Alza en el precio de los
alimentos: ¿es el momento de hablar menos y hacer más?
Escrito por Marie Chantal
Messier
Es innegable que el alto
precio de los alimentos tiene un fuerte impacto en las familias, empresas y
gobiernos de América Latina, con efectos colaterales en los bolsillos de los
ciudadanos y la economía en general.
Sin embargo, detrás de los
fríos números en torno al alza de los precios, menores presupuestos y temores
inflacionarios, la verdad es que el precio de los alimentos puede matar — o
perjudicar de manera significativa — a mucha gente, especialmente a los niños
en situación de pobreza.
A medida que el precio de
los alimentos aumenta por tercera vez en cinco años, es difícil predecir qué
hará América Latina para evitar sus efectos perjudiciales. Y con el precio del
maíz, un alimento básico para buena parte de la población más pobre, subiendo
aceleradamente, uno se pregunta, “¿los países latinoamericanos están
invirtiendo donde más importa para proteger a los más vulnerables?” La
respuesta corta es: “no lo suficiente”.
Varios países
incrementaron sus mecanismos de respuesta durante las últimas crisis, tales
como comidas escolares, transferencias de efectivo, programas laborales y una
baja arancelaria para las importaciones de alimentos o cereales. Pero pocos
países de la región establecieron sistemas para prevenir la pérdida de capital
humano, derivada de la desnutrición infantil por la persistencia de los
elevados precios de los alimentos.
Un estudio regional,
actualmente en preparación, muestra que un gran número de países
latinoamericanos no ha sabido incorporar actividades esenciales a sus planes de
respuesta ante la crisis. Por ejemplo, promover la lactancia materna,
distribuir raciones nutricionales adaptadas entre madres y niños pobres,
complementar la nutrición de los niños con polvos micronutricionales de bajo
costo, tratar a los niños con desnutrición moderada y utilizar el zinc en el
tratamiento contra la diarrea.
Es crucial invertir en los
primeros 1000 días de vida
Una buena nutrición es
particularmente crítica durante los primeros 1000 días de vida: esto es, desde
el momento que un niño es concebido hasta que cumple dos años.
En América Latina los
problemas nutricionales más preocupantes son el retraso en el crecimiento, la
anemia y la obesidad. El retraso en el crecimiento (ser demasiado bajo para la
edad), dado que refleja los efectos permanentes y a largo plazo de la falta de
alimentos y la privación. La anemia, debido al mayor riesgo de que una mujer
embarazada muera durante el parto y el daño irreversible que esto genera en el
cerebro y el cuerpo del bebé durante la gestación y hasta los dos años. La
obesidad, porque se traduce en enfermedades crónicas y debilitantes como la
diabetes, cáncer y afecciones cardíacas. Todas ellas pueden vincularse a la
nutrición recibida durante los primeros 1000 días de vida.
Si bien los niveles
regionales han descendido, la prevalencia de la subnutrición entre los más
pobres, los menos educados y la población indígena, muchas veces muestra un
nivel similar o superior a los países más pobres del África subsahariana. La
OPS estima que 7,2 millones de jóvenes latinoamericanos sufren de retraso en el
crecimiento y 22,5 millones de anemia; más de ⅔ de los cuales se encuentran en
esa edad crítica entre los 6 a los 24 meses.
Las consecuencias
irreversibles del alto precio de los alimentos
En tiempos difíciles, las
familias pobres muchas veces reemplazan alimentos de alto contenido nutricional
por alternativas de menor calidad, reducen la cantidad que consumen y recortan
la utilización de servicios preventivos de salud. Algunos estudios muestran que
cuando suben los precios de los alimentos, el crecimiento de los niños se
retrasa de manera progresiva. Durante la crisis alimentaria de 2007-2008 en El
Salvador, el nivel de retraso en el crecimiento infantil aumentó, aun en
aquellas familias cubiertas por programas de transferencias condicionadas de
efectivo. En años recientes, el aumento en la incidencia de anemia y
sobrenutrición en la región puede vincularse al cambio de alimentos nutritivos
por fuentes más económicas pero con más calorías, como azúcares y grasas
refinadas.
Como resultado, cada vez
más niños latinoamericanos corren riesgo de padecer de talla baja, anemia o
sobrepeso. A nivel mundial, tres de los cuatro países con mayor porcentaje de
madres con sobrepeso y jóvenes desnutridos viviendo en un mismo hogar se
encuentran en América Latina: Guatemala, Bolivia y Nicaragua.
El crecimiento económico
por sí solo no es suficiente para protegerse de la desnutrición.
Si bien en algunos países
un mejor crecimiento económico no ha significado una disminución de los casos
de retraso en el crecimiento de los niños — en especial en Guatemala, Costa
Rica, Colombia, Bolivia y Honduras —, en otros, como Brasil, El Salvador,
México, Perú y República Dominicana, hay algunos progresos. Esto puede
atribuirse en parte a las estrategias para la disminución de la pobreza,
específicamente las enfocadas en mejorar la nutrición durante los primeros 1000
días de vida.
Fuente: Messier, MC. ¿Se
alcanzará el ODM para nutrición en América Latina y el Caribe? Banco Mundial,
junio de 2012
Las inversiones que
redundarán en resultados a largo plazo.
Más temprano que tarde,
los gobernantes deberán adoptar decisiones difíciles sobre dónde van a invertir
sus limitados recursos para contrarrestar de la mejor manera posible los
efectos en la población del alto precios de los alimentos. Si quieren maximizar
su inversión a largo plazo, deberían estudiar seriamente la posibilidad de,
antes que nada, proteger de la desnutrición a las madres y a los niños
pequeños.
Para lograrlo se necesita
una estrategia equilibrada, que combine un aumento en el ingreso con
inversiones más directas en la salud y nutrición. Esto requerirá la
colaboración de los sectores de la salud, protección social, agropecuario y
educativo, entre otros. Eso asegurará que las madres y jóvenes tengan fácil
acceso a una cantidad adecuada de alimentos nutritivos, vitaminas y minerales,
así como servicios de salud y nutrición.
Haciendo esto, no solo se
le proporcionará una base sólida a la próxima generación para un futuro
alentador y provechoso, sino que contribuirá a un mayor crecimiento económico.
Es una situación en donde todos ganan.
Fuente> BancoMundial.
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