La biomasa podría aportar un quinto de la energía mundial sin perjudicar a la agricultura alimentaria.
La energía generada por la biomasa vegetal puede satisfacer hasta la quinta parte de la demanda global de energía sin producir una disminución en la producción de alimentos, aunque para conseguirlo habrá primero que superar algunos desafíos.
Ésta es la conclusión de un nuevo informe presentado por el Centro de Investigación de la Energía del Reino Unido (UKERC, por sus siglas en inglés).
Los combustibles usados actualmente para el transporte, la generación de electricidad y la calefacción, pueden ser obtenidos de la biomasa. Las fuentes de ésta incluyen los residuos agrícolas, los desechos de la industria maderera, y las plantaciones establecidas expresamente para la producción de biocombustibles.
Aumentar el uso de biocombustibles, en detrimento de los combustibles fósiles, tiene el potencial de aumentar la seguridad energética (alejar el riesgo de que un país quede paralizado por la escasez de petróleo, o que deba afrontar un encarecimiento espectacular del costo del mismo) y estimular el desarrollo rural (más trabajo para los agricultores). También puede contribuir a reducir las emisiones de dióxido de carbono, ya que los vegetales usados para la elaboración de los biocombustibles absorben este gas de la atmósfera cuando crecen, lo que puede compensar de manera significativa la cantidad de dióxido de carbono que se libera al ser quemado el combustible.
Sin embargo, el uso de la biomasa con el propósito de producir energía ha sido recibido con críticas y controversias. La crítica principal se ha centrado a menudo en la posibilidad de que la biomasa energética compita por la tierra y los recursos hídricos que podrían necesitarse para la agricultura alimentaria a medida que crece la población mundial.
¿Cuánta tierra puede por tanto ser destinada a los cultivos para biocombustibles? O, dicho de otro modo, ¿qué porcentaje del consumo energético mundial es sensato que provenga de los biocombustibles?
El equipo de expertos que ha elaborado el citado informe revisó los resultados de más de 90 estudios de procedencias distintas, y ha llegado a la conclusión de que es factible proporcionar de manera sostenible, y sin perjudicar al sector alimentario, un quinto de la energía global a partir de la biomasa. De todos modos, en el informe se advierte que esa meta no será fácil de alcanzar, pues habrá que superar diversos retos.
Administrar las tierras del mejor modo posible seguirá siendo una tarea vital y difícil, y por ello se necesitará una cuidadosa regulación de su uso para asegurar que la biomasa se cultive de un modo sostenible y que no interfiera con la productividad de la agricultura alimentaria.
Raphael Slade, Robert Gross y Ausilio Bauen, del University College de Londres, argumentan que
probablemente los adelantos tecnológicos acaben proporcionando la ruta menos conflictiva para el incremento en la producción de biomasa para usos energéticos, pero sólo si se aplican políticas que estimulen la inversión económica y la innovación tecnológica.
Fuente: EXTERNA.
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