Bonó: Precursor de la
Historia Social Dominicana 3)
José Guillermo Guerrero
Sánchez.
Actualmente, en la conmemoración
del centenario de su muerte (1906-2006), aún es autor ignorado. En parte esto
se debió a su personalidad y estilo de vida. Dijo Luperón que vivía aislado
como crítica a la vida política del país y que era “amante del aislamiento”. En 1880 afirmó “vivo en
una localidad de donde nunca salgo”. Esto no es totalmente verdadero,
pues conocía bien los campos y caminos del Cibao, en especial Samaná, donde
describió a las ballenas de la zona.
La crítica que hizo sobre
el estado de los caminos y carreteras fue por conocimiento práctico. En sus
escritos se encuentran excelentes descripciones geográficas, excepto del Sur,
zona que parece no conoció.
De acuerdo a Rodríguez
Demorizi, su editor, tan olvidado ha sido Bonó –por la excusable recopilación
de sus escritos– que su nombre no aparece en obra tan completa como el panorama
histórico de la literatura dominicana de 1945 de Max Henríquez Ureña, ni en los
manuales de historia de nuestra literatura.
Hubo que esperar el
centenario de la Restauración, durante el gobierno democrático de Juan Bosch,
el 16 de septiembre de 1963, para la recopilación y publicación de su obra a
cargo del historiador –en aquel entonces presidente de la Academia Dominicana
de la Historia–, lo cual se hizo efectivo en 1964 con el título Los papeles de Pedro
F. Bonó. Para la historia de las ideas políticas en Santo Domingo.
La novela El Montero,
localizada en 1966, fue reeditada en 1968, aunque la
cronología de Los papeles se equivoca al decir que se publicó en
1848, año en que sí la escribió. Desde la década de 1950 Emilio
Rodríguez Demorizi y Vetillo Alfau Durán tenían abundantes trabajos de Bonó.
¿Por qué demoraron tanto tiempo las publicaciones? Por la naturaleza del autor.
Bonó no era grato a la dictadura de Trujillo, como tampoco lo es para las
posteriores democracias cosméticas.
A pesar de su actitud anti-intelectualista,
se le podría considerar el primer pensador crítico y ético dominicano, utilizando
el término de manera estricta, pero que en su caso no puede ser menos ambiguo.
Pensó “lo dominicano” desde múltiples perspectivas, cruzando planos sincrónicos
y diacrónicos, desde una perspectiva de vida muy lejana del ambiente social e
intelectual. La relación tensa entre intelectualidad crítica y sociedad la
expresó en su primer escrito de valía en el fragor de la lucha contra Báez, la
reforma constitucional de Moca y la Revolución liberal de 1857 al
decir:
“Cuando las instituciones
rigen a veinte generaciones sucesivas, se vuelven creencias y se identifican
con las sociedades; sólo el hombre pensador puede sacudir el yugo de las que
son erradas, mas cuánto no debe luchar para hacer que el vulgo las sacuda”.
Bonó ha sido estudiado
como politólogo, sociólogo o científico social. Pero habría que agregar de
inmediato lo que advirtió Pedro de San Miguel: “escritor disidente”. Se apartó
no sólo físicamente, sino también intelectualmente del ambiente social y
político dominante. Con Bonó apareció por primera vez el pueblo o las clases
populares –ligados al trabajo del campo– como categorías de la historia
dominicana:
“este mismo pueblo tan ardiente
y agitado, (…) se notará en todas las clases elementos de culminante vitalidad,
propensión decidida al progreso y además un trabajo latente de orden y
organización. El dominicano es gran trabajador (…) nuestro pueblo es bravo, audaz,
bondadoso, hospitalario, sencillo, trabajador, inteligente, emprendedor.
Separadamente individuo por individuo, es de lo mejor
que hay en el mundo (…). La clase de abajo es el cimiento de la patria”.
Bonó también critica el
conglomerado social: “tomado colectivamente es casi inútil (...) el fondo de nuestro
carácter nacional lo constituye el particularismo, el individualismo (…)”.
Se expresó en contra de los
juegos de azar, las galleras que llamó al igual que Espaillat academias de la
vagancia, la abundancia de días festivos y hasta de los convites. Consideró al
“vulgo” pasivo por las creencias y hábitos heredados de la dominación española.
El atraso económico y social del país afectaba a las clases superiores e
inferiores y producía un país sin vocación para la democracia ni para la virtud
política.
Raymundo González le llama
“intelectual de los pobres”.
Según este autor, en la
República Dominicana se ha construido un concepto de Estado al margen de los
sectores populares y su cultura. Aún en la actualidad, en el país las
investigaciones históricas apenas se han preocupado de estudiar las ideologías populares
y sus reflejos intelectuales, echando a un lado el problema de las clases
populares y su ideología en la conformación nacional. Para el autor, el
pensamiento de Bonó es excepcional y tiene enorme trascendencia a ese respecto,
a pesar de que no existen estudios sobre el desarrollo y aportes de su pensamiento.
Continuara.
Cortesía: Revista Clío.
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