Las cinco grandes extinciones masivas de la historia
- Imagen: Asier Hilario -
En todas ellas, más de la mitad de las especies desaparecieron para siempre:
Finales del Cretácico (hace unos 65 millones de años): la más reciente y famosa, ya que supuso la extinción de los dinosaurios, cuyo dominio en el planeta había durado más de 150 millones de años. También supuso la desaparición repentina de otras muchas especies, como los amonites marinos. Se apunta al impacto de un cometa de grandes dimensiones en la península de Yucatán como posible detonante. No obstante, también podría estar involucrada una gran erupción volcánica en el territorio de la actual India. El 70% de las especies conocidas desapareció. Su marca ha quedado reflejada en lugares como el flysch de Zumaia.
Finales del Triásico (hace unos 210 millones de años): gracias a esta cuarta extinción masiva, animales como los dinosaurios pudieron extenderse en la Tierra. Las causas precisas todavía se desconocen.
Finales del Pérmico (hace unos 250 millones de años): en esta tercera gran extinción, el 54% de las familias de seres vivos desaparecieron (una familia puede abarcar entre unas pocas y miles de especies). Se cree que se originó a partir de la coincidencia de varios fenómenos destructivos, como un cambio climático, movimientos de placas tectónicas o un meteorito gigante.
Finales del Devoniano (hace unos 370 millones de años): tampoco se conoce el origen exacto de esta segunda gran extinción, en la que desapareció el 19% de todas las familias de seres vivos.
Finales del Ordovícico (hace unos 440 millones de años): un enfriamiento global repentino y severo pudo ser la causa de esta primera gran extinción en la historia de la Tierra. El 25% de las familias de seres vivos desaparecieron, la mayoría de ellas marinas, ya que en aquella época no había casi especies terrestres.
Además de estas grandes cinco extinciones, la Tierra ha sufrido otros graves eventos traumáticos que han afectado de manera dramática a ciertos grupos de organismos. Hace 55 millones de años, los movimientos tectónicos del Atlántico norte provocaron un intenso vulcanismo, cambios en las corrientes marinas o el aumento del CO2 en la atmósfera. El consecuente calentamiento global propició la extinción de organismos como los foraminíferos, pero benefició a los mamíferos. En este sentido, las extinciones masivas suponen la desaparición de muchas especies, pero favorecen el desarrollo de otras. Los antepasados de los seres humanos lograron evolucionar gracias a la extinción de sus grandes competidores.
Fuente: Consumer Eroski
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