sábado, 21 de marzo de 2009

Ciencia






Darwin contra el diseño inteligente

Precisiones La teoría darwiniana explica la evolución solamente mediante los mecanismos de la naturaleza

Este 2009 es un aniversario doble en los anales de la ciencia. Es el 200.° aniversario de Charles Darwin, fundador de la teoría de la evolución, quien nació el 12 de febrero de 1809. Además, se cumplen 150 años desde la publicación de El origen de las especies , el libro más importante de Darwin y en el que demuestra la evolución y diversificación de los organismos a través de los millones de años transcurridos desde que las primeras formas de vida aparecieron sobre la Tierra.

Sin embargo, Darwin consiguió algo mucho más importante para la historia de las ideas que demostrar la evolución. Descubrió la selección natural, el proceso que explica el diseño de los organismos, su complejidad, diversidad y maravillosos ingenios, como el ojo y la mano.

Charles Darwin fue hijo y nieto de médicos distinguidos. El 27 de diciembre de 1831, unos meses después de su graduación en la Universidad de Cambridge, Darwin zarpó, como naturalista, a bordo del barco Beagle en un viaje alrededor del mundo que duró hasta octubre de 1836.

El descubrimiento de huesos fósiles pertenecientes a grandes mamíferos extinguidos en la Argentina y la observación de numerosas especies de pájaros pinzones en las islas Galápagos convencieron a Darwin de que los seres vivos evolucionan a través del tiempo y se diversifican en respuesta a las circunstancias diferentes de los entornos.

En 1837, Darwin descubrió la selección natural. Hasta su muerte, en 1882, su vida estaría dedicada a sustanciar la selección natural y sus postulados acompañantes, principalmente la difusión de la variación hereditaria y la enorme fertilidad de los organismos, que sobrepasan con mucho la capacidad de los recursos disponibles.

Se pensaba que los seres vivientes no eran explicables por procesos naturales pues los organismos y sus órganos están diseñados para servir funciones específicas. El gran teólogo inglés William Paley había propuesto argumentos aparentemente contundentes en su Teología natural (1802). Paley arguyó, por ejemplo, que el ojo humano es un aparato tan complejo como un reloj o un telescopio, con varias partes que deben ajustarse de forma precisa para lograr la visión.

Procesos naturales. Paley explora la diversidad de organismos y de sus órganos y las relaciones entre animales de diferentes especies, y entre organismos y sus entornos, y afirma que, en cada caso, es evidente que están diseñados con precisión para servir funciones diversas. Para Paley, el diseño universal de los organismos era prueba convincente de haber sido diseñados por un Creador omnipotente.

Por el contrario, la teoría de la selección natural de Darwin demuestra que el diseño de los seres vivientes se explica como resultado de procesos naturales, como la variación hereditaria y la reproducción diferencial de los organismos, sin necesidad de recurrir en cada caso a una intervención específica por Dios.

Hoy en día, la teoría de la selección natural participa de muchos conocimientos biológicos, procedentes de la genética, la ecología, la embriología, la biología molecular y otras disciplinas biológicas. Está fundamentada en teorías matemáticas, algunas muy avanzadas y otras desarrolladas específicamente para resolver problemas de la evolución.

Sin embargo, es simple el meollo de la teoría, tal como fue propuesta por Darwin. Se basa en la observación (más tarde explicada científicamente por la genética) de que en los organismos se dan variaciones hereditarias que surgen espontáneamente y que pueden ser beneficiosas o perjudiciales a los organismos.

Darwin pregunta retóricamente: “¿Podemos dudar de que los individuos que poseen alguna ventaja sobre otros, por leve que sea, tendrían mayor probabilidad de sobre-vivir y procrear a los de su clase, y que cualquier variación perjudicial será rigurosamente destruida?”. Darwin añade: “A esta preservación de las variaciones favo-rables y al rechazo de las variaciones perjudiciales, yo llamo Selección Natural”.

‘Diseño inteligente’. En la década de 1990, varios autores en Estados Unidos y otros países han resucitado el argumento de Paley a partir del diseño.

Los que proponen el llamado “diseño inteligente” –en su mayoría no son biólogos ni científicos– afirman que ciertas características (como el ojo humano, el mecanismo de coagulación de la sangre y el flagelo de las bacterias) son demasiado complicadas, de modo que no pueden haber surgido por medio de procesos naturales.

Los científicos han respondido con explicaciones detalladas de los procesos genéticos y fisiológicos que dan cuenta de la formación gradual de esos rasgos complejos, en consecuencia de la selección natural. Los argumentos a favor del diseño inteligente carecen de substancia científica y han sido rechazados por la ciencia.

Además de esa deficiencia racional, tienen implicaciones perniciosas con respecto a las creencias religiosas porque implican que el ‘Diseñador Inteligente’ posee atributos que los creyentes no quieren atribuir al Creador.

Los organismos están llenos de deficiencias y disfunciones, de manera que, si hubieran sido diseñados por un ingeniero, este habría sido despedido por su empresa.

La mandíbula humana es demasiado pequeña para los dientes, de manera que deben sacarnos la muela del juicio y enderezarnos los dientes. El ojo humano tiene un punto ciego porque el nervio ocular cruza la retina en su camino hacia el cerebro. El canal natal de la mujer es demasiado pequeño para la cabeza del niño, de modo que millones de niños inocentes mueren al nacer.

Además, el mundo de la vida está lleno de crueldad. Leones, tigres y aves de rapiña se alimentan matando a otros animales. Parásitos causan la malaria, la tuberculosis y el sida, que hacen sufrir y matan a sus víctimas.

La revolución copernicano-newtoniana hizo posible explicar las sequías, erupciones volcánicas, terremotos y tsunamis como consecuencia de procesos naturales, sin tenerlos que atribuir al Creador.

De manera semejante, la teoría de la evolución explica los defectos, disfunciones, sufrimiento, crueldad y sadismo de los vivientes como consecuencia de procesos naturales, no de la incapacidad o perversión del Creador.

Mutaciones beneficiosas. La teoría de la evolución explica las malversaciones del mundo viviente como consecuencia de dos procesos en parte contradictorios.

El proceso de mutación es aleatorio y, por ello, muchas mutaciones son perjudiciales, aunque otras son beneficiosas. El proceso de selección es adaptativo porque multiplica las mutaciones beneficiosas y elimina las perjudiciales.

La interacción de dos procesos, uno aleatorio y el otro determinístico, resulta en un proceso creador en el que entidades nuevas aparecen: los organismos que llenan la Tierra y que evolucionan a través del tiempo. La teoría de la evolución manifiesta la casualidad y la necesidad entrelazadas en el meollo de la vida; el azar y el determinismo enzarzados en un proceso natural que ha producido las más complejas, diversas y hermosas entida-des del universo: los organismos que habitan la Tierra, entre ellos los seres humanos.

Este es el descubrimiento fundamental de Darwin: hay un proceso que es creativo aunque no sea consciente. Esta es la revolución conceptual que Darwin llevo a cabo: que el diseño de los organismos se puede explicar como el resultado de procesos naturales gobernados por leyes naturales.

EL AUTOR ES BIÓLOGO, SACERDOTE DOMINICO, PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD DE CALIFORNIA Y MIEMBRO DE LA ACADEMIA DE CIENCIAS DE LOS ESTADOS UNIDOS. Ha presidido la Scientific Research Society .

CORTESIAS: La Nacion.Com

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