Ensayo acerca de las actividades político-literarias de los grupos culturales y los intelectuales dominicanos, durante la guerra civil y contra la ocupación militar de los Estados Unidos en 1965.
La guerra civil de Abril de 1965 y la participación de los escritores de la Generación del Sesenta en ella, abrió la puerta a las definiciones teórico-prácticas con las que se llevó la poesía a nivel de compromisos con la cotidianidad y los intereses políticos-ideológicos de una parte de los escritores dominicanos. El medio organizacional para cumplir con esos fines fueron los grupos literarios, y la competencia entre ellos el reflejo vulgar de las líneas partidarias de la época.
La poesía de sus integrantes fue el compromiso social «la conocieron después de los escombros. /Por el hijo que estuvo. /Y no aparece, / por la sangre que tiñe las aceras. / Por el intenso olor a pólvora quemada» (Pedro Caro, Conocimiento de la Ciudad).
Aquella consigna de “Unidad!”, surgida en la guerra, y el interés en la prevención de los niveles de “esclarecimiento” alcanzados en 1965, fueron parte del motivo del surgimiento de los grupos y su objeto “la formación de la conciencia de la literatura como un oficio; y la imprescindible formación teórica para ejercerla,..(Enrique Eusebio, Bloque No.2). El primer agrupamiento en aparecer fue La Máscara (1965), integrando a poetas de la clase media conservadoras (véase Tony Raful, «Lo Social en la poesía dominicana), y dirigida por Héctor Díaz Polanco, Aquiles Azar y Lourdes Billini. Otros grupos aparecieron en las provincias como reflejo natural de los que surgían en la capital de la República: Admiversa (dirigida por Mora Serrano), y Escritores del Cibao, por ejemplo.
A fines de 1965, encabezados por Miguel Alfonseca y Ramón Francisco e integrados por Iván García, Enriquillo Sánchez, René del Risco y Marcio Veloz Maggiolo, surgió El Puño, y su formación anunciada en la revista Testimonio Número 17, de enero de 1967. Rafael Julián en Bloque No.2, lo señala como el más digno de estudio y del cual se esperaba mayor permanencia, producto de un fenómeno social jamás visto en nuestro país: la Revolución de Abril, como un desprendimiento de El Puño y reagrupamiento de escritores que no estaban vinculados a grupos, surgió La Isla (1966); con ese nombre se intentaba romper con el aislamiento de los dos los pueblos que ocupaban “La Española” (Haití y República Dominicana). Dirigido por Antonio Lockward Artiles e integrado por Fernando Sánchez Martínez, Pedro caro, Wilfredo Lozano, Jimmy Sierra, Andrés L. Mateo, y Rutinel Domínguez. En a1967, influenciado por los poetas de El Puño y La Isla, apareció La Antorcha, dirigida por Mateo Morrison, Enrique Eusebio, Rafael Abreu mejía, Soledad Álvarez y poetas que habían pertenecido a los grupos anteriores. Este último grupo se constituyó en el núcleo principal de lo que luego se llamaría La Joven Poesía Dominicana. Muchos de estos poetas también formaron parte Del Movimiento Cultural Universitario.
En cuanto Al Bloque de Jóvenes Escritores, el último de importancia en aparecer (1973), este trató de romper el aislamiento, y la desintegración de los agrupamientos anteriores, así como impulsar una actividad literaria Fecunda. El Bloque, fue dirigido por Rafael Julián, Mateo Morrison, Antonio Lockward Artiles, Héctor Amarante, Rafael Abreu Mejía y Diógenes céspedes.
Todos los grupos, con excepción de La Máscara, fueron influenciados por las ideas socialistas, la solidaridad con las luchas antiimperialistas y el partidismo de izquierda de los años sesenta y principio de los setenta. Para 1974, ya habían desaparecido dando paso a una a nueva generación en la poesía dominicana: La Joven Poesía Dominicana.
NARRATIVA DOMINICANA: LA MÁSCARA
En los últimos meses de 1965 se organizaron en la ciudad de Santo Domingo, los grupos literarios La Máscara y El Puño. El primero, integrado por intelectuales de “la clase conservadora”, y el segundo por “revolucionarios”. Se da por cierto que La Máscara fue la primera agrupación cultural y literaria después de finalizada la guerra. Sus integrantes fueron principalmente, Héctor Díaz Polanco (teórico de la agrupación), Lourdes Billini y Aquiles Azar, y su principal aporte el impulso de la cuentística dominicana.
La Máscara nace en la época en que la “poesía salio de la trinchera y se refugio en el piano bar, los cinematógrafos y las piernas de las oficinistas” (Alexis Gómez, Antología de Franklin Gutiérrez), y en la que el tema urbano “va a constituir la fuente primaria de inspiración”. Sus integrantes y los que luego van a formar otros grupos, son “muchachos nacidos y educandos en la ciudad, estudiantes universitarios, activistas políticos, militantes de partidos revolucionarios, o simplemente profesores, actores, publicistas”. (Antología de José Alcántara Almanzar)
Aquiles Azar, principal de La Máscara (Bloque No. 2), dice de su nacimiento lo siguiente. “La Máscara, agrupación que nació debido a una necesidad en el año 1965; un grupo de jóvenes se reúnen tentativamente una primera, segunda y hasta tercera vez para dejar constituida dicha agrupación”. El nacimiento de El puño y luego La Isla “despierta un gran interés en que la trayectoria la dirige el grupo “La Máscara”. Este es el grupo que inicia y patrocina toda una serie de movimientos de índole cultural”. (Véase entrevista en Cada Uno Dios, de Clodomiro Moquete)
El objetivo de La Máscara, era la “búsqueda y descubrimiento de valores en todos los campos y las artes”, realizaban exposiciones de pintura, presentaban obras de teatro, conferencias sobre aspectos culturales, cursillos de música (los de “apreciación musical” de Don Julio Ravelo iniciados en el 1966, celebrados en su casa, fueron iniciativa de la agrupación), de literatura y los concursos de cuentos, auspiciados por E. León Jiménez (1966-1971), que abrieron las puertas a los narradores de los Sesentas.
Su primer concurso de cuentos fue convocado en agosto de 1966 y ganado por Miguel Alfonseca, René del Risco, Enriquillo Sánchez, y Abel Fernández Mejía, Armando Almanzar, y Rubén Echavarría. Todos, menos Fernández Mejía, eran miembros del grupo cultural El Puño, el cual mantuvo debates y “competencia” con La Máscara. El jurado fue integrado por el profesor Juan Bosch, Máximo Aviles Blonda y Héctor Incháustegui Cabral.
Las razones de la desaparición de La Máscara, guarda relación, para Rafael Julián, con la falta de intereses comunes, y por estar la agrupación formada por “pequeños burgueses”. Para Aquiles Azar fue “la falta de elementos y de personas que quisieran continuar la labor que dicha agrupación empezó” la que puso fin en 1972 a la agrupación.
La Máscara, al igual que las demás organizaciones de la época, fue afectada por el “subdesarrollo económico” que implicaba, a decir de Rafael Julián, una ausencia de tradición institucional, lo que impedía que en el país se desarrollara el espíritu de corporación. La Máscara, y sus famosos concursos de cuentos, fue la academia donde muchos de los narradores de hoy aceptaron ser evaluados y publicados. El desarrollo de la cuentística es el aporte fundamental de la agrupación cultural y literaria La Máscara.
REVOLUCIONARIOS Y POESÍA: EL PUÑO
La agrupación El Puño surgió a finales de 1965 imitando a los novelistas del Boom (véase a Carlos E. Deive), y sus integrantes mas importantes los fueron Ramón Francisco, (guía del grupo), Miguel Alfonseca, Armando Almánzar, Rafael Vásquez, Iván García, Antonio Lockward Artiles, Rene Del Risco Bermúdez, Enriquillo Sánchez, Y Marcio Veloz Maggiolo.
El Puño fue en sus posiciones sumamente contestatario y desde su fundación, vinculado con el movimiento revolucionario, de los primeros en denunciar la dictadura que se había iniciado en 1966: “ahora quieren imponer el bozal/ los que pidieron la muerte/ los que pidieron el degüello de retoños.../Los que furiosos crispaban como anciana hojarasca/ porque al amanecer después de las matanzas/ se oía el canto ronco de los hombres,/.../ esos ahora quieren imponer el silencio”. (Miguel Alfonseca. A los que tratan de imponer el bozal).
En aquellos tiempos sus integrantes no eran muy conocidos; eran personas “que, aunque con mucho talento, carecían de formación en las ciencias sociales. La mayor parte... ni siquiera eran profesionales. No conocían las leyes que rigen el proceso social e histórico. Su trayectoria política, pura y limpia, la habían agotado por intuición y por pasión juvenil” (Rafael Julián. Bloque No. 2). Eran revolucionarios y algunos vinculados a organizaciones socialistas, y como tales influenciados por las luchas políticas de posguerra.
Publicaban la Colección El Puño dirigida por Iván García y Miguel Alfonseca, en la que aparecieron Hotel Cosmos, cuentos de Antonio Lockward, La Guerra y los Cantos, poemas de Miguel Alfonseca, y se llego a anunciar El jubilo de la sangre, de René del Risco, así como la novela Demasiado lejos, de Iván García. El objetivo de la colección era la de “publicar las creaciones de los jóvenes escritores dominicanos desconocidos aun por una gran parte de nuestro pueblo”. Esos escritos representaban “una visión, un panorama de nuestra época desde una generación comprometida con su tiempo y con su pueblo” (la Guerra y los cantos de Miguel Alfonseca).
Su desintegración fue producto de las disidencias internas, provocadas por las “concepciones disímiles” de sus miembros “sobre el papel que debe cumplir la literatura y el arte en general” (Rafael Julián. Bloque No. 2), y por las divisiones iniciadas en el Movimiento 14 de Junio, Movimiento Popular Dominicano, y otras organizaciones revolucionarias. El Puño desaparece, dice Rafael Julián, porque de “sus miembros, unos se convierten en peones del imperialismo norteamericano y de la alta burguesía criolla mediante la publicidad; otros, los menos, se dedican a la docencia universitaria, al ejercicio de sus profesiones y al periodismo”
Del fraccionamiento surgió como desprendimiento del El Puño, el grupo La Isla dirigido por Antonio Lockward quien encabezaba el ala radical de la organización. El puño fue el grupo “mas digno de estudio, y el único del cual se esperaba mayor permanencia. En primer lugar, porque se nutrió de personas con iguales antecedentes políticos; y en segundo lugar, porque fue el producto de un fenómeno social jamás visto en nuestro país: la revolución de abril. Sin embargo, con este grupo cultural vamos a ver que después de expirado el momento patriótico, la individualidad de cada ciudadano (en este caso cada artista), con sus flaquezas, necesidades, debilidades y resabios ideológicos” lo llevo a su desaparición.