Ansias por un protectorado extranjero
Varios países fueron importantes en la lucha separatista
dominicana, entre ellos España, Francia, Gran Bretaña y Venezuela.
Por Emilia Pereyra.
SANTO DOMINGO. En el proceso de planificación y proclamación de
la liberación dominicana, el 27 de febrero de 1844, tuvo gran importancia el
contexto internacional, pues varios grupos trataron de obtener un protectorado
extranjero para la nueva nación, en vista de que no confiaban en que se pudiera
sostener la emancipación de Haití solo con las fuerzas internas.
Antes y después de la declaratoria de independencia se hicieron
intentos para negociar la protección de España, Francia e Inglaterra. Décadas
antes había fracasado el propósito de lograr la liberación con el amparo de la
Gran Colombia, por parte de José Núñez de Cáceres, cabeza de la Independencia
Efímera.
Apenas días después de la liberación, el 9 de marzo de 1844, la
Junta Central Gubernativa presentó al gobierno de Francia una propuesta formal
de protectorado que incluía la cesión “a perpetuidad” de la bahía de Samaná. En
ese sentido, Tomás Bobadilla hizo gestiones ante el vicecónsul francés Eustache
de Juchereau de Saint Denys, en compañía de Francisco del Rosario Sánchez.
La decisión fue un atentado al sostenimiento de la soberanía,
pues la cesión de una parte del territorio dominicano habría constituido una
violación a los principios que sustentaron la declaratoria de la Independencia
Nacional.
De haber prosperado el proyecto, la presencia francesa en la
República Dominicana habría creado un estado de guerra permanente entre el
naciente Estado y Haití, liberado de Francia tras cruentas luchas.
Buscando amparo:
El clero de la época y antiguos funcionarios apoyaban la
independencia, pero bajo un protectorado español. Esos conservadores se
diferenciaban de los duartistas, porque no creían que el pueblo pudiera valerse
por sí mismo para mantener la liberación.
Sin embargo, entonces España estaba dividida por las luchas
internas. Pero contaba con posesiones en el Caribe como las islas de Cuba y
Puerto Rico, desde las que podía apoyar los movimientos independentistas de los
dominicanos.
A pesar de las simpatías que generaba un posible protectorado de
España, las fuerzas principales que pugnaron por mantener la primacía eran los
“afrancesados” y los duartistas.
Los “afrancesados” tenían gran poder de convocatoria, y desde
finales de 1843 hacían gestiones para lograr el respaldo de Francia con los
funcionarios consulares de este país en Puerto Príncipe y Santo Domingo, A. M.
Levasseur y Eustache J. de Saint Denys, respectivamente.
Esta facción era encabezada por Buenaventura Báez, rico
hacendado de Azua, Manuel María Valverde, sacerdote, José Caminero, médico y
traductor de los tribunales de la República y el abogado y comerciante Manuel
Joaquín Delmonte, entre otros.
Esos señores firmaron el 15 de diciembre de 1843, en Puerto
Príncipe, el llamado Plan Levasseur, en el que solicitaban la protección del
gobierno francés para sustentar la planeada independencia. El 1 de enero de
1844 emitieron un manifiesto al país, desde Azua, en el que anunciaban sus
propósitos.
En vista de que los revolucionarios duartistas tuvieron informaciones
sobre el golpe de independencia que pretendían dar los “afrancesados”, para
después solicitar el protectorado de Francia a cambio de la cesión de la
península de Samaná, trataron de adelantar la proclamación de la emancipación y
lanzaron su manifiesto del 16 de enero de 1844 en que se anunciaba la
proximidad de la asonada.
El proyecto de los “afrancesados” era visto con simpatías por
sectores poderosos, porque garantizaba sus propiedades en caso de que se
produjera una represalia haitiana contra la independencia, aparte de los
beneficios económicos que daría una estrecha relación con Francia.
Mientras esos grupos creían necesario un protectorado extranjero
que los librara definitivamente de los haitianos, la facción liderada por Juan
Pablo Duarte, ideólogo de la Independencia, creía que la parte Este contaba con
medios suficientes para lograr su liberación y defenderla.
Grupo voyerista:
Otro grupo importante lo formaban los boyeristas. Estaba
encabezado por el experimentado Tomás Bobadilla y Briones, uno de los hombres
con más capacidad para realizar maniobras políticas en la época.
Bobadilla y Briones, abogado de unos sesenta años, oriundo de
Neyba, causaba recelos en un sector de la juventud por sus conocidos vínculos
con el régimen de Jean Pierre Boyer, al que le había servido durante muchos
años.
Sin embargo, al político se le reconocía una gran capacidad y se
valoraban los aportes que podía hacer al movimiento libertador, lo que
despertaba confianza entre los sectores poderosos, en vista de que sumaba
experiencia de estado a los jóvenes de La Trinitaria.
Bobadilla y Briones era partidario de que se incluyera en el
proyecto a Pedro Santana, propietario de hatos de El Seybo, ligado a las
protestas contra la dominación haitiana, al punto de que presidente Charles
Hérard Rivière ordenó su apresamiento.
Propuesta a Gran Bretaña:
El grupo pro inglés trató de que la nueva república quedara bajo
la protección de Gran Bretaña. La posición fue conocida en una carta dirigida
el cónsul de ese país. La idea fue planteada a M. T. Usher por el comerciante
Francisco Pimentel, de Las Matas de Farfán, quien había participado como
diputado en varias asambleas haitianas.
Usher afirmaba en una carta dirigida a su gobierno: ... “hace
muy poco me visitó una persona de nombre Pimentel, nativa de Santo Domingo,
quien me informó que había delegado por parte poderosa de allí para venir a
verme y a pedirme mi intercesión con el Gobierno de Su Majestad para que tomara
posesión de la parte española de Haití. Que ellos estaban resueltos a quitarse
de encima el yugo haitiano, y que estaban convencidos de que con la protección
británica tendrían un gobierno bueno y fuerte y la subsecuente prosperidad. Yo
le dije de manera breve que me era imposible aceptar una proposición de tal
naturaleza y que me veía obligado a declinar servir de medio para transmitir
los deseos de su partido al Gobierno de Su Majestad”.
En la comunicación dirigida a Lord Aberdeen, canciller de Gran
Bretaña, el cónsul inglés además le escribió el 15 de julio de 1843: “Los
españoles de la parte oriental de Haití parecen hallarse en una situación poco
estable y pueden causarle algunas dificultades al Gobierno. Los habitantes de
esa parte de la República han sido siempre desafectos y sólo su positiva
debilidad les ha impedido cometer públicamente actos de hostilidad. Ellos
retornarían gustosos a la dominación de sus antiguos amos los españoles, o la
de cualquier otro poder europeo, según creo yo”.
Otros contactos internacionales:
Antes de que se produjera la dominación haitiana, Núñez de
Cáceres hizo gestiones para obtener un protectorado de la Gran Colombia,
liderada por Simón Bolívar.
Este criollo fue el gestor de la Independencia efímera, que
transcurrió entre la proclamación del Estado Independiente del Haití Español y
la ocupación del ejército encabezado por Jean Pierre Boyer, el 9 de febrero de
1822.
El 1 de diciembre de 1821 enarbolaron la bandera de la Gran
Colombia en todos los fuertes de Santo Domingo. El gobernador español Pascual
Real fue arrestado y se proclamó el Estado Independiente de la Parte Española
de Haití, bajo el protectorado de Colombia.
Núñez de Cáceres se había adelantado a los planes de grupos de
la colonia española que propugnaban por la unificación con Haití. Incluso en
noviembre de 1821 en la frontera norte se hizo un pronunciamiento a favor de la
unión con Haití que tuvo repercusiones en Dajabón y Montecristi.
En el documento de Declaratoria de Independencia del Pueblo
Dominicano, los firmantes, encabezados por Núñez de Cáceres, se quejaban del
maltrato recibido de parte de España, luego de la Reconquista. También hacían
alusión a los movimientos de independencia que se hacían en el continente
americano, promovidos por Simón Bolívar, San Martín y otros separatistas.
Solicitud de apoyo a Venezuela:
Estando en Venezuela en septiembre de 1843, Duarte se entrevistó
con el presidente de ese país, Carlos Soublette, a quien le solicitó recursos y
pertrechos bélicos para luchar por la independencia.
“El presidente lo recibió con cortesía y afabilidad; elogió los
dignos propósitos del visitante y ofreció la colaboración de todo lo que
estuviera a su alcance, que al decir de Duarte en los Apuntes (de Rosa Duarte)
fue un ofrecimiento que no pasó de palabras”, relata Orlando Inoa en su
“Biografía de Juan Pablo Duarte”.
También el historiador Frank Moya Pons refiere en su obra “La
dominación haitiana” que “Duarte no pudo conseguir ni las armas ni los
recursos” y el plan se vino abajo, por lo que Sánchez y su grupo se adhirieron
a la “táctica desplegada por Ramón Mella, que consistía en ganar nuevos
partidarios para la causa de la separación entre la población madura de Santo
Domingo”.
Declaración de la Independencia por un grupo:
Líderes del movimiento separatista decidieron que la noche del
27 de febrero de 1844 proclamarían la independencia.
El plan fue definido en una reunión realizada en la casa de
Francisco Sánchez, por iniciativa suya, a pesar de que se había propagado la
versión de que él había fallecido, para despistar a sus persecutores haitianos.
Asistieron al encuentro los tres hermanos Puello Castro:
Joaquín, Gabino y Eusebio; Matías Ramón Mella, Vicente Celestino Duarte, Juan
Alejandro Acosta, Ángel Perdomo, Jacinto y Tomás de la Concha, Marcos Rojas,
Tomás Sánchez y Manuel Dolores Galván.
Los congregados acordaron que se juntarían en la Puerta de la
Misericordia, desde donde marcharían hacia la Puerta del Conde. Se dijo que el
oficial a cargo de esa posición, Martín Girón, se había unido al movimiento y
participaría en la proclamación.
El trinitario José María Serra escribió: “El punto de reunión
era la Plaza de la Misericordia. Creímos que el número de los concurrentes
sería mayor, pero desgraciadamente éramos muy pocos. Comprometida es la
situación, dijo Mella, juguemos el todo por el todo y disparó al aire su
trabuco. ¡Marchemos, pues!”
Tras la declaración de la Independencia, la Junta Central
Gubernativa envío una goleta-bergantín a Curazao a buscar al patricio Juan
Pablo Duarte. Se trató de la primera embarcación de la flamante república en
surcar los mares con la bandera dominicana.
La nave “Leonor” era propiedad de Rothschild, Coén y compañía, y
solía hacer el recorrido de Santo Domingo a Curazao para recoger y llevar
mercancías para ambas plazas.
¿Qué pasaba en otras colonias y países del Caribe?
Cuba
Se mantenía como la más grande colonia española de Las Antillas.
Su independencia fue una de las más tardías de América Latina, y se produjo el
20 de mayo de 1902, tras casi 50 años de lucha. El dominicano Máximo Gómez fue
figura clave en el proceso.
Puerto Rico
Desde mediados del siglo XIX los puertorriqueños luchaban por su
independencia. El denominado Grito de Lares fue planificado por un grupo
liderado por el doctor Ramón Emeterio Betances, exiliado de la República
Dominicana, y Segundo Ruiz Belvis.
EL 24 de noviembre de 1897 el imperio español concedió la Carta
Autonómica, que regulaba la administración de Puerto Rico, cuyo gobierno se
compondría de un parlamento insular, dividido en dos cámaras, y de un
gobernador general, representante de la metrópoli, que ejercerá en nombre de
ésta la autoridad suprema.
La Carta Autonómica de Puerto Rico, fue junto a la de Cuba, fue
el primer estatuto de autonomía concedido por España a una de sus provincias en
ultramar.
Haití:
Entonces la República de Haití era gobernada por Charles Rivière
Hérard, quien sucedió a Jean Pierre Boyer.
De 1791 al 1804 se produjo un movimiento revolucionario que
culminó con la abolición de la esclavitud en la colonia francesa de
Saint-Domingue y la proclamación de su independencia de Francia.
Cortesía: DiarioLibre.
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