viernes, 24 de septiembre de 2010

HISTORIA [ CONFERENCIA[

"La perversidad recurrente del Trujillismo", ponencia del doctor Roberto Cassá sobre el libro de Angelita Trujillo

Dr. Roberto Cassá

He aceptado participar en este encuentro acerca del libro atribuido a María de los Ángeles Trujillo (Angelita), Trujillo. Mi padre con el fin de exponer mis opiniones personales. Aclaro que el hecho de ser yo director general del Archivo General de la Nación, institución que convoca esta noche, no compromete en ningún sentido a la institución, puesto que posicionamientos de ese género no forman parte de las atribuciones del Archivo General de la Nación. He querido traer escrita la ponencia, por otra parte, para obviar por adelantado hacer cualquier referencia a las posiciones que expresen los demás expositores en este encuentro.

Este encuentro se celebra por sugerencia del profesor Mario Bonetti, por haberse considerado valederos los motivos de su solicitud. Pero si asisto como expositor es porque pienso que, en rigor, lo que debe analizarse no es el “libro de Angelita”, sino el reclamo anacrónico y diabólico del trujillismo que contiene. Hoy el trujillismo carece de toda importancia práctica, por lo que ha optado por restringir su discurso a la validación del pasado de su dominio. Si bien la reivindicación del trujillismo constituye un despropósito producto de una exacerbada bancarrota política y cultural, no deja de tener posibles implicaciones que es preciso enfrentar. Finalmente, lo que aconteció durante los ominosos treinta y un años ha dejado no pocas estelas que no han sido todavía superadas. Por tanto, aun cuando el trujillismo no puede tener vigencia alguna en el terreno político, puede ser esta la ocasión de desmontar argumentos con que se pretende cuestionar la lucha por la democracia que tanta sangre ha costado de lo mejor del pueblo dominicano.
En rigor, sin embargo, no hay nada nuevo que decir a propósito de este libro, que no es más que un pestilente desecho de infamias. Ahora no hago más que reiterar posiciones que he esbozado desde hace mucho tiempo como historiador social e irrenunciable antitrujillista de izquierda.

Parto de la premisa de que el libro que hoy se comenta no es “de Angelita”, sino una obra colectiva, en la cual se ha pretendido validar el trujillato con idénticos argumentos y procedimientos que los utilizados por los alabarderos del régimen caído en 1961. Para mi análisis, sin embargo, carece de importancia quiénes han sido los autores de esta obra. Lo interesante es que han aunado esfuerzos en el propósito para presentarse la actual emanación del discurso despótico extremo. De paso, cabe constatar la tremenda indigencia intelectual de la capillita trujillista, que hace acto supremo de presencia en un libro muy mal escrito, plagado de falta de ortografías, disparatoso, carente de todo ingrediente intelectual y de cualquier consistencia expositiva. Posiblemente estos señores han llegado a la conclusión de que el ordenamiento político vigente en el país ha dado muestras de tal grado de incapacidad que hace creíble que se reproduzca al pie de la letra el discurso ideológico desfasado del trujillato. A pesar de la indignación que suscita la intención malévola que guía este libelo de manchar las reputaciones de los antitrujillistas, en seguimiento de los moldes del discurso de la Era, no se le puede evaluar de manera emotiva. Ante todo el ruido que han pretendido hacer estos autores anónimos se puede atribuir a la apuesta que hacen de los efectos que podrían capitalizar de las limitaciones y contradicciones del ordenamiento democrático actual. Así pueden proclamar, como lo hacen en este libro, un supuesto balance favorable a la tiranía de los treinta y un años, que según ellos se define no más que por sus realizaciones materiales.

Este “libro de Angelita” tiene en primer término esa intencionalidad, que es forzosamente despreciable. Ante sus seudo-argumentos, lo que queda es reiterar posturas que asumieron los antitrujillistas en sus heroicas luchas por la libertad. La “importancia” es del todo punto insustancial porque está hecho en clave retrospectiva. El libro parece estar escrito en 1961, como si el tiempo de la historia se hubiese detenido y la verdad horrorosa del esquema trujillista de dominación no se hubiese hecho inconcusa. Aquí se encuentra, por lo demás, una señal de un rasgo de la elaboración ideológica del trujillato, que fue la alteración flagrante de la realidad de las cosas. La mentira hiriente se renueva en la tónica dominante de este libro, que intenta pasar por encima a las pilas de cadáveres que dejó detrás de sí la larga noche del terror de Chapita Trujillo, ese paradigma del crimen, la opresión, el robo y toda la maldad posible en la historia dominicana.

A la luz del tiempo presente, esta operación adolece de falta de toda eficacia. El solo hecho de que estemos congregados aquí para cada quien expresar sus criterios de manera libre delata un progreso histórico que inutiliza los alegatos contenidos en el libro. La capacidad de que se digan las cosas como fueron tiene un valor decisivo a la hora de emitir juicios históricos, como se hace en este momento. Bajo Trujillo la mínima disidencia conllevaba muerte, tortura o exilio. El hecho de que todavía tengamos que afrontar este debate tiene una causa: Tras la muerte de Trujillo no pasó nada en el país, no se ajustaron cuentas con los criminales materiales e intelectuales. De todas maneras qué bueno que este adefesio de libraco pueda circular, porque nos ayuda a ratificar el develamiento de las matrices ominosas del trujillismo.

Fuente: Archivo General de la Nacion

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