El escritor dominicano Junot Díaz figura entre los ganadores del codiciado premio Pulitzer, la distinción más alta del periodismo que se concede en EEUU desde 1917. Díaz, que nació en República Dominicana, profesor de escritura creativa en la Universidad de Syracuse, y editor de ficción de la revista Boston Review , logró su primer Pulitzer en literatura con su primera novela The brief wondrous life of Oscar Wao (La prodigiosa vida breve de Oscar Wao), de ficción, que publicó en el 2007.
Su obra trata sobre una saga de inmigrantes dominicanos. Es autor, además, de Drown (Ahogado), un libro en que reunió todos sus cuentos, publicados muchos de ellos en prestigiosas revistas literarias. Junot, cuya familia llegó a Nueva Jersey cuando él tenía siete años, escribe sobre la dura realidad de los inmigrantes hispanoamericanos en Estados Unidos, y ha recibido los premios Pushcart Prize XXII (1997), Eugene McDermott Award (1998), y el Guggenheim Fellowship (1999).
«Negocios» y «Aguantando» de Junot Díaz
Termino con algunos cuentos de Drown de Junot Díaz. Los textos se sitúan en parte en la República Dominicana y en parte en Nueva York. El trasfondo vuelve a ser la biografía de una familia, ya que los cuentos se interrelacionan, pues relatan diferentes escenas en la vida de Rafa, Yúnior y sus padres. Se trata de una evocación fragmentada, como lo son los mismos recuerdos. Los cuentos situados en Nueva York muestran de manera hiperrealista las escapadas del padre con otra mujer en que se ven implicados los hijos. Sobre todo se centran en la vida de jóvenes desorientados y racialmente discriminados que explotan su exotismo latino («Como salir con una morena, una negra, una blanca o una mulata»), tantean la droga («Aurora»; «Ahogado»), cometen pequeños robos («Edison, New Jersey»). A pesar de su vida cercana a la ilegalidad se les evoca con sentimientos muy humanos y son muy sensibles a veces, lo que hace la fuerza de estos textos. Los cuentos ubicados en Quisqueya describen la ferocidad de los niños con los marginados, más específicamente con un niño a quien un cerdo le comió el rostro («Ysrael» «Sin rostro») y el período de espera antes de que Rafa, Yúnior y su madre vayan a reunirse en Estados Unidos con su padre («Aguantando»). A diferencia de los textos de Pérez y Álvarez, la mujer no es la protagonista. Tampoco hay realismo mágico, los textos se han tildado de «street credibility», un realismo extremo. Si hay posibles alusiones a fuerzas sobrenaturales, este enfoque es tratado con ironía, como en el caso de Ysrael y su cara deformada: «Le dan miedo las operaciones, le da miedo que no cambie nada, que los médicos canadienses fracasen como fracasaron las santeras que pagó su madre, a pesar de que pidieron ayuda a todos los espíritus de la guía telefónica celestial» (Díaz 1996: 152). Me interesa comentar «Negocios» y «Aguantando», un díptico con título español también en el original en inglés. Tratan respectivamente las fortunas y adversidades del padre cuando llega a Estados Unidos y la espera frustrada del resto de la familia en Santo Domingo. En «Negocios» el acento está en la dureza de sobrevivir y conseguir trabajos en Estados Unidos, este país de los sueños por realizar que es un «infierno helador» (Díaz 1996: 171). Tampoco sorprende que el padre sea víctima de una estafa para legalizar su situación, pero finalmente se las arregla para casarse con una dominicana, Nilda, ocultando la existencia de su familia anterior. No predomina la añoranza de su familia, intenta olvidarla, aunque son ellos, el abuelo materno junto a otros amigos más, quienes hicieron posible su viaje en el típico gesto de solidaridad tan dominicano donde nadie nunca dice «vete pa’l carajo» (Díaz 1996: 77). Tampoco exalta su país natal desde Estados Unidos. En las comparaciones que el padre establece entre Estados Unidos y su país, siempre sale ganando el primero: se asombra de las calles limpias en Estados Unidos, las mujeres latinas en Miami lucen mejores por tener mejor dieta y más productos de belleza que allá. La República Dominicana es considerada la periferia, tal como lo ilustra un mapa en el que «[...] recorría la costa con un dedo, enunciando lentamente los nombres de las ciudades, procurando imitar los espantosos crujidos del inglés. La costa norte de nuestra Isla asomaba por la esquina inferior derecha del mapa» (Díaz 1996: 165). Ni siquiera en un breve viaje de regreso, durante el cual no visita a su familia cada vez más pobre, le entra la nostalgia: «En la ciudad reinaba un calor horroroso; el polvillo rojizo le resecaba la garganta y le taponaba la nariz. La pobreza, los niños sin asear que señalaban sus zapatos nuevos, las familias agazapadas juntas delante de las chabolas... todo era familiar y sofocante» (Díaz 1996: 189). Se siente como un «turista en la guagua de Boca Chica, (...)» (Díaz 1996: 190). Pero esto no impide que siga actuando como buen macho dominicano: toma con los amigos, tiene su orgullo, y se acicala para conquistar a las mujeres: «A fin de cuentas, su generación se había destetado con la chifladura que tenía el Jefe por la elegancia: no en vano poseía casi diez mil corbatas la víspera del día en que lo asesinaron. Vestido como estaba, atildado y serio, papi podría parecer extranjero, pero nunca pasaría por un mojado» (Díaz 1996: 162). Cuando Nilda se entera por «una concatenación de amistades» –otro elemento de la idiosincrasia dominicana– de que su esposo ya tiene otra familia,»[e]staba molesta, y papi tuvo que hacer una de sus más espléndidas actuaciones para convencerla de que nosotros ya no le importábamos» (Díaz 1996: 179). El padre que es tan autoritario y machista como en los textos de Loida Maritza Pérez o en Álvarez, es bajado de su pedestal gracias a la ironía.Si leemos la contrapartida de las andanzas del padre en «Aguantando», vemos que la situación en los suburbios de Santo Domingo donde viven la madre, Yúnior y Rafa, (8) no es muy diferente de lo que experimenta el padre. El trabajo para la madre es igual de agotador: diez horas al día en una fábrica de chocolate sólo le procuran un sueldo de miseria y ni siquiera es capaz de cuidar siempre a sus hijos, de manera que los manda a la familia en verano y en tiempos de penuria. Si hay cucarachas en Nueva York, en los suburbios de la capital hay ratas. Tampoco es muy seguro el barrio en que viven, por lo que la madre pide a algún compañero que la acompañe hasta el umbral de su casa después del trabajo. A pesar de la situación precaria, la vida en la ciudad supera a la del campo al decir de la madre: «Éramos pobres. Para haber sido más pobres habríamos tenido que vivir en el campo o haber sido inmigrantes de Haití, y ambas ideas nos la ofrecía mami muchas veces a modo de brutal consuelo» (Díaz 1996: 74). A Rafa y Yúnior el campo les provoca aburrimiento: no pasa nada, no es ningún lugar idílico. La cohesión de la familia también se ve más amenazada que en los libros anteriores: así la madre desaparece durante cinco meses para superar la desilusión de que su marido no cumpliera su promesa de regresar a buscarlos. Los niños mientras tanto se quedan con el abuelo. El padre se convierte en una quimera de un hombre que regresaría repleto de cadenas de oro en un flamante coche. La ironía y la narración desde la perspectiva de Yúnior despojan las evocaciones de cualquier sesgo patético. Concepción Bados Ciria advierte que en Díaz «la República Dominicana representa el lugar de la corrupción, la pobreza y la frustración totales» (2000: 207), pero también se pueden aplicar estas calificaciones al mundo estaounidense en que se desenvuelve el padre. Junot Díaz no cede ante su objetivo de arrancar las máscaras y de mostrar la existencia también en su fealdad y su realidad sin ambages, en Estados Unidos y en la República Dominicana. Por eso tal vez la primera narración se centra en el intento de Rafa y Yúnior de sacarle la máscara al niño de la cara mutilada «Ysrael». Hay que enfrentarse a la sordidez de la existencia y no vivir con máscaras e ilusiones, por muy crudo que sea lo que se esconde detrás. La desmitificación de los estereotipos sobre la República Dominicana es total.
Rita De Maeseneer :Profesora de la Universidad de Amberes, Bélgica. Acaba de aparecer su libro Encuentro con la narrativa dominicana contemporánea, Madrid-Frankfurt, Iberoamericana-Vervuert.
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Los Premios Pulitzer son una serie de 21 galardones que abarcan periodismo, literatura y composición musical, considerados como la más alta distinción para las obras publicadas en los Estados Unidos. Se entregan anualmente, en torno del mes de abril.
Tabla de contenidos.
1 Historia
2 Categorías
3 Los nuevos tiempos
4 Premios que ya no se otorgan
5 Lista de premiados
5.1 Novela
5.2 Poesía
5.3 Teatro
5.4 Música
5.5 Cómic
6 El Pulitzer y la cultura popular
7 Enlaces externos
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