sábado, 16 de febrero de 2008

SEPARATA








CALENTAMIENTO GLOBAL Y ÉTICA
ANTONIO ELIZALDE
UNIVERSIDAD BOLIVARIANA



LA ADICCIÓN AL CONSUMO Y LA ADICCIÓN A LA ENERGÍA
¿CAMINOS HACIA LA FELICIDAD?

Vivir más sencillamente para que otros puedan sencillamente vivir

(Mahatma Gandhi).

Energía verde para un planeta azul.
Nuestro planeta Tierra sólo es azul cuando le da el sol. Desde el espacio, la estación espacial internacional, su lado diurno se ve brillar en tonos que hacen honor al calificativo que algunos de sus más amantes defensores usaron para describirlo. El Planeta Azul se nos presenta como una espectacular geósfera a la que le ha crecido una complejísima y fascinante biósfera húmeda entre el cielo y la tierra. Y sin embargo, cuando la estación orbital se oculta del sol en la única sombra posible, cuando se adentra en el lado nocturno de la Tierra, nuestro planeta adquiere de repente otra dimensión. De noche, si las nubes no lo impiden, la negra superficie se ve salpicada de minúsculos puntos de luz, muchísimo más abundantes en el Hemisferio Norte que en el Hemisferio Sur. De noche, nuestro Planeta Azul se convierte en el Planeta Árbol de Navidad.

Luces en la noche: asimetría en el consumo de energía = ¿desarrollo desigual?
Las luces de nuestras hogueras tecnológicas son visibles para cualquier transeúnte espacial, y si se mira con otros ojos, sensibles por ejemplo a las ondas de radio, el brillo es todavía mayor. Y es que nuestro Planeta Azul ha gestado una especie que se llama a sí misma inteligente y que está en el origen del crecimiento de estructuras y sistemas nunca vistos en nuestro sistema solar. A la Tierra le ha crecido una tecnosfera. Nuestra capacidad tecnológica, nuestra herencia cultural, marcan diferencias evidentes entre el homo sapiens y el resto de las especies vivas. Pero lo que esencialmente nos diferencia es nuestro uso de la energía. No es que las demás no consuman. Cualquier ser vivo, desde una ameba unicelular hasta una ballena azul, mantiene su orden biológico interno gracias al consumo de energía, energía somática que alimenta complejos metabolismos y ecosistemas enteros: una energía que como sabemos procede en última instancia del sol.

Los homo sapiens somos la única especie que ha aprendido a hacer uso de fuentes externas de energía adicional para mantener funciones sociales, ajenas a nuestros metabolismos biológicos, funciones como el transporte, la comunicación y la defensa que han ido creciendo en complejidad hasta conformar un verdadero metabolismo social. Mantener la estructura y el funcionamiento de este sociometabolismo cuesta enormes cantidades de energía. Muchas, muchas kilocalorías de una energía que llamamos exosomática.
Nuestro consumo de energía exosomática ha cambiado a lo largo de las eras, pero nunca ha sido mayor que ahora.

Todo empezó con la adopción del fuego, que acabó convirtiéndose en control que permitió a nuestros ancestros dejar de ser comida y convertirse en especie depredadora de recursos, control que modificó su dieta y les permitió expandir su descendencia y poblar regiones inhóspitas.
Pero la sociedad del fuego lo empleó durante milenios más como un elemento cotidiano, ritual o de fabricación (bronces, cerámicas) que como verdadera fuente de energía exosomática.
La fuerza del propio músculo primero, del de otros animales después y posteriormente la energía de vientos y aguas en molinos y velas impulsaron el transporte, el comercio y la producción desde que el homo fue sapiens hasta el siglo XVIII. Efectivamente, decenas de miles de generaciones humanas pasaron literalmente la antorcha del control del fuego con muy pocas modificaciones. Hasta que hace tan sólo nueve o diez generaciones, James Watt, reinventó una máquina de vapor diseñada antes por Newcomen… y todo cambió.
La primera revolución industrial arrancó una espiral de retroalimentación mutua entre extracción de recursos, producción, transporte y consumo energético que no ha cesado hasta nuestros días.

Lo que sí ha cambiado es el combustible que alimenta nuestro metabolismo social. A la madera pura y dura siguió el carbón, de sorprendente poder calorífico; motor de fábricas, forjador de hierros y aceros, y origen de una espectacular proliferación de chimeneas industriales, ingeniosos inventos de los homo sapiens para delegar en los cielos la tarea de eliminar los humos indeseados. Pero tras un siglo de quemar los residuos del carbonífero, un nuevo combustible iba a cambiar, otra vez, el panorama energético de nuestro planeta. Porque en 1859, el mismo año en que Charles Darwin publicó “El Origen de las Especies a Través de la Selección Natural”, un coronel de nombre Drake perforó en Pennsylvania el primer pozo petrolífero.

Lo que sí ha cambiado es el combustible que alimenta nuestro metabolismo social. A la madera pura y dura siguió el carbón, de sorprendente poder calorífico; motor de fábricas, forjador de hierros y aceros, y origen de una espectacular proliferación de chimeneas industriales, ingeniosos inventos de los homo sapiens para delegar en los cielos la tarea de eliminar los humos indeseados. Pero tras un siglo de quemar los residuos del carbonífero, un nuevo combustible iba a cambiar, otra vez, el panorama energético de nuestro planeta. Porque en 1859, el mismo año en que Charles Darwin publicó “El Origen de las Especies a Través de la Selección Natural”, un coronel de nombre Drake perforó en Pennsylvania el primer pozo petrolífero.
Si el carbón había impulsado la revolución industrial en el siglo XIX, el petróleo iba a tomar el relevo para hacer del siglo XX el siglo de los cambios globales. Si una minería del carbón pujante había sido la marca de los estados dominantes del XIX, la industria del petróleo iba a ungir a las multinacionales hegemónicas del XX. La industria del oro negro iba a alimentar y a alimentarse del concepto Ford-T y la producción en cadena, de dos guerras mundiales y una fría, del turismo de masas y la sociedad de consumo.

Como resultado, los privilegiados por haber nacido consumidores, gastamos y dilapidamos hoy más energía exosomática que nunca, y lo hacemos a un ritmo creciente. Situación en verdad insostenible.

¿Adicción a la energía?

Sociedad Kilocalorías por persona dia

Primitiva 2,000
Cazadores recolectores 5,000
Agrícola primitiva 12,000
Agrícola avanzada 20,000
Industrial antigua 60,000
Industrial moderna

(otros Países desarrollados 125,000
Industrial moderna (USA) 230,000


Y ¿de dónde procede toda esa energía?

Del sol, naturalmente. Del sol que brilló durante los 60 Millones de años del periodo carbonífero, hace 300 millones de años, en el caso del carbón, y del sol que brilló hace 10-200 Millones de años en el caso del petróleo y el gas natural. Plantas gigantes en el primer caso y microorganismos marinos en el segundo tuvieron a bien fijar el CO2 de aquellos aires en sus biológicos tejidos gracias a un sol prácticamente inmutado desde entonces. De forma que nuestra estirpe de revolucionarios industriales y post-industriales está convirtiendo en humo su capital de combustibles fósiles. Capital, que no renta, dada la dimensión geológica de sus plazos. Se trata de un verdadero capital, de un recurso valioso, con el que se podrían fabricar innumerables productos químicos y farmacéuticos, polímeros y plásticos, pavimentos o pistas de tenis, entre muchos otros posibles.
Quemar combustibles fósiles es como quemar los muebles de nuestra casa. Y también los de la de nuestros hijos.
El tema es que cada vez hay más signos de que en ese estado está la producción petrolera mundial. Desde el año 2000 la producción de crudo, en todo el mundo, no crece. Para varios geólogos, esto es señal de que el agotamiento del Petróleo en todo el planeta está muy próximo.
Se estima que no hay nuevos yacimientos de petróleo a descubrir, que tengan capacidad significativa. Con este dato, las previsiones más conservadoras apuntan a que llegaremos al Peak del Petróleo alrededor del 2010. Pero muchos observadores suponen que ya lo hemos pasado en el mismo 2000.

La producción de crudo en los EEUU (arriba) alcanzó su máximo en 1970, siguiendo las predicciones. Cuando la producción mundial alcance el suyo se habrá acabado para siempre el petróleo barato
Fuente: Science, vol.281, Aug.21,1998,p.1128; C.Campbell & J.Laherrere

¿Y cuál es el problema?

El problema no es el agotamiento del petróleo. Petróleo seguirá habiendo al menos por 100 años más. Pero habrá cada vez menos, cada vez será más cara su extracción. La era del crudo barato dejará de existir. ¿Y entonces? Entonces el problema está en la demanda.

Todas nuestras tecnologías e industrias están relacionadas, en algún punto, con productos o subproductos del petróleo, y especialmente dependen de la producción de energía barata. El petróleo produce el 80% de la energía de nuestra civilización. El petróleo y gas se usan para producción de energía eléctrica, transporte, lubricación, maquinaria agrícola, producción de fertilizantes y pesticidas, producción de plásticos y materiales compuestos o sintéticos. A la vez es base de multitud de productos químicos y farmacéuticos. Si no es integrante de los productos, la energía barata que proporcionan, facilita su producción.
En varios de estos procesos, para el petróleo no hay sustitución.
Toda esta estructura (replicada en todos los países) fue diseñada y perfeccionada en los ´50 -´70, época en la que el petróleo no sólo era muy barato, sino que se estimaba que seguiría en igual situación por lo menos durante un siglo más. Luego vino la crisis petrolera de los ´70, los conflictos en Medio Oriente, recesiones económicas en esa década y la de 1990, cuando hubo episodios de escasez de crudo que se pudieron superar.

Pero hoy la situación es diferente.
Hoy somos 6400 millones de personas, no 4000 como en 1975, y la demanda se multiplica porque además de que en EEUU, Europa y Japón el consumo energético no deja de crecer, se suman China y la India al club. Media humanidad busca mejorar su estándar de vida intentando igualar el modo de vida de los Estados Unidos y eso implica igualar (al menos) su consumo energético. ¿Pero cómo puede conseguirse eso frente al agotamiento de la producción petrolera?
Forzosamente vamos a una época de escasez energética. No se trata del transporte, de los autos. Eso sería el comienzo. Se trata de que sea escaso el gasoil para las cosechadoras, que cada vez sean más caros los fertilizantes y los insecticidas. Se trata de que haya energía para bombear agua y/o distribuirla para riego o para consumo en las ciudades. Se trata del transporte para que las cosechas y la carne lleguen a los mercados. Un crecimiento del costo del crudo es un crecimiento del costo de los alimentos, del agua potable, los servicios básicos, la salud pública. Y la población planetaria sigue en aumento.
¿Es casualidad, en este contexto, la conducta de los Estados Unidos respecto de países que (nueva casualidad) son productores de petróleo? Estados Unidos depende casi exclusivamente de los combustibles fósiles. En el estado actual de su economía, la conversión de sus industrias a otras fuentes de energía implica un costo inadmisible. La opción más pragmática, siendo la superpotencia militar planetaria, es controlar a cualquier precio las reservas disponibles en todo el planeta. A nivel militar, el petróleo es un componente estratégico fundamental. China, inmersa en una expansión económica que le sería catastrófico detener, deberá tomar posición ante este problema. ¿Estamos viendo el comienzo de una "partida de ajedrez" entre EEUU y China sobre el tema energético? ¿Cómo quedan afectados Europa y Japón? ¿Qué papel tendrá la OPEP, y en especial las naciones del Medio Oriente, fuente de petróleo del planeta? ¿Estaremos viendo el nacimiento de una nueva Guerra Fría?
Sumemos además el problema del cambio climático, que afecta las cosechas, que posiblemente consiga la elevación del nivel del mar y reduzca la disponibilidad de terreno cultivable. Crear diques y terraplenes, fertilizar terrenos nuevos o gastados, recuperar terrenos antes anegados requiere energía y sin petróleo, ¿de dónde va a salir?

Existen energías alternativas (nuclear, solar, eólica, biomasa, metanol, hidrógeno). Se confía que con el alza del costo del petróleo esas energías tengan un costo relativo menor que el que tienen hoy, y "la acción del mercado" termine derivando capital para su desarrollo, perfeccionamiento y difusión, lo que compensaría la falta de crudo. Pero este razonamiento, según Richard Heinberg, puede ser falaz porque:

1) Ninguna de estas energías puede reemplazar al petróleo en facilidad de distribución y rendimiento energético
2) Todas estas energías tienen límites de eficiencia, o límites en su distribución, o riesgos en su empleo (que en comparación el petróleo no tiene)
3) El sistema de distribución energética planetario está en función del crudo y optimizado para él. Pasar a otras fuentes de energía implica la reconversión de este esquema de distribución, y también de reelaboración de productos, procesos e industrias enteras
4) Todo esto implicaría cambios sociales que llevan su tiempo. Imponer una nueva tecnología lleva 20-30 años, pero además hay que pensar en la reconversión del entorno energético completo. Si estamos en el Peak, ya es tarde: se calcula que los efectos violentos de la crisis empezarían para aproximadamente 2015

5) "La acción del mercado" no es confiable ni lógica pues depende de los intereses de los inversores, no del cuidado del bien común. A los inversores posiblemente les convenga concentrarse en apuntalar hasta el límite el esquema energético petrolero, que ya está creado, con gasto de infraestructura mínimo, y que por eso requiere menos inversión. ¿Y qué problema hay mientras haya clientes que paguen? Cuando todo se derrumbe, posiblemente la energía alternativa sea opción, pero probablemente sea una opción implementada a medias: las nuevas energías necesitan energía para su desarrollo e implementación, energía que en el momento crítico será escasa.
6. Nuestra mentalidad toma como axioma la existencia de energía barata, de consumo ilimitado. No acepta la existencia de límites y umbrales. Reconvertir el patrón energético de nuestra civilización en función de esos límites implica en el fondo cambiar la sociedad, la economía, la organización política, pues todas dependen de ese patrón.

En esto consiste la verdadera dimensión del Peak del Petróleo: no es un problema "energético", o "tecnológico", sino sistémico. No alcanza con desarrollar fuentes de energía alternativas, ni con poderlas implementar. Se requiere un profundo cambio civilizatorio.

Hay que pasar de una cultura “exosomática” a una cultura “endosomática”.

Calentamiento global y ¿futuro?

Aunque sólo para algunos
(La pesadilla de Mad Max)

El calentamiento del planeta podría provocar el desplazamiento de más de 150 millones de personas para el año 2050, según un estudio presentado en una conferencia en Exeter realizada en enero de 2005.

Serán "refugiados del clima" que huyen de la subida del nivel de las aguas del mar o abandonan las tierras estériles para la agricultura.

India podría contar con 30 millones de desplazados debido a las inundaciones, mientras la sexta parte del territorio de Bangladesh podría desaparecer bajo las aguas o inhabilitarse para la agricultura a causa de los desprendimientos de terreno, explicó Rajendra Pachauri, presidente del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre la Evolución del Clima (GIEC o IPCC, según sus siglas en inglés), que trabaja bajo la égida de la ONU.
Según el IPCC, las temperaturas pueden aumentar hasta finales de siglo entre 1.4 y 5.8 grados con respecto de 1990. En consecuencia, el nivel del mar subiría de 9 a 88 centímetros. El calentamiento agravaría al mismo tiempo los problemas de la sequía o el acceso al agua potable, que ya sufren regiones enteras del planeta.
Más de mil 400 millones de personas viven en estas regiones, donde la población dispone de menos de cien metros cúbicos de agua por persona y por año, recordó Nigel Arnell, del Centro Tydall sobre el Cambio Climático (Universidad de Southampton). La mayoría vive en el sur y suroeste asiáticos, en Oriente Medio y en la zona mediterránea.
Para 2050 disminuirá la disponibilidad de agua en estas regiones, así como en algunas partes del continente americano. Entre 700 millones y 2 mil 800 millones de personas, en función del crecimiento de la población y de la gravedad del calentamiento, podrían verse afectadas.

A los desplazamientos de las poblaciones se suman graves problemas sanitarios. Entre el inicio de los 70, cuando la temperaturas comenzaron a subir, y el final de siglo, el calentamiento del planeta ha causado la muerte de unas 150 mil personas, debido, sobre todo, al recrudecimiento de enfermedades infecciosas y a la malnutrición.

Para 2020, ese balance puede doblarse, debido a las diarreas y malnutrición ligadas a las inundaciones, según Sari Kovats, de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres.

Estas proyecciones se basan en una progresión de las emisiones de gas de efecto invernadero que contribuirán al aumento de las temperaturas en unos 4 grados en relación con los años 90.

El cambio climático va a tener algunas consecuencias positivas para la salud", pero esencialmente en los países del norte, donde habrá menos olas de frío letales y donde las cosechas mejorarán, según este estudio.

Más allá de dos grados más, los riesgos "aumentarán significativamente", estimó Bill Hare, antiguo negociador de Greenpeace sobre el clima.

Este umbral de dos grados más acarreará "extinciones masivas de especies de animales y vegetales, el aumento del hambre en el mundo y de la escasez de agua e impactos sociales económicos graves, sobre todo en los países en desarrollo".

El origen y causa de todo:

Nuestra irrefrenable adicción al consumo
El Informe del Worldwatch Institute sobre La situación del mundo 2004 se tituló: “Más ricos y gordos, pero no más felices”. Allí se señala que el apetito de los consumidores ha disminuido la calidad de vida de ricos y pobres, y que el mundo consume bienes y servicios a un ritmo insostenible, con graves consecuencias para el bienestar de las personas y del planeta.
Cerca de 1.700 millones de personas (más de un cuarto de la humanidad) han ingresado en la “clase consumidora” al adoptar la dieta, los sistemas de transporte y el estilo de vida que durante la mayor parte del siglo XX estuvieron restringidos a los países ricos de Europa, América del Norte y Japón. Sólo en China, 240 millones de personas se unieron a las filas de los consumidores, una cifra que pronto superará a la de Estados Unidos
Los consumidores son definidos como aquellos que utilizan televisores, teléfonos e Internet, y que reciben la cultura y los ideales que estos medios transmiten. Casi la mitad de ellos viven ahora en países en desarrollo, que tienen el mayor potencial de expansión. “El aumento del consumo ayudó a satisfacer necesidades básicas y a crear empleo”, pero ese apetito se ha vuelto desmesurado, y “a medida que nos internamos en el nuevo siglo, perjudica los sistemas naturales de los que dependemos, y hace aún más difícil a los pobres del mundo satisfacer sus necesidades básicas”.

¿Mejoramiento o deterioro de la calidad de vida?
El alto porcentaje de obesidad y de endeudamiento personal, la falta crónica de tiempo y el ambiente degradado son señales de que el consumo excesivo disminuye la calidad de vida de muchas personas. El desafío ahora es movilizar a gobiernos, empresas y ciudadanos para que dejen de concentrarse en la acumulación desenfrenada de bienes y se aboquen a buscar formas de asegurar una vida mejor para todos” (C.Flavin).

El gasto privado, el monto invertido en bienes y servicios a nivel doméstico, se multiplicó por cuatro desde 1960 y superó los 20 billones de dólares en 2000, sostiene el informe sobre La situación del mundo 2004. El 12 por ciento de las personas que residen en América del Norte y Europa occidental representan 60 por ciento de este consumo, mientras un tercio de los residentes de Asia meridional y Africa subsahariana representan apenas 3,2 por ciento.
El informe mencionado destacó las diferencias del mundo actual: mientras la clase consumidora prospera, el resto de las personas permanecen sin poder satisfacer sus necesidades básicas. Los consumidores gastan unos 35.000 millones de dólares al año en agua envasada, pero 1.100 millones de personas, o una de cada cinco, carece de acceso al agua potable. Y mientras 1.120 millones de hogares (tres cuartos de la población mundial) tienen al menos un televisor, hasta 2.800 millones de personas sobrevivían con menos de dos dólares al día en 2002.
Hoy en día, los más ricos del mundo usan en promedio 25 veces más energía que los más pobres, y Estados Unidos, con sólo un 4,5 por ciento de la población mundial, libera un 25 por ciento de todas las emisiones de dióxido de carbono.

A escala mundial, la demanda de agua se triplicó. El número de grandes represas trepó de 5.000 en 1950 a más de 45.000 en la actualidad. En el último siglo, la mejora de la eficiencia de la producción hizo aumentar el consumo, señala el informe. Por ejemplo, los trabajadores industriales modernos producen hoy en una semana lo que a sus homólogos del siglo XVIII les llevaba cuatro años. En Estados Unidos, en el año 2000, se necesitaban sólo 12 horas para producir lo que en 1950 requería 40 horas de trabajo.

El gasto mundial en publicidad alcanzó 446.000 millones de dólares en 2002, casi nueve veces más que en 1950. Más de la mitad de esa cantidad la gastan los supermercados de Estados Unidos.

El costo del consumo para la salud

Así como la falta de recursos afecta la salud de los pobres, el consumo desenfrenado también cobra sus víctimas, dice el informe, sugiriendo que tener demasiado es tan peligroso como no tener suficiente. Por ejemplo, el tabaquismo provoca unos cinco millones de muertes al año. En 1999, los gastos médicos y la pérdida de productividad relacionados con el tabaquismo costaron a Estados Unidos más de 150.000 millones de dólares, casi 1,5 veces los ingresos de las cinco mayores empresas tabacaleras del mundo ese mismo año.

En Estados Unidos, se estima que 65 por ciento de los adultos tienen sobrepeso o son obesos, lo que causa un promedio de 300.000 muertes por año y en 1999 generó gastos médicos por 117.000 millones de dólares. Un estudio de más de 200.000 personas en 448 condados de Estados Unidos reveló que las personas que viven en barrios residenciales suburbanos caminan menos y pesan en promedio casi tres kilos más que aquellas que viven en áreas densamente pobladas. Los residentes suburbanos tienen tantas probabilidades de sufrir hipertensión como los fumadores. Además, el adulto estadounidense promedio pasa unos 72 minutos por día al volante, con frecuencia solo.
Las presiones horarias con frecuencia se vinculan con la necesidad de trabajar largas horas para sustentar hábitos de consumo, y para mejorar, almacenar o mantener posesiones. Los estadounidenses son los que más horas trabajan del Norte industrial, con 350 horas más al año (nueve más a la semana) que el promedio de los europeos.

La sección del informe que compara el gasto personal en artículos suntuarios con el dinero necesario para atender necesidades sociales o económicas acuciantes permite apreciar con claridad el sesgo del modelo mundial de gasto. Por ejemplo, ofrecer alimentos suficientes, agua potable y educación básica a los más pobres del mundo costaría menos que la cantidad invertida cada año en cosméticos, helados o comida para mascotas. El gasto anual en cosméticos asciende a 18.000 millones de dólares, mucho más de los 12.000 millones que costaría ofrecer atención médica a todas las mujeres del planeta.

¡Dominar el consumo!

El aumento del consumo en Estados Unidos, otros países ricos y muchos países en desarrollo es más de lo que el planeta puede tolerar, advierte el informe del Worldwatch Institute. Bosques, humedales y otros sitios naturales se reducen para dar paso a los seres humanos con sus viviendas, granjas, centros de compra y fábricas. Pese a la existencia de fuentes alternativas, más de 90 por ciento del papel todavía se hace a partir de los árboles, lo que insume cerca de un quinto de la cosecha mundial de madera.
Se estima que 75 por ciento de las pesquerías del planeta son actualmente explotadas al límite sustentable o sobreexplotadas. Y aunque la tecnología permite hoy una mayor eficiencia de combustible, los automóviles y otros medios de transporte usan casi 30 por ciento de la energía mundial y consumen 95 por ciento del petróleo.

Al mismo tiempo, la creciente insatisfacción con la actual tendencia de consumo ha llevado a grupos defensores de los consumidores, economistas, políticos y ambientalistas a desarrollar opciones creativas para atender las necesidades humanas y a la vez reducir el costo ambiental y social del consumo masivo.
El informe sobre La situación del mundo 2004 destaca una variedad de posibilidades para que los gobiernos, las empresas y los consumidores reduzcan y reorienten el consumo.

Cuatro ideas finales:
Lo más importante será darnos cuenta a tiempo de que la energía que mueve nuestra sociedad está en transición, de un modelo obsoleto a uno desconocido, uno por hacer, y que ahora es el momento de crearlo. En 1999 más del 1 por ciento del PIB mundial (413.000 millones de dólares) se gastó en publicidad.[1] De los 10 grandes anunciantes, 4 eran empresas automovilísticas. Nuestra sociedad sólo sobrevivirá si es capaz de reflexionar acerca de sus verdaderas necesidades y reordenar prioridades.

La historia de la ciencia nos muestra que es posible y que los grandes descubrimientos que han revolucionado nuestras vidas tienen su origen en pequeños núcleos de conocimiento y centros de investigación, que sólo necesitan algo de apoyo y un ambiente adecuado de libertad y creatividad para dar frutos.

Y la Historia nos enseña que los cambios civilizatorios siempre los han iniciado pequeñas minorías que un día deciden cambiar sus estilos y formas de vida.

Ahora es el momento para sembrar lo que acabará siendo la historia de nuestro futuro.

[1] Fuente: Informe del World Watch Institute. año 2000.

Un pequeño cuento:

Una vez, un padre de una familia acaudalada lleva a su hijo a un viaje por el campo con el firme propósito de que su hijo viera cuán pobres eran las gentes del campo. Estuvieron por espacio de un día y una noche completa en una granja de una familia campesina muy humilde. Al concluir el viaje y de regreso a casa el padre le pregunta a su hijo:
¿Qué te pareció el viaje?
- Muy bonito Papi.
¿Viste que tan pobre puede ser la gente?
- Si
Y qué aprendiste?
- Vi que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cuatro. Nosotros tenemos una piscina que llega de una pared a la mitad del jardín, ellos tienen un riachuelo que no tiene fin. Nosotros tenemos unas lámparas importadas en el patio, ellos tienen las estrellas. El patio llega hasta la pared de la casa del vecino, ellos tienen todo un horizonte de patio. Ellos tienen tiempo para conversar y estar en familia; tú y mi mamá tienen que trabajar todo el tiempo y casi nunca los veo.
Al terminar el relato, el padre se quedó mudo....y su hijo agregó:
"Gracias Papi, por enseñarme lo ricos que podemos llegar a ser !!!"


En esta vida hay cosas realmente importantes y valiosas que no siempre las vemos como tales... una amistad, un paisaje, un beso, una sonrisa....


Gandhi afirma que:

“Es robo tomar algo de otra persona, aún cuando nos lo permita, si no tenemos real necesidad de ello.No debiéramos recibir ni una sola cosa que no necesitemos. No siempre nos damos cuenta de nuestras necesidades reales, por lo cual la mayoría de nosotros multiplicamos impropiamente nuestras carencias, convirtiéndonos inconscientemente en ladrones. Si le dedicáramos alguna reflexión al tema, veríamos que podemos desembarazarnos de una gran cantidad de necesidades. Quien practique la observancia del no-robar, llegará a una reducción progresiva de lo que necesita. El origen de gran parte de la aflictiva pobreza que hay en el mundo son las violaciones al principio de no-robar.”

¿Cuánta energía estaremos robando diariamente a otros con nuestros actuales estilos de vida?

En nuestra vida muchas de las cosas realmente importantes y valiosas
no siempre las vemos
como tales...

Una amistad, un paisaje, un beso, una sonrisa....

Entonces ¿qué puedo hacer yo?
Algo tremendamente importante:

Decidir respecto a qué vida quiero tener

Si nos preocupa realmente la sustentabilidad pienso que habría que estar dispuestos a:
- evitar derrochar y consumir en exceso;
- suprimir el consumo de cosas que son altos consumidores de energía;
- buscar un tipo de desarrollo más personal y menos tecnológico;
- educarnos para disfrutar de una vida más rica y plena, más atractiva y placentera;
- reducir los horarios de trabajo;
- lograr un desarrollo más vivible, con vida afectiva y más vida familiar;
- reorientar esfuerzos y recursos a la educación.

- compartir más con aquellos que tienen menos;
-
Pregunta para la casa:

¿Qué podemos y debemos hacer cada cual desde su propio espacio, su trabajo, su familia, su mundo interior, para cambiar nuestras adicciones culturales y darle también una oportunidad a las generaciones venideras?


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