América Latina
y el período histórico actual (I)
Por: Emir Sader
La crisis hegemónica se prolongará por un buen tiempo en el continente, entre el viejo mundo ya superado, pero que insiste en sobrevivir, y un nuevo mundo que está luchando para nacer –el de los gobiernos post neoliberales. Las próximas elecciones –en particular en Brasil, Bolivia, Uruguay y Argentina– definirán si estos gobiernos constituyen un paréntesis en la larga serie de gobiernos conservadores o si se consolidarán en la profundización y construcción de alternativas.
1. El período histórico actual fue
inaugurado por la confluencia de tres virajes, todos de carácter regresivo:
El paso de un mundo bipolar a un
mundo unipolar bajo la hegemonía imperial de América del Norte.
El paso de un ciclo de expansión del
capitalismo a un largo ciclo recesivo.
El paso de la hegemonía de un modelo
regulador (keynesiano, de bienestar social, o como se quiera llamar) a un
modelo neoliberal, desregulador, de libre mercado.
El triunfo del bloque occidental bajo
la dirección norteamericana llevó, después de muchas décadas, a un mundo
unipolar, con una indiscutible hegemonía de una superpotencia y la derrota y
desaparición de la otra gran potencia, algo que nunca antes había experimentado
el mundo.
Toda la función de freno y control
sobre la expansión imperial de los EE.UU. dejó de existir. Fueron entonces
posibles las guerras de las últimas dos décadas –algunas llamadas “guerras
humanitarias”, que violaron flagrantemente la soberanía de los países, lo que
no ocurría desde el final de la Primera Guerra Mundial.
El surgimiento de un mundo unipolar
permitió el dominio militar y económico del bloque occidental y, en particular,
de los EE.UU. Pudieron así ampliar la economía de mercado en áreas
insospechadas, como China, Rusia y Europa del Este.
La unipolaridad permitió incorporar a
la Unión Europea y a la OTAN a países que antes eran miembros del Pacto de
Varsovia. Se configura un sistema mundial único, en el plano económico,
político y militar bajo dirección norteamericana. Un único imperio mundial, aun
con las contradicciones y conflictos internos, reina en el mundo. Las guerras
se suceden desde el bloque dominante en contra de las áreas de resistencia a su
dominación como Yugoslavia, Irak, Afganistán.
El paso del ciclo largo de expansión
–el de mayor desarrollo capitalista, lo que Eric Hobsbawm ha caracterizado como
la “edad de oro” del sistema– hacia el ciclo largo recesivo trajo importantes
consecuencias. Aquel ciclo significó la convergencia de los tres vectores
fundamentales de la economía mundial –los EE.UU. (con Alemania y Japón
creciendo a medida que los EE.UU., fenómeno único), las economías socialistas y
la periferia (como México, Argentina y Brasil). Durante esa convergencia se
alcanzó la mayor tasa de crecimiento de la economía mundial. También fue el
período de consolidación de la hegemonía económica norteamericana y del bloque occidental.
La transición a la recesión luego del
ciclo de expansión, no solo significó la disminución en las tasas de
crecimiento, sino también la sustitución del tema central del período anterior
–el crecimiento económico– por la estabilización. Se pasó de una fórmula
desarrollista a una conservadora. Al mismo tiempo se introdujo el concepto de
la “ingobernabilidad” como temática central. Esto expresaría la contradicción
entre las condiciones de producción y las demandas de la economía, reflejado en
el ciclo largo recesivo y como expresión de los derechos negados a lo largo de
las décadas de expansión económica.
Este conflicto (entre las condiciones
de producción y las demandas de la economía) fue también responsable de la
aparición de las crisis inflacionarias, especialmente en la periferia. Fue en
esta coyuntura en que el FMI emergió con préstamos a cambio de onerosas cartas
de intenciones, que imponían duros ajustes fiscales y preparaban el camino para
minimizar el papel del Estado y aplicar las políticas neoliberales.
El tercer factor –la hegemonía de los
modelos neoliberales, con un alcance mundial que ningún otro modelo había
conseguido– tuvo que ver con esa transición de ciclo.
Los programas neoliberales
consolidaron una nueva relación de fuerzas a escala mundial, lo que reforzaba
el camino hacia el fin de la bipolaridad. Con la globalización y sus programas
de desregulación, de liberalización económica, de privatizaciones, de precarización
de las relaciones de trabajo, y la conformación del Estado mínimo, se alteraba
radicalmente el equilibrio de poder entre los países del centro y la periferia,
y entre clases sociales dentro de cada país.
Se intensificó la concentración
económica y de poder en favor de la globalización de competencias en detrimento
de los países periféricos. Algunos de ellos, con el poder estatal victimado por
el acelerado proceso de liberalización económica, sufrieron crisis de carácter
neoliberal, como fueron los casos de México, Rusia, los países del sudeste de
Asia, Brasil y Argentina en particular.
Con las políticas neoliberales que
precarizaron las relaciones de trabajo, aumentaron el desempleo y fragmentaron
la unidad de los trabajadores, también cambió radicalmente la correlación
interna entre las clases en cada país en favor de las elites gobernantes.
2. La confluencia de todos estos
factores que cambian el período, significaba una alteración de grandes
proporciones en la correlación de fuerzas en todo el mundo, con sus
especificidades en cada región y cada país. Es preciso detallar más algunas de
sus consecuencias.
La hegemonía de EE.UU. como única
superpotencia convirtió a ese país en el centro del poder político mundial, que
tiene intereses en todas partes del planeta y tiene políticas para todos los
temas y lugares. La superioridad militar de Estados Unidos se tornó
inconmensurable. La victoria en la guerra fría significó también el triunfo
ideológico que validó la interpretación del mundo que impuso el campo vencedor.
Para el campo socialista, la
confrontación central de nuestro tiempo se daba entre el socialismo y el
capitalismo. Para el campo imperialista, se daría entre el totalitarismo y la
democracia. Había sido derrotado el totalitarismo nazista y fascista; también
había sido derrotado el totalitarismo comunista; ahora se buscaría derrotar el
totalitarismo islámico y el terrorismo.
Con el triunfo del campo occidental
se opacaron las alternativas y las propuestas anticapitalistas en el horizonte
histórico contemporáneo. Cuba entró en su “período especial” antes del final
del campo socialista y de la Unión Soviética, tratando de evitar retrocesos.
China optó por la vía de una economía de mercado.
La democracia liberal llegó a
sintetizar la democracia. El concepto de economía capitalista se disolvió en el
marco de una supuesta economía internacional o economía de mercado. Fue una
victoria para una visión del mundo y de un modo de vida específico: “el modo de
vida norteamericano”, convertida en el elemento de más fuerza en la hegemonía
planetaria de EE.UU. Prácticamente ningún rincón del mundo pudo quedar inmune a
esa influencia, incluido China y los países periféricos de las grandes
metrópolis.
Si este triunfo ideológico es el
elemento de mayor fuerza, la esfera económica está entre sus puntos más
débiles. La desregulación económica promovida por el neoliberalismo propició la
rápida y generalizada hegemonía del capital financiero en su carácter más
especulativo, y como resultado de ello la financiarización de las economías.
Este proceso suele marcar las etapas
finales de los modelos hegemónicos, que conducen a las fases de la hegemonía
del capital financiero, los tiempos característicos de estancamiento, como el
actual ciclo largo de recesión económica.
Una hegemonía que es difícil de
revertir una vez que se han debilitado los incentivos para la inversión
productiva, lo que define un horizonte de inestabilidad económica, de
estancamiento y de bajos niveles de crecimiento.
La actual crisis, que afecta profunda
y ampliamente la economía de EE.UU. y de ahí se extendió al resto del mundo,
nació precisamente de estas debilidades –la hegemonía del capital financiero– y
luego se manifiesta como la recesión económica abierta. Una crisis que produce
una larga y profunda recesión en la economía de EE.UU. y los países del
capitalismo central, sin tener la capacidad de revertir su raíz: la
financiarización de la economía.
Al mismo tiempo, a pesar de haberse
transformado en la única superpotencia, con fuerte predominio del plano
militar, los EE.UU. no pueden resolver dos guerras al mismo tiempo, las de Irak
y Afganistán.
Pero, a pesar de las debilidades que
presenta, ninguna otra potencia o grupo de potencias puede rivalizar con los
EE.UU. Del mismo modo, a pesar de su agotamiento, el modelo neoliberal, puesto
que no constituye simplemente una política de un gobierno que puede cambiarse
de un momento a otro, sino un modelo hegemónico, que incluye determinados
valores, ideología, cultura, y tiene profundas y extensas raíces económicas,
tampoco puede ser remplazado por ahora, cuando aún no se divisa otro modelo que
pueda sucederle.
Por lo tanto, hemos llegado al
agotamiento del modelo neoliberal, y entrado en un período de relativa
debilidad de la capacidad hegemónica de EE.UU., sin que las alternativas tengan
todavía el poder suficiente para imponerse. Ello se debe a que, en el momento
en que el capitalismo revela con más claridad sus límites y muestra sus
entrañas, los llamados “factores subjetivos” para la construcción de alternativas
también han sufrido grandes retrocesos.
Se instaura así una crisis
hegemónica, en la que lo viejo no se resigna a morir y lo nuevo tiene
dificultades para nacer y sustituirlo. ¿Cómo lo viejo busca sobrevivir? Sobre
la base de dos ejes: las políticas internacionales de libre comercio, con las
instituciones que las multiplican, como el FMI, el Banco Mundial, la OMC. Y
dentro de cada país, con la ideología del consumo, del shopping-center, del
mercado.
El fortalecimiento de “lo viejo”
tiene en su contra la hegemonía del capital financiero en su carácter más
especulativo, que no solo bloquea la posibilidad de reanudar un nuevo ciclo de
expansión de la economía, sino que fomenta la inestabilidad, precisamente con
la libérrima circulación de los capitales financieros. Pero, al mismo tiempo,
no surge un modelo alternativo al modelo neoliberal.
La construcción de alternativas choca
así con una estructura económica, comercial y financiera global, que reproduce
el libre comercio y favorece a las políticas neoliberales, como ideologías
consolidadas que se manifiestan en las formas de comportamiento y de búsqueda y
acceso a los bienes de consumo en la vida cotidiana de las personas.
Puede predecirse que estaremos en un
período más o menos largo de inestabilidad y turbulencias tanto políticas cómo
económicas, hasta que se forjen las condiciones para la hegemonía de un modelo
post neoliberal y de una hegemonía política global alternativa a la de los
Estados Unidos.
EMIR SADER:
Sociólogo y científico político
brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la
Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).
Cortesía: Cubadebate.
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