viernes, 8 de agosto de 2008












Ha sido sólo en años recientes que se ha logrado restablecer el texto, descifrar su sentido y reintegrarle su verdadera importancia.

Puesto que las vicisitudes que ocasionaron aquellos trastornos han sido expuestas en otro lugar 2 baste aquí con afirmar que Fray Ramón cumplió a cabalidacl el mandato del Almirante. La Relación acerca de las antiguedades de los indios amplía considerablemente un espacio mítico apenas vislumbrado por Colón. Constituye el único testimonio directo que nos queda de lo que creyeron y soñaron los antiguos moraradores de las Antillas. Es el primer estudio etnográfico de una cultura amerindia. Y tenida en cuenta la fecha de composición, resulta elFray Ramón Pané, autor del primer libro escrito en las indias 17 primer libro escrito en un idioma europeo en el Nuevo Mundo. En cuanto a su veracidad, la comparación de sus informes con los de

otras mitologías indígenas posteriormente estudiadas han demostrado irrecusablemente que son fidedignos’. De obscuro e inconfiable acompañante de Colón, Pané ha pasado a ser el fundador de una tradición mitográfica qi. e se extiende luego a todo el continente y llega hasta nuestros días.

El proceso de fijación del texto ha sido, desde luego, lento y fatigoso.

Perdido el original en español, obligadamente hemos tenido que recurrir a la traducción italiana. Y ésta, en verdad, deja mucho que desear. La causa principal de las fallas de la traducción es que el autor, Alfonso de UlJoa, la había dejado en forma de apresurado borrador al morir, en 1570, en una cárcel veneciana t En la versión publicada póstumamente quedaban oraciones por ajustar, faltaban palabras y hasta frases enteras, padecía de violentas italianizaciones de nombres de lugares, personas, seres miticos y aun de cosas. Y los términos indígenas, trasladados con gran descuido, a menudo habían perdido algunas letras o éstas habían sido leídas incorrectamente. En esos términos indígenas, sobre todo en los nombres de los dioses, se encuentra la clave del mensaje, pues son precisamente esos términos los que declaran la naturaleza, las funciones y los atributos que individualizaban a aquellos seres dentro del complejo panteón tamo. Fue necesario no sólo confrontarlos con las variantes que aparecían en las notas que del manuscrito de Pané habían hecho Las Casas y Anglería, sino reconstruir, hasta donde ha sido posible, aquel idioma hoy desaparecido, para intentar el análisis estructural de los referidos términos y proceder al desciframiento de su recóndito sentido. Pero la obra ameritaba el esfuerzo, y el esfuerzo logró sus fines.

Así recobrado y retraducido el texto, leamos algunos párrafos de la Relación. Y escojamos aquellos en que el ermitaño nos cuenta cómo fue hecho el mar y las arcanas aventuras que tuvieron los cuatro hermanos que participaron en su creación. Pues aquel sencillo relato habrá de servirnos para formular los mitos de origen del pueblo, hospitalario y sonriente, que nos precedió en las islas y que, en cierto modo, todavía llevamos dentro. Pané los refiere de esta manera:

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3 Estas comprobaciones se encuentran en las notas de mi libro Mitología

y artes prehispánicas de las Antillas, México, Siglo xxí editores, 1975, y en los

minuciosos trabajos de Mercedes López Baralt, El mito tamo: raíz y proyecciones

en la Amazonia continental, Río Piedras, P. R., Ediciones Huracán, 1976,

y de Ricardo E. Alegría, Apuntes en torno a la mitología de los indios tamos

de las Antillas Mayores y sus origenes suramericanos, San Juan, Centro de

Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, 1978.

El descubrimiento de esta información sobre Ulloa se debe al destacado

investigador mexicano Othón Arróniz. Vid. «Alfonso de Ulloa, servidor de don

Juan Hurtado de Mendoza», Bulletin Hispanique, LXX, 1968, núms. 3-4. 437-457.

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