domingo, 11 de julio de 2010

PROTAGONISMO PERMANENTE

CONTACTO


Humberto Frías


Mateo Morrison


Cine, literatura, música, deportes, historia y cotidianidad, hacia la inteligencia y la ironía, que siempre andan juntas, podrían definir el mundo por el que se deslizó entre nosotros la vida de Humberto Frías.

De que amó el conocimiento no existe la más mínima duda, ya que lo asumió desde niño como norte.

Todos tenemos la constancia de que salpicó de ironía y a veces de sarcasmo a quienes le rodeaban, y esto incluía a sus más cercanos amigos y familiares.

Alberto Lara, quien pasó años a su lado, al entregarme un ejemplar del único libro publicado de Humberto Frías, Pasión de un oficio moderno, lo describe, más o menos, como un ser cuya inteligencia se constituyó en una espada que no conoció fronteras para ser esgrimida.

Después de haber leído tantos libros y revistas sobre cine, en su condición de crítico y profesor universitario, lo sorprendí un día con un ensayo de Pedro Gimferrer, Cine y literatura, que inmediatamente fotocopió y agregó a su amplio arsenal, que exhibía en pasillos universitarios y en los diversos centros de cultura.

Inició su único libro con una visión de la cultura que caracterizó su decir en forma oral y escrita: “El centro de gravedad de las páginas que someto al lector encierra un designio utópico o fantasma imaginario que es preciso nombrar con pertinencia: la crítica cinematográfica.

Lo que por cuestión de deseo se asume como tal, ha propendido indistintamente hacia el comentario impresionista e intuitivo, el periodismo cinematográfico, la crónica de tonos banales o la gacetilla mimética farandulera. Salvo honrosas excepciones, el ejercicio de la crítica fílmica ha llenado muy pocas páginas en blanco al interior de nuestro precario mundo intelectual.

La de la ‘crítica’, pues, es la historia de ‘un puro invento’ cuyo proceso de cansancio parece detenerse frente a los anteojos negros de Nietzsche”.

Quienes estuvimos cerca de Humberto Frías, tenemos una enorme deuda con él. Nuestras vidas cercadas por una realidad cada vez más exigente, nos convierten en adoradores de los signos cotidianos y a quienes ya han desaparecido físicamente, los desplazamos poco a poco a esa triste región del olvido.

Humberto dejó huellas en nuestra cultura, y su presencia permanente en el Cine Cultural de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Hoy día hace falta su voz, ahora que el tema del cine como industria cultural ocupa los titulares a través de iniciativas del sector público, del sector privado, y las muestras cinematográficas nos colocan como país en niveles anteriormente reservados a las grandes capitales del mundo.


Fuente. Listin Diario

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