jueves, 25 de diciembre de 2008

Insectos asombrosos
















Singular muestra de inteligencia

Los humanos no son los únicos con la capacidad de aprender.


Es un hecho comprobado que los insectos aprenden y recuerdan lo aprendido. Las mariposas aprenden la forma de las hojas de sus plantas hospederas favoritas y el color de sus flores durante la búsqueda de fuentes de néctar.

Asimismo, una avispa parasítica aprende el patrón de colores y los olores del hábitat de su hospedero. Los saltamontes aprenden a no comer plantas que les causen trastornos estomacales.

Las avispas de papel usan los olores del nido para distinguir entre compañeros de nido e intrusos. De igual manera, los machos de las damiselas aprenden a reconocer los machos andropomórficos (que imitan a las hembras) de las hembras verdaderas.

Las mariposas aprenden la forma de las hojas de sus plantas favoritas y el color de sus flores durante la búsqueda de néctar. Archivo / AP

Las moscas aumentan su percepción de profundidad con la experiencia, mientras que las abejas aprenden y memorizan la secuencia de los puntos de referencia visual entre la colmena y el campo de flores, así como la distancia entre los mismos.

Por su parte, las mariposas cebras regresan noche tras noche a las plantas donde pernoctarán durante varios meses, por lo que es obvia su capacidad para recordar. Estos ejemplos ilustran lo generalizado y documentado que está el fenómeno del aprendizaje y memoria entre los insectos.

¿Por cuánto tiempo recuerdan lo aprendido?

Algunos insectos sociales, particularmente las abejas, poseen memoria a largo plazo. Las abejas han demostrado la capacidad para recordar información sobre la localización de fuentes de néctar y polen por semanas.

Las cucarachas también son capaces de desarrollar memoria a largo plazo, a través de asociaciones visuales y olfativas.

Recientemente estudios científicos realizados con la cucaracha fatula han demostrado que su habilidad para aprender está asociada con su reloj biológico. Las pruebas de laboratorio demostraron una mayor capacidad de aprendizaje durante la noche, cuando las mismas están más activas.

Un interesante caso de aprendizaje y memoria a corto plazo en insectos es el comportamiento de defensa de las cucarachas silbadoras de Madagascar. El nombre común de estas cucarachas se refiere al hecho de que cuando son perturbadas silban para ahuyentar a los posibles depredadores, este sonido es producido cuando la cucaracha es capturada y manipulada.

Sin embargo, después de un periodo de tiempo la cucaracha aparenta reconocer que este comportamiento de defensa no es funcional y deja de silbar. Este comportamiento se repetirá si es capturada nuevamente, lo que indica que la cucaracha puede recordar la experiencia solo por un corto periodo de tiempo

La mayoría de los estudios sobre aprendizaje y memoria en insectos se concentran en insectos sociales como las abejas y hormigas.

Sin embargo, hallazgos recientes demuestran que insectos solitarios tales como mariposas, orugas y avispas tienen una capacidad de aprendizaje y memoria probablemente mayor de la de los insectos sociales.

El aprendizaje asociativo en los insectos incluye la aversión a alimentos, como se ha demostrado en avispas, saltamontes, mantidos y orugas, los cuales evitan fuentes de alimentos asociadas con males estomacales.

Una de las preguntas más interesantes respecto a la memoria y el aprendizaje asociativo es: ¿Si un insecto puede o no recordar en su etapa adulta lo aprendido en su etapa inmadura? Estudios recientes en la Universidad de Georgetown, donde se demostró que una alevilla puede recordar lo que aprendió como oruga, contestan afirmativamente esta pregunta.

Durante el estudio, orugas cornudas fueron condicionadas a evitar olores asociados con pequeños choques eléctricos. Cuando las alevillas emergieron, exhibieron un comportamiento de aversión a los olores asociados con los choques eléctricos recibidos durante su etapa de oruga.

Sin embargo, las alevillas que fueron expuestas al tratamiento cuando tenían tres semanas o menos no exhibieron este comportamiento, concluyéndose que no pudieron recordar la asociación entre olor y choque eléctrico.

La autora es catedrática del Recinto Universitario de Mayagüez y coordinadora del proyecto del Museo de Entomología y Biodiversidad Tropical.


Consulta: Por Rosa Amelia Franqui Rivera.
La autora es catedrática del Recinto Universitario de Mayagüez y coordinadora del proyecto del Museo de Entomología y Biodiversidad Tropical.
El Nuevo Día

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