domingo, 10 de febrero de 2008

SEPARATA

Saberes Permanentes se ha caracterizado por complacer a nuestros lectores que cada día nos prestigian, pidiéndonos material sobre la Historia Dominicana, en especial, sobre la vida Republicana, tratamos de complacer a tiempo a todas las peticiones que recibimos. Como estamos celebrando el Mes de la Patria, seguimos tratando el tema sobre la formación del Estado Dominicano. Este material que presentamos a continuación, su autor, es un reconocido politólogo dominicano. Auque este documento fue escrito en el año 2001 y publicado en el desaparecido periódico el Siglo, todavía mantiene su esencia y vigencia formativa.

¿Es irreformable el Estado Dominicano?

Ramón Tejada Holguín/El Siglo

Diversos organismos internacionales financian investigaciones y proyectos de apoyo a los procesos de cambio en el papel del Estado, mientras que la banca multilateral —BID, Banco Mundial— coloca entre las condicionalidades de sus préstamos algunos de los aspectos identificados como parte de las reformas estatales.
La modernización del poder legislativo se encuentra en marcha con financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo, que a través del Instituto Interamericano de Desarrollo Social (Indes), en un acuerdo con el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec), oferta capacitación a los dirigentes de los programas y proyectos sociales del sector público y de ONG´s para que sirvan de soporte y multiplicadores de los procesos de cambio.
La estadounidense Agencia Internacional para el Desarrollo apoya proyectos de modernización de la Justicia y a diversas ONG´s que laboran en materia de fortalecimiento de las instituciones dominicanas. Ha brindado un soporte importante en materia de salud y educación.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) desde inicios de los años noventa ha estado apoyando proyectos de modernización de una multiplicidad de organismos estatales relacionados tanto con lo económico como a lo social.
Intec, PUCMM, diversas organizaciones no—gubernamentales como Siglo XXI, Centro Juan Montalvo y Participación Ciudadana han creado espacios de discusión y diálogo sobre las reformas y definen como su "misión" el fortalecimiento institucional de República Dominicana. Las organizaciones corporativas no se han quedado atrás: el Consejo Nacional de la Empresa Privada (Conep) tiene claramente definidas sus propuestas.
Los dos últimos gobiernos también se han unido al concierto. Una de las primeras medidas del gobierno del PLD fue la creación, mediante el decreto 484-96, de la Comisión Presidencial de Reforma y Modernización del Estado (Copryme), al llegar al poder el actual gobierno esta institución cambió de nombre y pasó a llamarse Comisión Nacional de Reforma del Estado (Conare), y para que se vea la importancia atribuida a esta institución, su director tiene rango de secretario de Estado. Los diversos partidos políticos tienen en sus programas de gobierno la reforma del Estado como uno de los pilares más importantes.
Y SIN EMBARGO, EL MOVIMIENTO ES LENTO. Los resultados de las reformas van, como quien dice, en zigzag, por no decir que resultan pírricos en términos de mejoramiento de la situación social de los grupos más pobres y vulnerables. Se han obtenido algunos logros en materia administrativa, o se ha detenido el rápido deterioro que se observaba al final de los ochenta y principio de los noventa, pero no se ha invertido la situación.
Hay pasos de avance importantes en materia judicial. Pero éstos se ven constantemente torpedeados; basta recordar la forma en que fueron nombrados (porque no fueron elegidos) los tres jueces faltantes de la Suprema Corte de Justicia.
La mayoría de los presos dominicanos son preventivos, la lentitud de los jueces ha sido denunciada por sectores dentro de la justicia. Los cambios en el sector no se han traducido en una mejoría substancial para la administración de justicia al ciudadano de a pie, y desde el procurador al Comisionado de Apoyo para la Reforma y Modernización de la Justicia denuncian la existencia de corrupción entre los fiscales y sus ayudantes.
Un informe reciente del sector educación sostiene que a pesar del Plan Decenal y del interés mostrado por una diversidad de organizaciones nacionales e internacionales en la mejoría de los indicadores del sector, el mayor de los desafíos que enfrenta la educación pública en República Dominicana sigue siendo elevar los niveles de calidad.
La Asociación Dominicana de Profesores y la Secretaría de Educación no logran dirimir sus diferencias, no importa quien esté dirigiendo esa cartera o el sindicato de maestros. Este año escolar no ha podido iniciarse en firme. El jueves y el viernes de la semana pasada los maestros de Santo Domingo y Santiago estuvieron en huelga en demanda de pagos atrasados, y cada semana un nuevo conflicto surge en alguna remota escuela o en las ubicadas en los barrios de Santo Domingo.
Los resultados de las pruebas nacionales son preocupantes y no deben verse como una evaluación de los alumnos, sino, también, de los profesores y sus métodos de enseñanza. En la convocatoria de 1999 el 76.7% de los estudiantes pasó dichas pruebas, en el 2000 bajó al 66%, mientras que para el 2001 subió ligeramente a 70%.
El sector salud no se queda atrás. Luego de una gran discusión fueron aprobados dos instrumentos importantes para reformarlo. Por un lado, la Ley General de Salud 42-01, cuyo objetivo central es el fortalecimiento de la Secretaría de Salud Pública y Asistencia Social (SESPAS), asignándole el rol de reguladora y supervisora del sistema nacional de salud, un sistema que es visto como descentralizado; para el cumplimiento de su rol, la institución debe promover estilos de vida saludables, colocar un mayor énfasis en prevenir las enfermedades y eliminar las iniquidades, garantizando la accesibilidad de los servicios a la población.
A pesar de la ley, los procesos de descentralización se encuentran detenidos por la actual administración de Salud Pública, con la agravante de que una institución creada para apoyar y desarrollar los cambios, la Comisión de Reforma del Sector Salud (CERSS), no ha logrado trabajar en conjunto con la SESPAS, y parecería que ambas no están de acuerdo en cuanto a la forma y el sentido de los cambios en el sector.
Mientras tanto, los expertos en el tema sostienen que la calidad de los servicios de salud es muy baja y que la SESPAS tiende a privilegiar la atención curativa y no le da la suficiente importancia a la promoción de la salud y la prevención de las enfermedades.
La reforma tributaria es uno de los pilares en los cambios del Estado en materia económica y uno de los instrumentos más importantes para la reducción de la desigualdad. Pero no se ha logrado reducir la evasión fiscal, y la reforma realizada ha sido cuestionada por los principales actores económicos y políticos, a tal nivel que el precandidato a senador del Distrito Nacional por el PLD, José Tomás Pérez, coloca como uno de sus puntos de campaña la eliminación del famoso adelanto del 1.5 por ciento.
La Cámara de Diputados se encuentra inmersa en un interesante proceso de modernización financiado por el BID. Sin embargo, los diputados no logran trabajar como un organismo moderno de una nación que requiere mayores niveles de institucionalidad.
No se ponen de acuerdo entre ellos sobre la reforma policial, y el diálogo no parece ser la vía de solución de los conflictos, ya que desconocen los pactos a los que llegan los partidos que los llevaron a sus curules. Cuando se llega a acuerdos importantes, intereses políticos y económicos pueden echar hacia atrás los logros alcanzados, como lo revela la situación actual de la reforma de la Policía y la forma en que se irrespetó a la Comisión de esa Cámara encargada de estudiar el anteproyecto de reforma.
LA QUIMERA DE LA REFORMA DEL ESTADO. Hay quienes piensan que lo esencial es el diálogo y la búsqueda de acuerdos entre los partidos políticos, ya que las razones por las cuales no se ha logrado materializar una auténtica reforma del Estado es la falta de compromiso de parte del liderazgo político dominicano.
Hace más de un mes que los tres partidos, con el Presidente Mejía como testigo, firmaron un pacto para realizar una reforma "intermedia" de la Constitución de sólo cuatro puntos, el mismo no ha sido honrado por el Congreso, y hasta la Junta Central Electoral ha planteado su rechazo a algunas de las propuestas contenidas en el pacto.
El problema no es sólo de diálogo, la verdad debe ser dicha monda y lironda: la sociedad dominicana actual carece de un liderazgo político que pueda encabezar el proceso de construcción de un nuevo y mejor Estado, y los sectores dirigentes de los partidos se han repartido el pastel cual si estuviera en una de las antiguas republiquitas bananeras. Con la agravante de que ni siquiera los tres partidos mayoritarios juntos pueden crear un espacio para el diálogo y la distensión política.
Otro de los obstáculos a los procesos de reformas es el desconocimiento de la existencia de una pluralidad de organizaciones sociales, económicas y políticas, es decir de una multiplicidad de actores que deben ser involucrados en el proceso. Los partidos políticos y algunos de los promotores del Pacto por la Reforma Constitucional desconocieron la existencia de los diputados y senadores como actores independientes, a pesar de que se les señaló la necesidad de incorporarlos, así como considerar la participación de una mayor cantidad posible de organizaciones que eran miembros de la Comisión de Reforma Constitucional nombrada por el Presidente de la República. Se hicieron acuerdos que involucran a la JCE sin consultar las capacidades técnicas de ésta.
Se quiere desconocer los cambios ocurridos en el seno de la sociedad dominicana tras la muerte de los tres caudillos (muerte política efectiva, aunque sus espíritus sigan penando en las mentes de algunos), y la reconfiguración de las relaciones de poder. El poder político persiste en aislarse de la ciudadanía, en convertirse en un ente colocado por encima de la sociedad, pero la sociedad dominicana ha cambiado y nuevos actores han emergido en el escenario político, social y económico.
De manera que todo proyecto de reforma que quiera ser exitoso debe surgir como un acuerdo entre los sectores políticos, sociales y económicos, mientras cada uno de los actores de estos tres ámbitos de la vida nacional insistan en desconocer la existencia del otro y el papel que cada uno puede y debe jugar, las reformas serán frágiles y seguirán provocando dificultades a la hora de su materialización. La sociedad dominicana se encuentra fragmentada, dividida en islas de poder que no se ponen de acuerdo y que sólo piensan en sus intereses particulares, ya sean políticos o corporativos.
Cada uno de estos sectores es partidario de un proyecto de reforma del Estado diferente al del otro. No es la misma agenda la del sector financiero que la de los industriales de Herrera, ni la misma que la de los grupos comunitarios. Los políticos tienen también una agenda diferente. Lo que no se ha logrado hacer es un serio proceso de conciliación de los diversos proyectos, lo que falta es sinceridad en las negociaciones.
Es necesario la redefinición del pacto social que nos da vida como dominicanos, y eso sólo se logra si todas las voces son escuchadas, y hay un ejercicio activo de la ciudadanía. El aparato político va más lento que la sociedad y que los cambios en nuestra estructura económica. Hay dirigentes políticos, empresariales y sociales que pretenden liderar una sociedad cada vez más moderna con métodos del caudillismo feudal.
Nadie tiene el carisma, el encanto, ni la realidad que creó a los tres caudillos desaparecidos. La sociedad dominicana está huérfana de caudillos y nadie podrá ocupar el espacio dejado por Bosch, Balaguer y Peña Gómez, porque otras son las condiciones sociales. Hoy de lo que se trata es de crear una autoridad política y moral que lidere los procesos de reforma del Estado, que coloque el norte de esos procesos hacia el perfeccionamiento de los mecanismos de entrega de los servicios sociales y la reducción de los niveles de desigualdad de la sociedad dominicana.
De lo contrario se corre el riesgo de profundizar aún más la exclusión social y dejar pasar la oportunidad de insertarnos de manera ventajosa en los circuitos económicos regionales, lo que ayudará al aumento de ese grupo de la sociedad que un buen día —que puede ser más cercano de lo que se piensa— descubre que lo único que tiene que perder es algo que le resulta insoportable: la vida. La voracidad de unos cuantos habrá, de esta manera, devorado todo y a todos.

28 de Octubre, 2001
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