domingo, 20 de febrero de 2011

MEDIOAMBIENTE



¿Adiós, Potosí?

La cima del más afamado cerro de nuestra región se hunde. Otro Patrimonio de la Humanidad a punto de irse irremediablemente a pique, como el Titanic

Por MAGGIE MARÍN (inter@bohemia.co.cu)

(20 de febrero de 2011)

Cráter en la cima del cerro de Potosí
Las lluvias pueden causar un nuevo desplome.
Ahora las operaciones extractivas
comienzan 300 metros más abajo
(Foto: INTERNET)

Los desastres no quieren darnos tregua. Una auténtica mala racha de tales fenómenos dijo “aquí estoy yo” hace cosa de una década, el asunto pasó a mayores en 2010, y este año comenzó movidito y fatal.

En los instantes en que escribo estas líneas, la cima del Cerro Rico de Potosí, la montaña más famosa de Nuestra América, que aportó tan fabulosas riquezas durante cinco siglos, que aparece en el escudo nacional boliviano, está colapsando. Y aunque no es la primera vez que sufre evidente deterioro, hoy este es más grave.

La veta argentada del histórico collado de cuatro mil 782 metros de altitud sobre el nivel del mar fue descubierta en 1545 por el pastor quechua Diego Huallpa, al encender una fogata para mitigar el brutal frío andino. Guardó el secreto del suculento yacimiento cuanto pudo, pero los españoles se lo birlaron y el 21 de abril del propio año el capitán Juan de Villarroel se anotó en el registro público como su genuino descubridor.

Cerro Rico de Potosí
Cerro Rico de Potosí fue una gran operación
minera de los colonizadores. Con plata se
pavimentaron las calles de la ciudad, se
abasteció la Europa renacentista y se
financió la expedición de la Armada Invencible
(Foto: INTERNET)

A partir de entonces, el cerro surgido hace 13,8 millones de años, cuando desde el interior de la tierra un voluminoso cuerpo magmático de origen ígneo trepó como bola de fuego y se elevó a la superficie, y que en sus primeras tres centurias de explotación le arrancó la vida a ocho millones de indígenas, fue el más saqueado de la región. De hecho, no ha cesado de producir, aunque, cansado de regalarse tanto, ahora no entrega las fabulosas cantidades de antaño.

Ello explica que la ciudad homónima, situada 430 kilómetros al sur de La Paz, sea una de las más pobres de Bolivia, aun cuando es uno de los mayores destinos turísticos del país. Su época de auge y probada gloria, cuando se dieron allí cita “los capitanes y los ascetas, los caballeros de lidia y los apóstoles, los soldados y los frailes” y hasta las herraduras de los caballos eran de plata; cuando, en fin, desde allí le “manaba plata” a la corona española, es parte del pasado.

Regio pasado, por supuesto, el de esta población a la que Carlos V otorgó el título de Villa Imperial y que, como nos advierte Eduardo Galeano en su emblemática obra Las venas abiertas de América Latina, llegó a estar entre las más grandes y ricas del mundo y a tener más habitantes que Sevilla, Londres, Madrid, Boston, Roma o París, en tiempos en que aún Nueva York no se llamaba así.

Tanto es así, que por estos días se recuerda que fue Miguel de Cervantes Saavedra quien puso en boca de su Don Quijote la popular frase “vale un Potosí”, auténtica metáfora del significado de la montaña para los peninsulares, expertos en no parar mientes si de saquear nuestras riquezas se trataba.

¿Qué explica este derrumbe?

Un minero, pala en mano, de pie en una de las galerías subterráneas del cerro de Potosí
Mineros cooperativistas explotan el cerro a
través de cinco mil bocaminas, auténticas
galerías subterráneas rústicas
(Foto: INTERNET)

Según funcionarios de la estatal Corporación Minera de Bolivia (Comibol), al también conocido como “cerro de plata” le han hecho daño las fuertes lluvias que han azotado a buena parte de Sudamérica. Por tanto, su cráter, que en junio de 2010 tenía 18 metros de calado por ocho de ancho, hoy se deprime hasta los 22 metros y su ancho se ha más que duplicado: alcanza los 17 metros.

Aunque no es todo. Para Gabriel Arancibia, presidente regional de la Comibol, la causa principal son las galerías abiertas bajo tierra por la sobreexplotación del cerro. “Hay que considerar que entre 1915 y 1985 los empresarios privados explotaron los yacimientos de forma masiva y descontrolada. Se calcula que sacaron 700 mil toneladas de mineral durante esa época, y se debilitó el terreno”, dijo Arancibia. “En estos momentos estamos monitoreando el cráter para asegurarnos de que no se amplíe”.

De tal suerte, este 23 de enero las autoridades bolivianas advirtieron que un nuevo derrumbe sería una potencial amenaza para los cerca de 15 mil mineros independientes que trabajan en las 510 galerías que corren por las entrañas de este yacimiento de plata, plomo y zinc, declarado por Bolivia Monumento Nacional, y Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Con un ambiente festivo como fondo, el presidente boliviano Evo Morales habla al pueblo durante una visita al cerro de Potosí
El cerro de Potosí, una de las mayores minas
de la hermana nación andina, es visitada
por el presidente Evo Morales
(Foto: INTERNET)

Tengamos en cuenta igualmente que, además de estos trabajadores, organizados en la Federación de Cooperativas Mineras (Fencomin), la mina es explotada por la empresa San Bartolomé, filial de la estadounidense Coeur D'Alene, un emporio que, según todo indica, no va a prestar la menor atención a este problema.

Félix Gonzáles, gobernador del departamento de Potosí, donde se hallan la ciudad y el monte, coincide con Arancibia, y asegura que más allá de los rigores del clima, la sobreexplotación sufrida por el cerro desde la época colonial derivó en una seria afectación de su estructura y, por ende, en el riesgo inminente del desplome. La cima "está totalmente fracturada y va a seguir deteriorándose", asevera Gonzáles, quien declaró al cerro “zona de desastre”.

También para el viceministro de Minería, Héctor Córdoba, fueron "las explotaciones mineras de la primera mitad del siglo XX las que dejaron la parte alta del cerro en estado de cáscara". Urge, precisó, tomar una decisión en consenso. Y amplió que hay cráteres en otras seis zonas, pero el que nos ocupa llama más la atención, por tratarse de la cresta de la montaña.

En primer plano, una vista de la ciudad de Potosí, y al fondo el cerro de Potosí, que se alza en la Cordillera Oriental de Los Andes
La ciudad de Potosí, a los pies del mítico
cerro, que se alza en la Cordillera Oriental
de Los Andes
(Foto: INTERNET)

Otra instancia estatal, el Ministerio de Culturas, ha patentizado su inquietud y procura que sus criterios pesen a la hora de tomar decisiones. El año pasado solicitó un informe técnico del estado del cerro para evaluar la situación y tomar medidas. Informe que según se ha dicho, se encuentra en las últimas etapas de elaboración.

“Tenemos que saber exactamente qué ha sucedido para determinar qué camino vamos a tomar”, expresó el jefe de la unidad de monumentos, Freddy Riveros, y reconoció que el problema excede la jurisdicción de esta cartera. “Existe una problemática social que no podemos ignorar. Muchas personas trabajan allí”, afirmó.

Por ende, la prioridad ahora es la antes mencionada: que la empresa estatal minera refuerce y rellene las áreas afectadas, para que la lluvia no penetre en las zonas bajas de la montaña, e impermeabilizar el terreno de la parte alta, para detener el desplome.

Soluciones definitivas

Primer mapa de Cerro Rico de Potosí
Primer mapa de Cerro Rico de Potosí, la mina
de plata más rica del mundo, puntal de la
colonia española en América

Se sabe que en junio deberán estar terminados los estudios geológicos que se realizan en el lugar, de los que dependerán las decisiones definitivas sobre las perspectivas de explotación del yacimiento. Y el propio viceministro antes citado ha dicho que es prioritario preservar el cerro y sobre todo la seguridad de los mineros.

Pero en medio del drama subyacen tensiones y ciertas discrepancias en el seno de las autoridades cívicas de Potosí: entre quienes abogan por suspender la minería en el yacimiento para preservar la forma cónica del collado, y quienes apoyan continuar la explotación, porque de hecho esa es la fuente de la economía local.

Por su parte, el presidente de la Federación de Cooperativas Mineras de Potosí, Julio Quiñones, deslindó responsabilidad de ese sector en el derrumbe, al asegurar que sus afiliados solamente están operando en la parte baja del cerro. Y lo que ha pedido a Comibol es lo que ya se está acometiendo: a saber, el relleno de las áreas afectadas para que la lluvia no se filtre.
Porque, eso sí, hasta ahora ha habido coincidencia en suspender los trabajos extractivos a más de cuatro mil 400 metros.

El cambio climático sí incide

Escudo nacional de Bolivia, en el que aparece al centro el cerro de Potosí
Hoy la mina no tiene la forma cónica perfecta
que figura en el escudo nacional de Bolivia
(Foto: INTERNET)

Amén de que por lo que está aconteciendo en la cúspide del monte habría que incriminar sobre todo a los trabajos desmedidos y masivos de las empresas privadas, otra parte de la culpa parece descansar justamente en los efectos del cambio climático. Por ejemplo, la cima que ahora se hunde estaba cubierta por un casquete de hielo que se derritió en razón de las inusualmente elevadas temperaturas de los últimos tiempos, de manera que la especie de coraza que lo protegía ya apenas existe.

Y súmese a lo dicho que la evaporación del agua acelera el desprendimiento de rocas y tierra y el derrumbe de galerías.
De hecho, la evaluación general está en manos de una comisión estatal que no solo debe valorar las consecuencias del desplome, sino las medidas que deben adoptarse para proteger este fabuloso y mítico cerro. Mítico, entre otras razones, porque con lo que se extrajo de sus entrañas desde su descubrimiento hasta el siglo XIX daba para haber tendido un puente entre Potosí y Madrid, como escribió Galeano.

Les cuento que, cuando poníamos punto final a estas cuartillas, se informaba que una delegación integrada por autoridades nacionales, departamentales y organizaciones locales de Potosí inspeccionaría la abatida cumbre, medida que apunta a establecer acciones precisas para evitar el colapso del antológico Cerro Rico.

Sumaj Orcko

En Potosí, departamento suroccidental de Bolivia que se extiende por 118 mil 218 km², se encuentra el Cerro Rico (Sumaj Orcko o cerro hermoso en lengua quechua), símbolo de la riqueza de esa región. Descubierta por ventura en 1545, el conquistador Gonzalo Pizarro se adueñó del asiento minero surgido alrededor del cerro que un año después dio lugar a la fundación de la ciudad de Potosí.

Pronto se reveló como la mina argentífera más rica del mundo y atrajo a muchos buscadores de oro y plata y a millones de nativos dispuestos a trabajar por jornadas o mitas.

Ubicada en plena cordillera de Los Andes y a tres mil 960 metros de altitud, la ciudad de Potosí, capital del departamento homónimo, es una de las ciudades más altas del orbe y centro minero que produce estaño, plata, cobre y plomo. Además, su patrimonio arquitectónico y su producción industrial figuran entre las más importantes de Bolivia. En 1611, con 150 mil habitantes, fue la mayor productora de plata del mundo. En 1825 semiagotada la plata, la población descendió a ocho mil habitantes. Creció de nuevo a inicios del siglo XX, al ampliarse la explotación de estaño, debido al aumento de la demanda mundial.

En 2008, tenía casi 165 mil habitantes. Actualmente, los filones de plata están prácticamente agotados.

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Fuente: Enciclopedia Encarta 2009

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