El Gobierno reclutó a jóvenes voluntarios para ir a la provincia de Ca Mau, 400 kilómetros al sur de Ho Chi Minh, para recolectar las simientes.

"Traíamos 2.000 toneladas todos los años desde los manglares de Ca Mau. Se tardaba dos semanas en ir en busca de las semillas y volver", afirma el científico, que apenas tenía 23 años en aquel entonces.
A partir de 1981, el ritmo de replante bajó a 2,000 hectáreas anuales y en 1990 incluyeron otras especies para aumentar la biodiversidad.

En el año 2000, se dio por finalizada la reforestación, el mismo año en que la UNESCO reconoció Can Gio como reserva de la biosfera.

El mayor reto de los guardas forestales es ahora reducir la densidad del bosque para permitir que los árboles crezcan hasta alcanzar su altura máxima, de unos 30 metros.
"En los primeros años plantamos mucho porque no sabíamos cuántos árboles sobrevivirían y la prioridad era revivir el bosque. Pero después tuvimos que sacrificar árboles cada cinco años para permitir el buen desarrollo del resto, no había espacio para todos", explica Le Duc Tuan.

El científico lamenta que en los últimos años los esfuerzos de las autoridades para mejorar el bosque han disminuido y se han abandonado las talas controladas.
"El gobierno municipal nos pidió que esperáramos, que quizá el problema se resolvía de forma natural con las talas ilegales", revela el científico.
Otra de las amenazas es la progresiva invasión de especies de árboles provenientes de otros manglares situados en las costas de Malasia o Filipinas.
"Con la subida del nivel del mar, muchas semillas de esos países terminan expandiéndose por el océano y llegan a Vietnam, de la misma manera que semillas vietnamitas llegan a otras costas. Quizá en el futuro todos los manglares del mundo sean iguales", vaticina.

Pese a estos problemas, Le Duc Tuan se muestra satisfecho con la evolución de la reserva natural y se congratula al ver cómo los lugareños han aprendido a cuidar de ella, conscientes de que es una gran fuente de riqueza.
El responsable de la biosfera espera que el ejemplo de Can Gio sirva para conservar otros manglares del país muy deteriorados por el desarrollo incontrolado.
Según datos del Gobierno, sólo sobreviven en Vietnam 157,000 de las 400,000 hectáreas de manglar con que contaba el país en 1943.
 
 
 
FUENTE:SCIENCE

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