viernes, 23 de mayo de 2008

El origen del «DIA DE LA MADRE»





Desde el inicio de la civilización, el ser humano ha festejado en un día concreto a la Madre. En la antigüedad también se festejaban a esto seres tan importantes como son las, madres.
Los egipcios celebraban a Isis como su madre, que se autofecundo reuniendo las partes desmembradas de su hermano-marido Osiris, quien fuera descuartizado por su celoso hermano Seth.

Los griegos celebran a Gaia la madre tierra, compartía con Rhea, la madre de los dioses incluyendo a Zeus, las festividades del día de la madre.

Los romanos celebraban en la misma fecha un siglo después de los egipcios y los griegos, a la diosa Frigia Cibeles o Magna Master, la gran madre, con el advenimiento del cristianismo, en la misma fecha se difundió en Europa, en donde se festejaba antes de Pentecostés a la Madre Iglesia.

Se inicia el año 1600, un decreto clericales Inglaterra estableció por primera vez un día de las Madres” humano para permitir a los hijos que trabajaban en diferentes regiones reunirse con sus madres un domingo antes de Pentecostés.
El “Día de las Madres” como lo conocemos hoy se instauró en los Estados Unidos en 1870 por Julia Ward Howe, quien doce años antes había escrito el Himno de Batalla de la República, y que estaba tan consternada con la carnicería que significaba la Guerra Civil, en donde hijos de unas madres mataban a hijos de otras madres en una futilidad despiadada, que hizo un llamado para crear el Día Internacional de las Madres para celebrar la paz y la maternidad.
El “Día de las Madres” como lo conocemos hoy se instauró en los Estados Unidos en 1870 por Julia Ward Howe, quien doce años antes había escrito el Himno de Batalla de la República, y que estaba tan consternada con la carnicería que significaba la Guerra Civil, en donde hijos de unas madres mataban a hijos de otras madres en una futilidad despiadada, que hizo un llamado para crear el Día Internacional de las Madres para celebrar la paz y la maternidad.
Julia financió durante años la celebración en muchos estados de la Unión Americana, hasta que se le acabó el dinero en 1873. La ciudad de Boston continuó observando la festividad por diez años más.

Anna Reeves, una mujer emprendedora del estado de Virginia Occidental, retomó incansablemente el esfuerzo de Julia, luchando por la reunificación de familias y vecinos separados por la Guerra Civil. A su muerte, su hija Anna Jarvis, consiguió en 1908 que en memoria de su madre, la iglesia metodista de San Andrés en el pueblito de Grafton, Virginia, celebrara el diez de mayo como el primer “Día de las Madres por la Paz”. Anna Jarvis dedicó entonces toda su energía para la creación del “Día de las Madres”, renunciando a su trabajo de recorrer su país, presentando peticiones para firma a los congresos locales, grupos sociales, empresarios, periódicos y líderes de opinión.
En 1912 el Estado de Virginia declaró por primera vez el 10 de mayo como Día de las Madres, y en 1914 el presidente Woodrow Wilson decretó el segundo domingo de mayo como el día de observancia a nivel nacional, para no entorpecer las actividades entre semana. La celebración se extendió por toda la Unión Americana, Canadá, México y Europa, convirtiéndose en la fecha más importante de compra de flores, con aumentos extraordinarios en los precios.
de la comercialización excesiva del “Día de las Madres”, y en 1923 demandó legalmente a varias empresas intentando impedir que se llevaran a cabo eventos puramente comerciales con el nombre de “Día de las Madres”.
En 1930 fue arrestada por alterar la paz pública. Anna Jarvis murió en 1948, ciega y sin saber que, anónimamente, la Confederación de Floricultores de los Estados Unidos había pagado su manutención en un asilo en los últimos años.
Cuando Dios creó a la madre

Dios, que andaba ocupado en crear a las madres, llevaba ya seis días trabajando extraordinariamente. Se le presentó un ángel y le dijo:

- Trabajas demasiado, Abba.

Y el Abba Dios le respondió:
- ¿Es que no te has leído todas las condiciones que debe reunir este encargo?

Esta criatura tiene que ser lavable de pies a cabeza, pero sin ser de plástico; llevar 180 piezas movibles, todas reemplazables; funcionar a base de cafés y de las sobras de la comida. Poseer un regazo inmenso que no se note cuando se ponga de pie; un beso capaz de curarlo todo, desde una pierna rota hasta un amor frustrado… y seis pares de manos.

El ángel, confundido, exclamó:
- ¿Seis pares de manos? ¡Eso no es posible!
- No son las manos el problema -agregó el Abba Dios- sino los tres pares de ojos.
- ¿Y eso para el modelo normal?, preguntó el ángel.
- Uno para ver a través de la puerta cerrada siempre que pregunte: «niños, ¿qué andáis haciendo?, aunque ella lo sepa perfectamente. Otros, detrás de la cabeza para ver lo que preferiría no ver nunca, pero necesita saber. Y, desde luego, los de delante para mirar a su hijo en apuros y decirle, sin pronunciar siquiera una palabra: «Ya entiendo, hijo, aquí me tienes y te quiero mucho».

El ángel le tiró de la manga, y le advirtió tímidamente:
- Vale más que te vayas a la cama, Abba, y mañana será otro día…
- No puedo, y además ya me falta poco. Debe ser alguien que se cura por sí sola cuando está enferma, que sea capaz de sacar tiempo de su horario apretadísimo para tener preparada la comida, hacer milagros con el poco dinero que entre en casa, y de convencer a un crío de nueve años de que se esté quieto bajo la ducha, y contarle un cuento capaz de ayudarle a dormir.

Lentamente, el ángel dio la vuelta alrededor de uno de los modelos de madre hechos por Dios:
- Me parece demasiado delicado -comentó con un suspiro.
- Pero es muy resistente -aseguró Dios emocionado-. No te puedes hacer una idea de lo que es capaz de hacer y sobrellevar.
- ¿Podrá pensar?
- ¡Claro! Y razonar, y sobre todo comprender y perdonar.
Por último, el ángel se inclinó y pasó una mano por la mejilla de una de aquellas madres.
- ¡Tiene una fuga!
- No es una fuga, es una lágrima.
- ¿Y para qué sirve?
- Para expresar gozo, aflicción, desengaño, soledad y orgullo.
- Eres un genio, Abba -dijo el ángel-.
Y Dios, con un cierto aire de tristeza, susurró: - ¡Yo no se la puse!
Lo malo es que nunca tendrá descanso y jamás obtendrá ni la mitad de amor que ha derrochado y por eso: ¡¡¡Le doy mi bendición muy especial!!! .

Ésta es mi Creación Perfecta. Yo mismo experimentaré sus mejores dones cuando me haga hombre, porque pondré a mi Hijo entre sus manos.


(Fuente:Ciudad Redonda)

No hay comentarios: