EL LEGADO DE DUARTE
Introducción necesaria:
Por
considerarlo de interés para la comunidad de SABERESPERMANENTES, y en especial
para la comunidad estudiantel dominicana pone a la disposición la Conferencia
pronunciada por la Excelentísima Señora Vicepresidenta de la República
Dominicana, Doctora Margarita Cedeño de Fernández, en la Conferencia: “El
Legado de Duarte para los jóvenes”.
Conferencia
Mis
queridos jóvenes:
Tan
pronto se iniciaron las celebraciones por el bicentenario del natalicio de
nuestro Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte, el año pasado, me surgió la
iniciativa de escribir un diálogo imaginario de él conmigo, o mío con él.
Era
una especie de intercambio de ideas sobre la patria que él nos dejó, la que él
deseó y la Patria que nosotros vamos construyendo juntos en la actualidad.
No
soy una historiadora, ni una experta en
temas Duartianos, eso vamos a dejarlo a historiadores como Juan Daniel
Balcácer, o don José Joaquín Pérez Saviñón, o a los profesores Moya Pons,
Roberto Cassá, en fin.
Yo
lo que soy es una admiradora de Duarte como figura política, como organizador,
como hombre de valores, como humanista; admiro a Duarte como un académico de su época, como ejemplo
para todas las generaciones y, más que nada, soy admiradora de Duarte como
líder moral de una nación.
Al
reflexionar sobre la idea del legado de Duarte, me detuve en las siguientes
preguntas: ¿Cómo recuerdan los jóvenes a Duarte? ¿Qué aspectos de su vida
pueden y quieren emular? ¿Cómo hacemos que perdure para siempre el liderazgo
moral de Juan Pablo Duarte? ¿Cuál es el legado de Duarte para nuestra juventud?
La
pregunta principal es: ¿Quién tiene que ser Duarte para las jóvenes de hoy?
Abordemos
esta pregunta desde una realidad sobre la cual he venido trabajando y hemos
hecho apuntes en otras ocasiones: la promoción de valores y la necesidad que
tenemos como sociedad de contar con verdaderos referentes morales y éticos.
Tenemos
que fortalecer en el imaginario popular, y sobre todo en Ustedes los jóvenes,
los referentes morales que les sirvan de guía para sus acciones, que sirvan de
pilares o cimientos de nuestra sociedad.
La
moral remite a lo que está bien.
Entonces,
yo les propongo que en cada acción, que emprendan y para cada decisión que
tomen, siempre se remitan a Duarte y que lo reivindiquemos como nuestro
referente moral, el ejemplo a emular por todas las generaciones, pasadas,
presentes y, más que nada, las generaciones futuras.
Esa
es la razón que motivó este texto que estamos poniendo a circular en el día de
hoy. Yo quiero que los jóvenes dialoguen con Juan Pablo Duarte cada día y que
se alimenten de su sabiduría.
Yo
quiero que todos y sobre todo los jóvenes dialoguen con Juan Pablo Duarte cada
día y que se alimenten de su sabiduría para vivir y actuar conforme su legado y
haciendo honor a sus grandes sacrificios por legarnos esta Patria.
Patria
que construimos o destruimos cada dia
con nuestro accionar.
Lo
que les voy a plantear son algunos
aspectos de la vida de Juan Pablo Duarte, que lo convierten en nuestro
referente moral y ético, y en el mejor ejemplo para la juventud dominicana.
Vamos
a comenzar:
En
primer lugar:
Duarte
personifica la honestidad y la responsabilidad.
Y
aquí viene a mi mente el relato de aquella vez que Duarte administró unos
fondos que recibió de parte del gobierno recién formado luego de la gesta del
27 de febrero, cuando le fue encomendada la tarea de dirigirse hacia el sur,
encabezando un ejército que debía auxiliar a Pedro Santana, en la gestión que
culminaría en la victoriosa batalla del 19 de marzo en la provincia de Azua de
Compostela.
Ya
saben Ustedes que esta batalla, y posteriormente la librada aquí en Santiago de
los Caballeros el 30 de marzo, bajo el mando del General José María Imbert,
consolidaron nuestra Independencia.
Tal
y como lo registra la historia, a Duarte le fueron entregados $1,000 pesos para
costear las necesidades e imprevistos que se presentaran durante la campaña
militar.
De
esa suma, nuestro Patricio gastó $173 pesos y a su regreso a la capital, desde
Azua en Abril del 1844, hizo un pormenorizado informe al Gobierno, restituyendo
al Erario la suma de $827 pesos. Un informe preciso, que describía el destino
de cada centavo que le fue confiado por el Gobierno.
Esa
es una acción que muestra claramente su HONESTIDAD y su sentido de la ética en
el manejo de los fondos públicos.
La
honestidad que muestra Duarte, es un reflejo de su desprendimiento hacia lo
material, que es una actitud propia de personas honestas y responsables, como
él.
Es
una actitud del Patricio que fue ejemplo en otras épocas y es nuestra
inspiración y modelo hoy en día.
Creo
que quizás fue ese el ejemplo que siguió Ulises Francisco Espaillat, presidente
de la República en 1876, quién desempeñó un gobierno honrado, por lo cual se le
reconoce como el referente ético en el manejo de los recursos del Estado. Como
ha escrito la historiadora Mu-Kien Sang Ben: “Ambos [Duarte y Espaillat] han
trascendido a la historia como hombres éticos que dignificaron la vida política
en nuestro país”.
Y,
a propósito, cada día 29 de abril, conmemoramos el Día Nacional de la Ética
Ciudadana, por ser ese el día en que Espaillat asumió la Presidencia de la
República.
Volviendo
al Patricio, ese rasgo tan importante de Duarte, su comportamiento ético hacia
el manejo de recursos, no se limitó a los recursos del Estado. Igual
responsabilidad asumía hacia el apoyo económico que recibió para emprender la
Independencia.
Esto
lo podemos ver cuando a principios de febrero de 1844, Duarte le escribió a su
familia solicitándole que vendieran parte de sus bienes para recaudar recursos
con los cuales financiar la revolución independentista, les dijo:
“Se
necesitan recursos para Independendizar la Patria. Ofrendemos en aras de la
patria lo que a costa del amor y trabajo de nuestro padre hemos heredado.
Independizada la patria puedo hacer [me] cargo del almacén […] nuestros
negocios mejorarán y no tendremos por qué arrepentirnos de habernos mostrado
dignos hijos de la patria.”
Recuerden
que Duarte no estaba en Santo Domingo al momento de la Independencia, ya que se
vio en la obligación de exiliarse para no poner en riesgo los aprestos de la
soñada y anhelada Independencia de su país.
Y
fíjense en la RESPONSABILIDAD con la que actuaba Duarte, conocedor de la
necesidad que tenía de asegurar el éxito de la empresa de la Independencia.
Puso
en riesgo el patrimonio familiar, pero con el compromiso de trabajar
incansablemente para que, una vez logrado el éxito, los negocios volvieran a
florecer.
El
sacrificio que Duarte pedía a su familia, sólo demuestra que Duarte sólo pedía
lo que él mismo estaba dispuesto a dar.
Esto
lo podemos vincular con otros rasgos fundamentales de la personalidad de
Duarte: su altruismo y su vocación al trabajo: pues asegura a su familia, que
luego de independizada la patria, se dedicará al negocio heredado de su padre a
fin de recuperar la contribución pecuniaria de la familia.
También,
en parte, se advierte su patriotismo, ya que el sacrificio que solicita a su
familia es en aras de la libertad de su Patria, pero este es un legado de
Duarte que abordaremos más adelante.
Estas
y muchas otras acciones de Duarte demuestran lo rasgos de lo que entendemos es
un hombre “serio”, un hombre “responsable” y “honesto”.
En
segundo lugar: Duarte personifica al estudiante consistente. Conoció el mundo
para mejorar su país.
Nuestra
querida Mu-Kien Sang Ben ha escrito
sobre Duarte y el liberalismo romántico, que era la corriente de pensamiento
imperante en la época.
Y
es que si el mundo del siglo XIX estaba en ebullición, no hay dudas de que el
combustible que alimentaba ese fuego estaba en América Latina. Se iniciaban las
luchas Independentistas que tenían a Europa, literalmente, “de vuelta y media”.
Ese
siglo XIX está marcado por las Independencias de los países de América Latina,
proceso que fue alimentado por cuestiones históricas que ya conocemos. Desde
Haití en 1804, pasando por Venezuela, Ecuador y Colombia en 1811; México en
1813 – año del natalicio de Juan Pablo Duarte – ; Uruguay en 1815; entre otros
que ya sabemos.
Lo
que está claro es que fluían las ideas de liberación en la época en que Duarte
vivió.
Mu-Kien
Sang Ben escribió:
“…la
doctrina liberal se hizo dominante en la primera década del siglo XIX. La nueva
doctrina política se sustentaba en la libertad como principio: libertad
económica, política y social.”
Y
luego añade en el texto “Duarte y Espaillat: Del liberalismo romántico al
positivismo liberal” que el liberalismo romántico que practicaba Duarte
“defendía el derecho a expresar los diversos puntos de vista y la necesidad de
asumir la participación en el gobierno de la nación.”
Hoy
en día más que en la época de Duarte es importante conocer otras realidades. La
globalización impone la necesidad de conocer que sucede en otros países.
Gracias al Internet, el conocimiento viaja en segundos de una latitud a otra.
Nuestros
países necesitan que sus jóvenes estudien y tengan experiencias en otros
países, para que adquieran conocimientos que luego puedan multiplicar en su
país.
Duarte
y su familia, hace casi 200 años, cuando viajar de un continente a otro tomaba
semanas y meses, entendieron esta necesidad.
El
mundo del siglo XIX no disponía del internet, ni de la comunicación telefónica,
tampoco de los viajes por avión. Las ideas no viajaban a la velocidad que lo
hacen hoy.
Ubíquense
en 1828. Mientras Simón Bolívar luchaba por fortalecer su concepción de la Gran
Colombia; nuestro Duarte embarcó hacia Europa, primero deteniéndose en Estados
Unidos donde, como sabemos, aún persistía el dulce sabor de la independencia de
1776.
Luego
viaja a Inglaterra, donde debió escuchar sobre las teorías económicas
dominantes y sobre la industrialización, temas que apenas se discutían.
Asimismo, tanto en EEUU como en Inglaterra, debió prestar atención a los
modelos de gobierno vigentes
Cuando
viajó a la ciudad de las luces, a Paris, imagínenlo sentado en algún café
parisino hablando de la autodeterminación de los pueblos, escuchando las
historias de la revolución francesa, nutriéndose de las ideas de la época.
Finalmente,
su permanencia en España, especialmente en Barcelona, fue lo que culminó su
etapa extranjera de formación política e intelectual.
Cuando
regresó al país en 1832, uno de los amigos de la familia le preguntó qué le
había impresionado más en Europa, y Duarte respondió:
“Los
fueros y libertades de Barcelona, fueros y libertades que espero demos nosotros
un día a nuestra Patria.”
Y tengan por seguro que de todo ese periplo por
Europa surgen las ideas que el Patricio Juan Pablo Duarte trajo a Santo
Domingo.
Por
ejemplo, es en Barcelona donde Duarte conoce la eficacia del teatro para la
difusión de las ideas independentista, tal y como lo hizo España para combatir
la invasión francesa. De allí le surge la idea de la formación de La
Filantrópica en 1840.
No
hay dudas de que el deseo de aprender marcó la vida de Juan Pablo Duarte. Los
estudios particulares que Duarte realizó en el país contribuyeron a formar su
espíritu revolucionario. Pero sin duda lo que más contribuyó a moldear su
doctrina política fueron esos viajes; la gran oportunidad que tuvo de
presenciar el desarrollo del sistema democrático y republicano en Estados
Unidos, así como el parlamentarismo tanto en Francia como en Inglaterra.
Los
jóvenes de hoy, que tienen mayores oportunidades de conocer, viajar y hasta
navegar por el mundo entero, desde un simple celular, tienen la facilidad de, a
partir de lo que aprendan y todo lo que ven; construir mejores sociedades;
Hoy
en día los que no viajan tienen el mundo en sus manos a través del internet.
Nunca antes habíamos tenido tantas oportunidades individuales de transformar el
mundo, pero tienen que emular el ejemplo de Duarte, quien no copia lo peor,
sino que trae lo mejor de cada país para construirlo en su patria.
Ahora
bien, fíjense en algo. Duarte, aún con todo el conocimiento y la experiencia
que adquirió en sus viajes, necesitaba del consenso colectivo para que la idea
de la independencia fuera al menos factible.
Volvió
a Santo Domingo alrededor de 1832. Pero le tomó 5 años formar un primer grupo
de personas dispuestas a siquiera hablar de un país independiente. Luego de
formados esos grupos, le tomó 7 años más para hacer realidad la Independencia.
12 años en total.
Lo
que evidencia el valor de la perseverancia, al igual que la paciencia, que es
la madre de las virtudes. Porque los proyectos llevan tiempo y esfuerzo
continuo para ver su materialización.
Se
sabe que la inquietud de Duarte por estudiar y aprender, fue lo que lo indujo a
formar grupos de estudios junto con sus compañeros de lucha. Su hermana Rosa
destaca, en su Diario, que:
“Desde
su regreso a su patria no pensó en otra cosa que en ilustrarse y allegar
prosélitos; él era de una constitución delicada, por lo que demostraba mucho
menos edad de la que tenía… Empezó a estudiar latinidad con el Presbítero Dr.
Don Juan Vicente Moscoso, y también Historia y continuó los estudios de
Geografía Universal… Empezó después a estudiar matemáticas… se ocupaba también
de aprender la música… aprendió la flauta; su instrumento favorito fue la
guitarra.”
Y
para que Ustedes vean que siempre hay tiempo para todo, y que cuando se quiere
se puede, Duarte también tuvo una inclinación hacia la poesía, escribió varias
que fueron publicadas después de su muerte. Y tal como dice Orlando Inoa en su
libro, biografía de Juan Pablo Duarte:
“Sus
poemas, son una extensión de sus ideales. De la manera en que observaba la
realidad y de los sentimientos que esta suscitaba en su espíritu.”
Ustedes,
jóvenes, conozcan el mundo, lean, estudien, aprendan, perseveren, tienen que
nutrirse de la experiencia de los demás, pero no para decir que saben esto o
aquello, sino para contribuir a su país, y construir una mejor nación.
Vamos
entonces al tercer aspecto:
La
Espiritualidad.
Duarte respetó la diversidad religiosa.
Duarte
fue un hombre de profundas convicciones cristianas. Concibió el proyecto
nacionalista unido al fervor católico y a su fe en Dios.
No
es casualidad que el lema fundamental de La Trinitaria fuera: Dios, Patria y
Libertad.
Pero
la evidencia histórica muestra que no fue un dogmático ni su proyecto
revolucionario era excluyente de otras creencias religiosas. En su proyecto de
Constitución consignó:
“La
religión predominante en el Estado deberá ser siempre la Católica, Apostólica,
sin prejuicio de la libertad de conciencia, y tolerancia de cultos y de
sociedades no contrarias a la moral pública y caridad evangélicas.”
Santiago
Castro Ventura sostuvo: “Duarte conocía muy bien la religión, pero no se había
declarado adversario de ningún precepto religioso.”
Fernando
Pérez Memén, sobre el particular apunta que Duarte, al reconocer la libertad de
culto, se colocó por encima de la mayoría de los liberales dominicanos y
latinoamericanos de su época.
Pero,
¿Era Duarte un enemigo de la Iglesia Católica?
No,
para nada. Era su defensor. Pero fue pragmático, fruto de su experiencia en
Europa, quizás porque conoció el protestantismo durante su estancia en
Inglaterra. De hecho, los primeros grupos protestantes de Latinoamérica
comenzaron a instalarse alrededor del 1836 en Argentina.
La
evidencia histórica muestra el respeto que Duarte mantenía hacia la religión
católica, pero también hacia las demás manifestaciones espirituales de la
época. Es muestra de su capacidad de TOLERANCIA y de respeto a la diversidad,
dentro del marco de la moral y la ética, sin sobrepasarse, aceptando a los
demás con sus virtudes y defectos.
El
cuarto aspecto a destacar de Duarte es el Amor y respeto por la familia
Soy
una protectora y defensora de la familia. Creo en la familia como núcleo
formador, sostén y base de la sociedad.
Toda
mi vida la he dedicado a promover, apoyar, y ahora a trabajar, proteger e
impulsar las familias, sobre todo las más vulnerables, necesitadas y las que
viven en condiciones de pobreza.
Ustedes
me han escuchado hablar de la necesidad de un Código de Familia, por la
importancia de promover los valores y el respeto a los demás; preservar y
facilitar el ejercicio, goce y disfrute de sus derechos como núcleo familiar.
Nuestro
patricio es un ejemplo para esto. Ya vimos antes su responsabilidad hacia el
patrimonio familiar, pidió un sacrificio de su familia, pero se comprometía a
trabajar incansablemente para reponerlo.
También
hemos visto su devoción hacia su familia, sus padres y hermanos, a quienes
respetó, amó y cuidó. Quizás el más grande acto de respeto hacia su familia fue
aprovechar las oportunidades de estudio que le fueron otorgadas.
El
amor por su familia y su deseo de que vivieran libres de toda dominación, hizo
que Duarte permaneciera en el exilio cerca de 20 años. Fue el único de los
trinitarios deportados por el gobierno de Santana que tuvo el infortunio de que
también su familia corriera similar suerte.
Al
siguiente año del exilio de Duarte en 1844, por parte de Pedro Santana, su
madre y hermanos fueron deportados del país, en marzo de 1845.
Su
hermano Manuel perdió la razón como consecuencia de la persecución santanista y
nunca quiso regresar al país. Por tal motivo, cuando se produjo la amnistía que
promulgó el presidente Manuel Jiménes en 1849, Duarte optó por no regresar al
país, siendo SOLIDARIO con sus hermanas que prefirieron continuar en el exilio
al cuidado del desdichado Manuel.
También
podemos hablar del concepto de Duarte sobre la mujer, su trato hacia ella y
cómo permitió que las mismas se destacaran en el proyecto independentista.
Duarte,
como cualquier joven de la época y de nuestra época también, se enamoró y se
comprometió en matrimonio. Poco se conoce de esta faceta privada de la vida de
Duarte, tan sólo lo que ha escrito Rosa Duarte en su diario. Pero de esto nos
interesa la capacidad de Duarte de respetar a la mujer, tanto, que les hizo
entender que su compromiso era con la patria y que, por ende, no podría nunca
formar una familia, a la usanza de la época.
En
el proyecto independentista, la mujer jugó un papel estelar, apoyando la gesta
desde los escenarios que la época permitía. Rosa Duarte, Concepción Bona, María
Trinidad Sánchez…son sólo algunos nombres de grandes mujeres que lucharon por
la Independencia de su país.
El
concepto de familia desde el punto de vista Duartiano es digno ejemplo para
nuestra época. Duarte estuvo ahí con su familia para aguantar la persecución,
las tragedias y el exilio, para luchar por un mejor futuro para ella.
Fue
por su familia y para obedecer, respetar y enorgullecer a sus padres, que vivió
como vivió y que decidió defender y liberar su patria.
Duarte
sabía, al igual que Ustedes lo entenderán, que si tenemos y contamos con una
familia, los logros se festejan juntos y se multiplican, y las penas se
comparten y se empequeñecen.
El
quinto aspecto es Duarte y su deseo de enseñar y servir a los demás.
Duarte
tuvo un gran afán por llevar educación a los que estaban a su alrededor. El
profesor Pérez Saviñón habla en alguno de sus escritos del deseo de Duarte de
enseñar a sus amigos lo que sabía de Historia, Geografía e Idiomas. Formó unos
círculos de estudio que servían para formar formadores, personas que llevaran,
a través de la enseñanza, las ideas liberales de la época.
Pero
hacia el colectivo, hacia quienes serían los ciudadanos y ciudadanas de la
República Dominicana, Duarte ejerció otro gran rol educador con la formación de
La Filantrópica.
La
Filantrópica era un teatro, era un instrumento de propaganda; también era un
medio de comunicación, para difundir las ideas independentistas.
Más
que nada, La Filantrópica era un método para la educación masiva, para llevar
el mensaje de un concepto de país a una población que estaba en la oscuridad,
que no conocía lo que pasaba en Europa y lo que habían emprendido otros países
de Latinoamérica.
El
lugar que otorga Duarte a la educación en su proyecto le viene del ejemplo de
su Padre, Juan José Duarte, quién le proporcionó la mejor educación disponible
en el país y lo envía a estudiar fuera, como ya sabemos.
Me
ha llamado la atención la cita de Domingo Faustino Sarmiento, que dice
“Gobernar es Educar”. Duarte ha dimensionado en toda su obra política este
concepto, cuando desde la concepción del proyecto se plantea la idea de educar
a través de la Filantrópica.
El
que educa tiene una alta concepción del concepto de servir, y los que estamos
en el servicio público sentimos un elevado aprecio y consideración por la
inclinación de educar.
Y
este es un rasgo de Duarte que va vinculado al Duarte-Educador. En Duarte,
podemos apreciar un hombre que nació para servir a los demás, no para servirse
de ellos.
Hoy
en día requerimos de esos servidores dispuestos a sacrificarse por el bien
común. Dispuestos a dejar a un lado los intereses personales, como lo hizo
Duarte. La regla debe ser que los que venimos a servir y sacrificarnos no
seamos la excepción.
Finalmente,
hablemos de Duarte el Patriota.
Patriotismo y Amor por la patria.
Este
es un aspecto que, en buen dominicano, “se cae de la mata”. Pero, siempre
tenemos que volver sobre él, porque el sentimiento de nacionalidad, el
sentimiento de que estamos luchando todos por una misma causa, el sentimiento
de ser cómplices en la construcción de un país, eso solo se logra cuando hay un
sentido común de patria.
En
varias cartas de Duarte se pone de manifiesto su patriotismo y su nacionalismo.
En el proyecto de Constitución escribió:
“Art.
6º. Siendo la Independencia Nacional la fuente y garantía de las libertades
patrias, la Ley Suprema del Pueblo Dominicano es y será siempre su existencia
política como Nación libre e independiente de toda dominación, protectorado,
intervención e influencia extranjera, cual la concibieron los Fundadores de
nuestra asociación política al decir (el 16 de julio del 1838) DIOS, PATRIA Y
LIBERTAD, REPÚBLICA DOMINICANA.
La
influencia de Rousseau en Duarte se refleja en el texto que propuso como
Constitución, una muestra de vigoroso nacionalismo y patriotismo, un amor
ferviente por las libertades, y una aversión hacia la irresponsabilidad y el
poder arbitrario. Duarte es un amante de la democracia en su concepción más
pura.
Varias
veces sale el Duarte patriota. Cuando habla de la Patria Libre y dice: ”Dios ha
de concederme bastante fortaleza para no descender a la tumba sin dejar a mi
Patria libre, independiente y triunfante”.
Vuelve
a referirse a la Patria cuando habla del trabajo: “Trabajemos por y para la
patria, que es trabajar para nuestros hijos y para nosotros mismos”.
Una
vez más vuelve al concepto de Patria cuando dice: “Los enemigos de la Patria,
por consiguiente nuestros, están todos muy acordes en estas ideas: destruir la
Nacionalidad aunque para ello sea preciso aniquilar a la Nación entera.”
En
1865 de nuevo Duarte salió en defensa de la patria, pues sectores conservadores
realizaban gestiones que atentaban contra la soberanía nacional, entonces
afirmó, su ya famosa frase:
“Nunca
me fue tan necesario como hoy el tener salud, corazón, y juicio; hoy que
hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la Patria”.
Finalmente,
la declaración que más refleja su concepto de patria, es aquella que dice:
“Vivir
sin patria es lo mismo que vivir sin honor”.
Entonces, en qué se basa el patriotismo
de Duarte:
1. En el respeto a la soberanía y la
autodeterminación de los pueblos, algo propio de las ideas que imperaban en la
época. Hoy más necesarias que nunca.
2. En el deber de cada ciudadano de trabajar por
una mejor patria, de entregar todo lo necesario para construir el concepto de
país que queremos. También este es un legado necesario hoy, que estamos en el
camino de construir un país próspero y un Estado Social y Democrático de
Derecho.
3. En el concepto del Patricio de que quién no
tiene patria no tiene honor. Hoy que muchos abandonan su deber de trabajar por
la patria, es una frase propicia para recordar, especialmente para nuestros
jóvenes.
En definitiva, ¿quién tiene que ser
Duarte para los jóvenes?
1. El modelo de humanista, un defensor de los
más vulnerables.
2. Duarte el honesto, humilde y responsable; que
renunció voluntariamente a distinciones que pusieran en peligro el objetivo
común de liberar la patria.
3. Duarte, un hombre de ética y moral,
respetuoso de la diversidad.
4. Duarte, un educador, un promotor de la
educación como vía hacia una mejor sociedad.
5.
Duarte, ejemplo de servidor público, modelo a emular para quienes ejercemos la
función pública, por su manejo de los recursos del Estado y por su accionar que
no buscaba reconocimientos, sino resultados.
6. Y todos esos valores hicieron de Duarte el
ejemplo de defensor de la patria, de los intereses de nuestro país y de sus ciudadanos.
El Patricio dijo una vez:
El
amor de la patria nos hizo contraer compromisos sagrados para con la generación
venidera; necesario es cumplirlos, o renunciar a la idea de aparecer ante el
tribunal de la Historia con el honor de hombres libres, fieles y
perseverantes.”
Nuestra
generación hoy, al igual que la de Duarte, hace sacrificios para las
generaciones venideras. Pero es el compromiso de y con nuestros jóvenes,
promover y emular ejemplos de bien, trabajar positivamente, cumplir y hacer
cumplir sus deberes con la patria y la pasión y fe por construir un país mejor,
el mejor ejemplo que vamos a dejar a la generación actual.
Digo como dijo Duarte:
“Lo
poco o mucho que hemos podido hacer o hiciéramos aún en obsequio de una patria
que nos es tan cara y tan digna de mejor suerte, no dejará de tener imitadores;
y este consuelo nos acompañará en la tumba”.
¡Qué
Duarte esté siempre en el corazón de cada uno de Ustedes y que Dios les bendiga
siempre!
Muchas
Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario