viernes, 24 de junio de 2016

OPINIÓN


Visiones sobre el Caribe: lo mágico y lo sagrado. 


Por: Mu-Kien Adriana Sang


La historia del Caribe es la historia de las luchas de los imperios europeos contra los pueblos de la región para arrebatarles sus ricas tierras; es también la historia de las luchas de los imperios, unos contra otros, para arrebatarse posiciones de lo que cada uno de ellos había conquistado; y es por último la historia de los pueblos del Caribe para libertarse de sus amos imperiales… Juan Bosch, De Cristóbal Colón a Fidel Castro. El Caribe, frontera imperial.


Después del largo recorrido que hemos hecho a lo largo de estos meses acerca del pensamiento conservador, iniciamos un nuevo trayecto, también desconocido, inesperado e insospechado. Después de más de dos años leyendo, pensando y escribiendo sobre este Caribe tan especial, diverso, disperso y mágico, he comprendido muchas cosas.

Una de las mayores singularidades de este Caribe nuestro, es la condición de archipiélago. Somos islas, grandes las menos, pequeñas las más y algunas tan minúsculas que sorprende la existencia de vida en esos islotes. Esta característica geográfica, se suma a su estratégica ubicación en un mar que une las tres partes de América y que conecta con el viejo continente. Por esta razón, el Caribe se convirtió desde casi el inicio de la hazaña llamada descubridora, en un tesoro en bruto para los imperios en competencia. Y por eso, a partir del siglo XVI llegaron los ingleses, los holandeses y los franceses. Llegaron, comenzaron a ocupar, como si fueran suyos los terruños del archipiélago, convirtiéndolo en una singular Babel. Ocuparon, conquistaron e impusieron el cultivo del azúcar sustentado en el modelo de plantaciones. Trajeron esclavos desde África, llegaron los africanos y trajeron sus costumbres y creencias convirtiendo además la zona en tierra de mitos y leyendas. 

Esta realidad se convirtió en misterio para mí. Entonces busqué ensayos de investigadores que hubiesen pensado en el tema. Localicé así un interesante trabajo de Glodel Mezilas titulado “El Tiempo, la memoria y lo sagrado en el Caribe Colonial” [i]

Sostiene el autor que el mar Caribe fue el gran espacio donde se puso en evidencia y en práctica la violencia colonial. El mundo se ensanchó a partir de esas pequeñas islas, y las potencias se impusieron a partir de la violencia y la destrucción de las grandes poblaciones. Señala que cinco fenómenos están en la base de la formación histórica caribeña, a saber:

La matanza y genocidio de los conquistadores, provocándose un gran de-sequilibrio demográfico.

Comercio triangular entre Europa, África y América, bajo la hegemonía de los imperios europeos. Comenzó así el gran negocio de venta y compra de esclavos como mercancías para trabajar en las plantaciones.

El tercer fenómeno es el uso de manera abusiva de la mano de obra barata y cautiva. “La esclavitud da lugar a la formación de las sociedades de plantaciones en las Américas, especialmente el Caribe, donde destruyó, poco a poco las culturas importadas del continente negro.”[ii]

El cuarto fenómeno se refiere a los cruces culturales e imaginarios a partir de la llegada de los diferentes grupos étnicos. Un fenómeno, que según Mezilas, “conduce a la creación de un nuevo ente cultural sin raíces únicas.” [iii]
Y, el quinto fenómeno se refiere a la búsqueda de la libertad fuera de las plantaciones.

La llegada masiva de estos negros africanos que vinieron al Caribe a trabajar en condiciones de esclavos, no impidieron que estos construyeran, en la interacción cotidiana de un medio ambiente nuevo y en circunstancias muy diferentes a las que estaban acostumbrados, a construir su propia simbología que les permitía soñar con la libertad perdida debido a su condición de oprimidos y de explotados. Plantea el autor que los esclavos, denominados por él como “sujetos subalternos”, enfrentaron “subjetiva y ritualmente” su propia temporalidad en las plantaciones coloniales, haciendo uso de la memoria, “que les permitió pasar del tiempo profano al tiempo sagrado o mítico” [iv].  Podían soportar los vejámenes, el hambre y la explotación a través del “tiempo sagrado”, por eso vivían en una eterna ambivalencia temporal: el tiempo profano versus el tiempo sagrado. El primero era el de las plantaciones, el del dolor, la tristeza, la exclusión y el del trabajo duro. El segundo era el tiempo sagrado, el tiempo de la liberación, alegre, contemplativo y encantador. Es el momento de los cantos, de la música y las danzas. Era, como decía el autor, una ambivalencia ontológica, que les permitía existir y resistir.

El autor sostiene que la estructura vertical y racial de la sociedad, en la cual los negros estaban en la base y los blancos en la cúspide, y entre ellos los mestizos y mulatos, hizo que cada grupo tuviera valores distintos. Los esclavos-negros eran considerados como gente sin religión y sin valores culturales. “Cada uno representa una “humanidad” diferente según el código cultural en vigor. Esto revela que el orden colonial se basa en una contradicción de intereses: los amos defienden sus intereses y no toman en cuenta la situación de los esclavos. Los últimos reciben solamente algo para no morir de hambre” [v]

Los esclavos, sigue diciendo el autor, resistieron mediante sus propios imaginarios y sus simbolismos. Una forma de resistir al modelo impuesto de los conquistadores, sustentado en la religión dominante, tanto católica como protestante. Muchos no se resistieron únicamente con el mundo paralelo de ensueño creado por sus imaginaciones, sino con la insubordinación, como fue el caso de Mackandal, y prefirieron ser cimarrones a seguir una vida de exclusión y explotación.

Macandal. Makandal. Mackandal.  
Proteico como tus sonidos. Secreto 
y rehecho 
y revelado como las letras que te forman, nombre de los escondido y lo  
innombrable.  
Aquí estás por fin, atrapado en mis 
cuadernos. 
Espíritu de las dos tierras y los cuatro 
mares, 
de los mil vientos que te llevan y te traen 
de la existencia al no-ser, del fuego a los 
deslumbramientos de tu nada. (fragmento, Manuel Rueda)
El cimarronaje se convirtió en una forma de combatir al conquistador y sobre todo, en la búsqueda de la libertad absoluta. Por esta razón Mezilas define al cimarronaje como la sociedad de las víctimas en rebelión.

Los que se quedaron bajo el yugo de los amos coloniales, siguieron resistiendo con el tiempo de lo sagrado y lo mítico. Tanto utilizaron de ese tiempo, que invadió sus propias vidas cotidianas, porque el tiempo de lo sagrado era el único momento de ser, frente al tiempo de la nada y la deshumanización que enfrentar. Y como dice el autor: “Da sentido al flujo de la vida cotidiana… convierte a la vida en una fuente de alegría y de optimismo. Es el tiempo de lo puro frente al tiempo impuro de la esclavitud, [vi] en el cual los amos no tenían espacio, porque estaban excluidos. Era el tiempo de la alegría y el optimismo, por eso penetró en el tiempo de lo real, de su terrible  y dolorosa cotidianidad. Nos vemos en la próxima.


[i] Glodel Mezilas, “El Tiempo, la memoria y lo sagrado en el Caribe Colonial”, Reflexiones. Memoria 248. Localizado en internet.
[ii] Ibídem, p. 47
[iii] Ibídem
[iv] Ibídem
[v] Ibídem, p.49
[vi] Ibídem, p.53 - See more at: 


.Elcaribe.com.do

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