LA ELECTROSENSIBILIDAD ALERGIA A LA ELECTRICIDAD
LA PLAGA DEL SIGLO XXI.
La
investigación en Domobiótica denuncia una gran proliferación inalámbrica. La
publicidad nos informa que el teclado, el ratón, el teléfono y el ordenador se conectan
sin cables, y anglicismos como wireless,Wifi,ADSL, DECT, nos venden que podemos
estar permanentemente conectados a la red.
origen
de la electrosensibilidad parece ser la exposición crónica y habitual a campos
electromagnéticos de alta o baja frecuencia.
Basta
escuchar a los médicos que firman el Llamamiento de Friburgo, entre otros muchos,
para darse cuenta de la proliferación de muchas dolencias ligadas a la
electrosensibilidad, como comprobamos cada día en nuestra práctica profesional
en la Bioconstrucción, al tener que realizar el blindaje electromagnético de
muchas viviendas para ayudar a sobrevivir a los afectados.
El
llamado Síndrome de Electrosensibilidad (SE) ha sido definido por los expertos
de la Unión Europea (1997) como una Hipersensibilidad a los Campos
Electromagnéticos (HCEM). Según estudios realizados en países del norte de Europa,
las personas electrosensibles pueden representar entre el 20 y el 25% de la población,
o sea, una de cada
cuatro
o cinco personas.
Desde
2002, en Suecia se reconoce la electrosensibilidad como causa de incapacidad laboral
(invalidez física), según verifica el Dr. Olle Johansson (Departamento de
Neurociencias, Instituto Karolinska, Stockholm), y amenaza en convertirse en la
plaga del siglo XXI.
Esta
proliferación inalámbrica afecta a todos los seres vivos, y se ha observado que
hormigas, murciélagos, ratas e incluso el ganado son afectados por las radiaciones
electromagnéticas. Recientemente, un estudio británico informa de la muerte de
más de diez millones de pájaros en el entorno de las antenas de telefonía
móvil.
Esta
exposición radioeléctrica es involuntaria, indeseada e inadvertida, permanente
y además indiscriminada, pues en grados diferentes afecta en la práctica al
100% de la población.
EFECTOS SANITARIOS DE LA CONTAMINACIÓN ELECTROMAGNÉTICA
(CEM).
Se
pueden producir efectos neurológicos a corto y medio plazo: insomnio,
somnolencia matinal, estrés, angustia, ansiedad, pérdida de memoria, cefaleas, mareos,
vértigo, fatiga crónica, atonía, desinterés, depresión, etc.
A
largo plazo, pueden aparecer otros efectos biológicos, como patologías
cardiovasculares, reumáticas y respiratorias.
Algunos
investigadores establecen relación causa-efecto con patologías degenerativas
como Alzheimer, Parkinson, esclerosis, leucemia y cáncer (OMS).
La
electrosensibilidad se relaciona con la permanencia en las cercanías de fuentes
eléctricas artificiales, como líneas de alta tensión, transformadores, motores,
antenas de telefonía, teléfonos móviles e inalámbricos, iluminación
fluorescente, alarmas, ordenadores, electrodomésticos, máquinas, herramientas y
redes eléctricas domésticas, principalmente. Hasta ahora, la dificultad de los
médicos para diagnosticar el síndrome de la electrosensibilidad hace que en
España estos pacientes sean derivados al psiquiatra, cuando se trata de una enfermedad
orgánica que afecta a un sector creciente de la población. Este error de
diagnóstico, con frecuencia agrava el cuadro sintomático, pues el sujeto
permanece expuesto largos años al agente causal, se retarda el tratamiento
correcto y mientras tanto se le trata inadecuadamente con ansiolíticos y/o
tranquilizantes. Por otro lado, el afectado sufre rechazo familiar, social y
laboral y se le acusa de alarmista, vago, quejoso o inadaptado laboral o
socialmente. Una de las pocas cosas que pueden hacer las personas afectadas es
apagar los aparatos eléctricos de su vivienda (no con el mando), no tener
inalámbricos DECT o similar (emiten de forma parecida a una antena de telefonía
móvil pero dentro de casa) y utilizar el telé- fono móvil con menor frecuencia.
Ante todo esto, hay que exigir urgentemente a nuestros gobernantes el
reconocimiento por ley del potencial riesgo sanitario de los campos
electromagnéticos, también la aplicación generalizada del principio de
precaución y la redacción de un reglamento de prevención CEM, siguiendo el
ejemplo de Suecia, Suiza, Italia, Rusia y otros países. La segunda exigencia
debe ser el reconocimiento médico de la electrosensibilidad como una enfermedad
orgánica que puede afectar ya al 20% de la población, y el establecimiento de
un protocolo médico de diagnóstico, tratamiento y prevención. La tercera
exigencia es el establecimiento de zonas CEM cero, libres de electropolución,
donde esté prohibida toda emisión electromagnética, de alta o baja frecuencia,
en particular prohibiendo el uso del teléfono inalámbrico y el móvil por los
niños. Usualmente está reconocido que es necesario proteger guarderías,
colegios, asilos y hospitales, pero según la Domobiótica debemos añadir la
exigencia urgente de proteger todos los dormitorios (melatonin risk). Esta
petición se ampara en los Derechos Fundamentales de la Constitución Española,
como el principio de inviolabilidad del domicilio, y más aún del cuerpo humano
y del cerebro, que deben declararse expresamente fuera del ámbito del espacio
público radioeléctrico usado por las compañías. Es vital vivir en una casa
sana, sin radiaciones ni materiales tóxicos, según la Bioconstrucción, porque
todos somos sensibles a los factores ambientales, y potencialmente
electrosensibles. Por lo tanto todos, hombres, mujeres y niños, estamos
afectados en un grado u otro.
VIVIR SIN
CEM
Precauciones
de la máxima importancia para las personas electrosensibles: No usar más de 30
seg. el teléfono móvil, excepto para las emergencias (accidente, incendio,
etc.) No usar en ningún caso el teléfono inalámbrico (DECT), eliminarlo e
instalar un teléfono fijo. Identificar los equipos eléctricos de sus entornos
doméstico y laboral (ordenadores, telecomunicaciones, electrodomésticos, etc.).
En los puestos de larga permanencia (sofá, despacho, cama, cuna), tomar una
distancia de seguridad a cualquier fuente CEM, mínimo un metro. Eliminar el
vestuario, calzado y materiales aislantes en construcción y decoración
(dieléctricos). Respirar aire limpio, fresco e ionizado negativamente (aire de montaña).
Si es preciso, usar un ionizador-purificador de aire en casa o el trabajo.
Beber mucho agua, mínimo tres litros diarios, preferentemente de manantial
(agua corriente vitalizada, no de botella). Comer diariamente productos
naturales frescos (frutas, verduras), preferentemente de cultivo biológico
certificado. Evitar los largos periodos de sedentarismo y hacer ejercicio
físico intenso, mínimo una hora al día (mejor al aire libre). Caminar descalzo,
mínimo media hora al día, sobre césped o arena, para descargar a tierra el
electroestrés (voltaje corporal).
Cortesías: LaEco.
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