Código de
colores para elegir los alimentos
Rojo,
amarillo y verde llevan implícita la información de prohibición, prudencia y
permiso en la elección de alimentos
Por MAITE ZUDAIRE
Una
iniciativa del Hospital General de Massachusetts, de la Escuela Médica de
Harvard, pretende inducir la elección de alimentos saludables en perjuicio de
los más grasos y azucarados a través de un código de colores. El lenguaje
abstracto resuelve problemas complejos. Un simple triángulo blanco con borde
rojo en una señal de carretera indica al conductor que debe ceder el paso. Esta
información, que implica toma de decisiones y de acciones importantes, la
traduce el cerebro de manera casi inconsciente y automática. Esta es la
respuesta y el grado de conocimiento que se persigue para mejorar la salud. Los
colores verde, amarillo y rojo indicarían que los alimentos son saludables,
poco nutritivos y poco o nada aconsejados.
Verde,
amarillo y rojo: alimentos saludables, poco nutritivos y poco o nada
aconsejados
Durante los
seis meses que se prolongó la primera fase del experimento, el equipo de
investigadores buscó respuestas promovidas solo por el color. Se escogieron
alimentos intercambiables: una persona puede elegir una manzana o un bollo como
tentempié, una botella de agua o un refresco con azúcar. Se quiso conocer hasta
qué punto se discrimina si la información que se recibe es inmediata y no
meditada. Con una sola mirada se percibe el color y, en cuestión de segundos,
se descodifica el código de información y se hace la elección.
El verde
identifica los alimentos más saludables, el amarillo agrupa los que son menos
nutritivos y el rojo indica los poco o nada aconsejados.
A modo de
semáforo, con verde se identificaron los alimentos más saludables, el amarillo
sirvió para agrupar los alimentos algo menos nutritivos y el rojo indicaba los
poco o nada aconsejados. De verde se etiquetaron las frutas, las verduras, el
agua y las bebidas no azucaradas y los emparedados de carnes magras. De
amarillo se señalaron los alimentos con menos valor nutritivo, como batidos de
leche y frutas edulcoradas. De rojo pintaron los envoltorios de los productos
ricos en grasas, en grasas trans y las bebidas azucaradas.
En este
primer periodo, las cajas de la cafetería se programaron para registrar e identificar
cada artículo verde, amarillo o rojo que se compró. La nota recogía el precio y
el color predominante del consumo. Además, se incluía una leyenda con
información nutricional adicional, pero esa era toda la comunicación que
recibía el consumidor. Ni consejos, ni razones, ni estadísticas.
Alimentos
ordenados según su grado de salud
En la
segunda fase del estudio, se mantuvo el código de colores y se estructuraron y
organizaron los alimentos que se ofertaban en todas las vitrinas del complejo
sanitario, incluidas las máquinas expendedoras. A la altura de los ojos se
colocaron los alimentos verdes. Para ellos fueron las zonas más luminosas y
primarias. Conforme resultaban menos saludables, los productos perdían altura y
luz. Incluso los frigoríficos atendieron a esta premisa y, de este modo, los
helados y los sándwiches de salsas y las hamburgesas estaban menos visibles que
los yogures, los bocadillos vegetales y las carnes magras. Además, se colocaron
cestas de agua y fruta fresca al término de los lineales de comida caliente.
Los resultados fueron rotundos.
Alimentos de
color verde, más sanos
Concluido el
estudio, los investigadores recabaron la información y cuantificaron los datos.
En la primera fase, cuando la acción se limitó a codificar en colores los
alimentos, la venta de todos los productos de color rojo disminuyó un 9,2%
(incluso en el caso de las bebidas de color rojo, el descenso alcanzó un
16,5%). Mientras, la venta de alimentos saludables aumentó un 4,5%, una cifra
que se colocó en el 9,6% en el caso de las bebidas verdes.
En la
segunda fase, las ventas de artículos de color rojo cayeron un 4,9%, que se
añadió al descenso logrado en la fase primera, y de nuevo el consumo de bebidas
rojas cayó en mayor medida: un 11,4%. Por su parte, la venta de bebidas verdes
aumentó otro 4%. En definitiva, los consumidores optaron por una mejora
cualitativa de su alimentación, solo conducida por un código que buscó su
voluntad con la transmisión de información aceptada: el verde es positivo y el
rojo, no.
COLORES PARA
DISTINGUIR LOS ALIMENTOS: LA SENCILLEZ TIENE LA LLAVE
Rojo,
amarillo y verde. Los tres colores llevan implícita la información de
prohibición, prudencia y permiso. Es un lenguaje universal que desde pequeños
se aprende al interpretar en un semáforo. La clave de este estudio ha sido
ligarlo a los alimentos, sin añadir más información y sin pretender ampliar el
conocimiento del consumidor. Incluso no fue necesario apoyarse en otras
estrategias, como hacer más atractivo el precio o premiar la elección
saludable.
El uso de
este código para alertar del tipo de elección que se realiza en la comida se
revela muy eficaz. Su interpretación no requiere ninguna habilidad especial y
puede descodificarse cuando un cliente tiene prisa.
Esta evidencia
supone reforzar la necesidad de mejorar la dieta de los occidentales, una dieta
que provoca niveles de obesidad en grado de pandemia. Todas las iniciativas
inocuas, que inviten por convencimiento a una elección saludable, tendrán su
fruto a medio plazo. Igual que la obesidad infantil es un problema con un
origen no lejano, su solución aún se busca. Y puede encontrarse.
Fuente: ConsumerEroski.
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