Lamentablemente, vivimos en un momento en el que lo que no puede medirse en dinero no cuenta. Si uno dice que el valor de una obra de arte, un resto prehistórico o una especie animal es incalculable, el interlocutor entenderá que no vale nada. Hace unos años me robaron un portafolios donde guardaba el manuscrito de un artículo y muchos datos sobre otros. Cuando la Policía me preguntó por su valor lo estimé en meses de vida, y en consecuencia anotaron: “Sin valor contable”.
Por eso los científicos de la conservación se esfuerzan por estimar en dólares la valía de los servicios que prestan la fauna y la flora. Algunas aproximaciones son curiosas. Por ejemplo, ¿cuánto nos ahorran los escarabajos peloteros? Ya saben que se alimentan de estiércol y hay muchos tipos. Algunos son auténticos peloteros, pues hacen bolas que transportan rodando y las entierran tras depositar en ellas su huevos, para que las larvas tengan alimento al nacer.
Otros no fabrican pelotas, sino que comen y depositan la puesta directamente en la boñiga de las vacas u otros animales. Pero todos procesan las heces, y al hacerlo mejoran la calidad del pasto, reciclan el nitrógeno y eliminan las condiciones para que proliferen moscas y parásitos. En Estados Unidos hay aproximadamente un millón de cabezas de ganado mayor, y cada una genera unos 9.000 kg (o 21 metros cúbicos) de residuos sólidos por año. Habrían cubierto el país si no se retiraran, y los escarabajos tienen mucho que ver en ello. Tres cuartas partes de esas cabezas pastan en el campo, donde pueden vivir escarabajos (el resto lo hacen estabuladas y hay que limpiar sus heces).
Desafortunadamente, sin embargo, una porción significativa de las vacas es tratada con antiparasitarios que a través de los excrementos matan a los coleópteros coprófagos. Precisamente eso ha permitido la comparación: en pastos de California donde viven vacas tratadas, una boñiga tarda en promedio 28 meses en desaparecer, mientras que en tierras adyacentes donde las vacas no son tratadas, y por tanto hay escarabajos, sólo dura 22 meses.
A partir de estos datos se ha estimado que las “pérdidas evitadas” gracias a los coleópteros son, en Estados Unidos, cercanas a los 380 millones de dólares anuales, de los que 120 corresponderían a la mejora del propio pasto, unos 60 al reciclado del nitrógeno, y 200 a la reducción de moscas y parásitos. Ahora que se habla tanto de reducir gastos, ¿habrá pensado alguien en los escarabajos peloteros, en lugar de obsesionarse con los recortes?
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