CAMBIOS CULTURALES PROVOCADOS POR LA OCUPCION MILITAR: EL GOBIERNO DE HORACIO VASQUEZ
Por: Alejandro Paulino Ramos
Conferencia en la Fundación Global y Desarrollo (FUNGLODE), a finales del 2006.
La República Dominicana sufrió profundos cambios económicos, demográficos, tecnológicos y culturales a partir de los años setenta del siglo XIX, como fruto del establecimiento de la industria azucarera y con ella la inversión de capitales foráneos, el surgimiento de un sector de trabajadores que abandonó las faenas campesinas para convertirse en obreros asalariados, la construcción de líneas férreas, el transporte de pasajeros, el comienzo de la utilización de la luz eléctrica, y el rompimiento de vínculos culturales y económicos con países europeos para consolidar desde principio del siglo XX, los lazos culturales y económicos con los Estados Unidos de Norteamérica.Junto al desarrollo de ese capitalismo incipiente que dejaba en el olvido la sociedad hatera de la época colonial y la economía precapitalista de los primeros cincuenta años del siglo XIX, Santo Domingo se convirtió en receptora, entre 1870 y 1930, de decenas de miles de inmigrantes cocolos, puertorriqueños, árabes, chinos, haitianos, cubanos y norteamericanos y con su establecimiento en territorio dominicano aparecieron prácticas culturales desconocidas hasta entonces, prácticas que se fueron enraizando y formando parte de una cultura que se encontraba en formación; . Iniciado el siglo XX, las industrias, el comercio, los deportes y las diversiones, para sólo citar algunos aspectos de la vida dominicana, comenzaron a tener un referente más relacionado con los Estados.La red de carreteras, puentes y caminos iniciadas en 1908 van a romper con el regionalismo, facilitando cambios en la cultura de consumo de la población y aunque los procesos políticos siguieron las consignas de los caudillos y sus “revoluciones”, en el primer cuarto del siglo XX el país dejó de ser lo que había sido durante el siglo XIX, para transformarse de una manera vertiginosa en un nuevo país más moderno y abierto al mundo. En esto tuvo mucho que ver la ocupación militar norteamericana de 1916.Durante el gobierno militar extranjero se desarmó la población, fueron modificados los planes de estudios, se controlaron las publicaciones de ensayos y libros, fue reorganizado el Estado, desintegrado el ejército y pacificado el país. Todo esto además del relativo bienestar que se dejó sentir entre 1916 y 1920, va a provocar un impacto cultural de amplios sectores nacionales.En 1924, cuando las tropas comenzaron a salir del país y el presidente Horacio Vásquez tomaba posesión, en amplios sectores urbanos se dejaba sentir la influencia del proceso vivido. Fue tal vez por esta razón que el director de la revista Cosmopolita llegó a decir en sus páginas que después de terminada la Primera Guerra Mundial, la tolerancia ganó terreno y la presencia de los marines no nos hicieron más civilizados, sino más tolerantes. “Antes, --dijo él—nos ofendíamos por lo que ofendía a la moral, ahora la moral es la que ofende a nuestros libertinajes”.De todo modo, la salida de las tropas y el establecimiento de un gobierno dominicano va a provocar, por lo menos como política de Estado, algunos reajustes y acondicionamientos de aspectos vinculados a la cultura, pero en sentido general desde el Estado se continuó la política cultural del gobierno de ocupación ..Como ejemplo de todo lo que he dicho, quisiera tomar como referencia una obra publicada en 1924 por Horacio Read. Este intelectual e integrante de la agrupación cultural El Paladión, escribió la novela “Los Civilizadores” en la que trató de demostrar, desde el punto de vista cultural, que la civilización a que los Estados Unidos quiso llevar a los dominicanos era todo lo contrario y que lo que se había logrado con su presencia, fue retrotraer a los dominicanos a la época de la barbarie.El autor, desde una posición conservadora y a veces prehispánica añoraba los valores del pasado que él entendía iban sucumbiendo ante la presencia extranjera. En los diálogos de los personajes va quedando establecido lo que entendía como un comportamiento que ofendía los valores de los dominicanos.Entre los aportes desmoralizantes de los ocupantes, Horacio Read destaca la utilización de palabras en ingles en el idioma castellano, y como los esposos complacientemente permitían que sus señoras participaran en fiestas donde compartían públicamente con sus amantes y en sus hogares durmieran las siestas y compartieran las camas con sus amigos. Tomaban “copa de crema de menta, y realizaban competencias donde el premio era un beso, y comían pickleys y carne en lata., brindaban el te, jugaban take and put, bailan fox trots, one-step, y bailaban al compás de una pianola eléctrica, mientras tomaban wiskey y bailaban el ritmo conocido como “shimmy”.Por otro lado, Juan Isidro Jimenes Grullón, en La República Dominicana: una ficción explicó lo que él llamó “los síntomas espirituales” de la decadencia que se había iniciado durante la ocupación militar americana, y entre esos síntomas citó el auge “de la corriente pro-norteamericana en el seno de la burguesía.” y su afán de que el país se convirtiera en una colonia similar a Puerto Rico. La ocupación trajo consigo una norte-americanización de las costumbres y era un orgullo para quienes las obedecían hablar preferentemente en un inglés chapurreado.Parecido conceptos fueron externados por Ramón Marrero Aristy en el volumen tres de su obra histórica La República Dominicana, al decir que “con la presencia de los norteamericanos perecieron muchas costumbres sanas y numerosos mitos. La gente joven y las mujeres adquirieron costumbres más independientes y la obsesión del dinero como elemento determinante del valor del individuo se apoderó no sólo de las clases encumbradas sino de gran parte de las otras radicadas en las zonas urbanas.Ahora bien, cuál fue la política cultural del gobierno del presidente Vásquez durante los seis años que le tocó gobernar la República Dominicana? Durante su gobierno se desarrolló una política que tendía a promover, aunque esto no era generalizado, el apoyo económico para la publicación de libros. En el aspecto educativo, Marrero Aristy señala en su obra de historia, que la instrucción pública había sido la “primera victima de la crisis económica experimentada por el régimen de Vásquez”, aunque este destinó mediante ley, que se especializaran fondos para la construcción de escuelas y se financiaron becas de estudios tanto en el extranjero como en el paísOtras medidas importantes en el período, fueron la celebración oficial del Congreso Musical en Santo Domingo en 1928, la promulgación de la ley que asignaba los fondos para la construcción de la Biblioteca Nacional y se declaró de utilidad pública el edificio del Alcázar de Colón. Además, fue abierto el Museo Nacional de Antropología en 1926, y se intentó la construcción, en 1926, del Teatro Nacional. Muchas de estas iniciativas, como la de la biblioteca y el Teatro, quedaron en el olvido.También el gobierno destinó fondos para construcciones de edificios, carreteras, puentes y obras públicas que de alguna manera van a incidir en la cultura de los dominicanos. Facilitó fondos para la celebración en Santiago de los Caballeros de la Exposición Nacional en 1927, prohibió fijar carteles y letreros en edificios públicos y monumentos, se contrataron los servicios aéreos para el transporte del correo que salía al exterior, y fueron firmados contratos para la operación de líneas aéreas y el transporte de pasajeros, en 1927.En el ámbito de la salud y la higiene, áreas muy relacionadas con las practicas culturales de los dominicanos, al parecer no hubo grandes logros, a no ser la construcción del primer acueducto de la capital de la República en 1928. Ramón Marrero Aristy tratando de justificar el derrocamiento de Horacio Vásquez, años después, llegó a escribir: “Sin acueducto, la higiene personal era muy difícil. Fuera de los baños en los ríos a la manera primitiva, muy pocas familias podían disfrutar de los beneficios del agua corriente y las duchas. Los sistemas sanitarios permanecían a la altura de los retretes en las principales poblaciones, con excepción de los barrios céntricos de Santo Domingo”.El rápido contacto con el exterior por la vía aérea y marítima, una prensa que se modernizó con nuevas y poderosas impresoras y conectadas al mundo por la radiotelegrafía y el Cable Submarino, la naturalización como ciudadanos dominicanos y formación de familias con nacionales de cientos de inmigrantes, el establecimiento del cine, y el nacimiento de la radio en 1928, además de las nuevas cultura del consumo de productos principalmente norteamericanos, van a marcar definitivamente al pueblo dominicano.La sociedad se hizo más liberal pues se comenzó a romper con el conservadurismo social y empezaron a aparecer en revistas como El Gráfico y Cromos, imágenes a páginas completas de mujeres desnudas. El Club Unión, centro cultural por excelencia de la aristocracia dominicana, comenzó a abrir sus puertas al merengue y el bongó. El güiro y la maraca, la rumba y la guaracha, que a decir de Gimbernard “acechaban en espera de la oportunidad de su invasión”, se introdujo en ese Club a partir de 1924.En el ámbito juvenil y de los intelectuales motivados por el positivismo, la educación hostosiana, el arielismo y el socialismo el período se enrumbaba por otros senderos. Una gran actividad se dejó sentir después de la salida de las tropas extranjeras, buscando las raíces de los males sociales y planteando alternativas de bien común como eran la renovación y la regeneración de la sociedad dominicana, así como el aniquilamiento definitivo de todo lo negativo representado en el caudillismo que todavía simbolizaba el presidente Horacio Vásquez.Los ocho años de la ocupación militar americana (1916-1924), fueron difíciles para las actividades políticas, literarias y el libre pensamiento; pero no impidieron el surgimiento de grupos literarios y culturales y la circulación de interesantes pero limitadas publicaciones; los intelectuales y estudiantes tuvieron un mayor campo de acción par sus actividades, motivados por el clima de libertad que se abrió a partir de 1924. .Entre los grupos surgidos durante la desocupación y que fueron muy activos durante el gobierno de Horacio Vásquez se encontraban las sociedades El Paladión, Plus-Ultra, y el Movimiento Postumistas. El Paladión tenía como centro de operaciones la revista Blanco y Negro y a partir de 1924 la revista La Opinión, los Postumistas a la Cuna de América y la revista Letras, y los de Plus-Ultra, fundado en 1921 y dirigido por Manuel Arturo Peña Batlle, publicaban en 1922 la revista Claridad.En Plus-Ultra participaban Manuel Arturo Peña Batlle, Alcides García Lluberes, Juan isidro Jimenes-Grullón y Arturo Despradel y en El Paladión eran de los primeros Carlos Sánchez y Sánchez, Julio Cuello y Francisco Prats Ramírez. Tanto El Paladión como Plus Ultra se fusionaron con otras instituciones en 1931, para dar paso a la agrupación Acción Cultural. Por su parte, en el Movimiento Postumista fueron principales lideres Domingo Moreno Jimenes, Andrés Avelino y Rafael Augusto Zorrilla.La desocupación militar abrió las puertas a la soberanía y la libertad y a una mayor y libre participación cultural, pero también a la competencia y a la atomización de los grupos literarios y culturales. Con la llegada de Vásquez a la presidencia comenzaron a surgir pequeños y esporádicos agrupamientos y efímeros medios literarios, nucleándose en capillas literarias que comenzaron a proclamarse vanguardia y representantes de las más modernas manifestaciones del arte y la literatura. Estos grupos aparecían en las ciudades más importantes del país, compactados alrededor de revistas y periódicos literarios.A partir de 1924 el fervor nacionalista descayó y con esto desapareció la convivencia, la solidaridad y el respeto entre los grupos, dando paso al enfrentamiento, a la división y al pugilato vanguardista entre las “capillas literarias”. Los conflictos, los chismes, la competencia y la atomización fueron tan evidentes, que la prensa llegó a llamar la atención sobre ese particular, clamando para que se pusiera fin a esa situación. Señalaba críticamente La Opinión, que esos grupos que actuaban así, eran en realidad “opuestos y hostiles entre sí , aun teniendo el mismo ideal revaluador y renovador.” Y recomendaba la unidad de todos en torno a El Paladión, por ser el más antiguo y representativo de todas las agrupaciones existentes.Posiblemente el evento cultural más importante realizado por los escritores y poetas lo constituyó el homenaje que los Postumistas dedicaron al venezolano Horacio Blanco Fombona en el local de la Colina Sacra, ubicada en la barriada de Villa Francisca y en el que participaron decenas de intelectuales y poetas de la Colina y el Llano, como ellos mismos se identificaban.Las revistas que tuvieron relaciones con los grupos literarios en ese período fueron, además de Blanco y Negro y La Cuna de América, que desaparecieron en la primera etapa del período, y La Opinión que se convirtió en periódico diario en 1927, fueron la Revista X, vinculada al Postumismo y dirigida en 1925 por Andrés Avelino y Rafael Andrés Brenes. Moreno Jimenes, Sumo Pontífice del Postumismo, publicaba en 1926 la revista La Voz, y en 1929 comenzó a publicar hasta 1937, El Día Estético, el más importante vocero del Movimiento Postumista . Además circuló Páginas Selectas, surgida en 1926. En los principales pueblos también aparecieron revistas vinculadas a sociedades culturales y literarias.En cuanto a la proliferación de libros y folletos literarios, fueron también las Asociaciones culturales y literarias las que más insistieron en ese propósito. Por ejemplo, de unos 75 libros y folletos que hemos detectados se publicaron durante el período de gobierno de Horacio Vázquez, aproximadamente veinte pertenecieron a las agrupaciones El Paladión y al Movimiento Postumista.Por otro lado, al final de la década del veinte y en medio de la coyuntura provocada por la crisis económica de 1929 en el mercado mundial, y la enfermedad del presidente Horacio Vásquez, al Coronel Trujillo se le facilitó la toma del poder político. A partir de ese momento se comenzó a sentir una baja significativa en las actividades literaria de los grupos culturales en la medida que la dictadura se consolidaba.En relación a las actividades de esparcimiento y diversión, los habitantes de la ciudad colonial tenían sus lugares preferidos, vedados a los habitantes de los barrios periféricos que iban surgiendo en esos días.Existía el Teatro Colón, el Rialto, Independencia y el Teatro Capitolio. También eran populares el café “Mis Amores” y el Hotel Colón con un ambiente de “riqueza inestimable”, pero el lugar público por excelencia para ser visitado por las clases altas lo era el Restaurant “Fausto”, ubicado en la Arzobispo Meriño frente al Parque Colón y al lado del Teatro Capitolio, el lugar escogido por los intelectuales y poetas de clase media para la celebración de sus tertulias.La institución privada más aristocrática lo fue el Club Unión, ubicado en El Conde esquina Hostos y cuna de la aristocracia capitaleña.La ciudad intramuros renacía en los días carnavalescos, cuando era invadida por el populacho de los barrios pobres, que vestidos de trapos viejos y vestimentas de desecho se entregaba a la diversión, simulando campesinos. En esas fiestas carnavalescas “el barsié” era huésped de la ciudad por uno o dos días”. El Carnaval, como lo señaló la crónica de la revista Cromos de 1927, tenía su reina y cortes que lucían disfraces muy de estos tiempos del fox y del charleston.y revistió gran esplendor con bailes, disfraces, confetis y serpentinas, carrozas y muchísimos automóviles.En cuanto al legado cultural norteamericano, estaban muy de moda los bailes conocidos com fox trot, el onestep y otros ritmos. El músico puertoplateño Dálmaso Mercado trae la información en “Memorias de un músico rural dominicano”, que en Puerto Plata, en el Club de Comercio, Club de Damas, y las sociedades La Fe y Unión Puertoplateña no se tocaba merengue hasta 1928, y que la juventud gustaba de bailar el foxtrot, el blu, el charleston, onestep, el tango y una infinidad de melodías.La vida en la zona colonial y los ensanches Gazcue, Ciudad Nueva, Lugo y Aguedita era de un marcado “refinamiento cultural”, pero la cotidianidad de los barrios populares era otra. Villa Francisca se había comenzado a poblarse desde 1912 y ya para 1925 tenía más de 8000 habitantes, y era además cuna del Movimiento Postumista, mientras que El Galindo y Galindito, este último también conocido como el barrio Barahona del Norte y luego como Borojol, eran poco poblados y sus habitantes llevaban una vida más paupérrimas.En esos barrios populares que iban más allá de San Carlos y lo que hoy es la Avenida Mella, el balsié, el merengue, la bachata y la prostitución marcaban la cotidianidad. En el Galindo se escuchaba el merengue, pero lo más cerca que se escuchaba de la zona colonial era la Ceiba de Colón, “en cuya vecindad se encontraban los más inmundos prostíbulos de la ciudad de Santo Domingo”. Y en Villa Francisca el barcié resonaba como un insecto monstruoso que aleteaba entre las sombras. En el camino de Santa Cruz, en Los Minas y en todos nuestros campos se escuchaban el barcié acompañando un “merengue tupío” un “Toma pa tu may”o un “Toma pa tu” primo” y oros bailes típicos del mismo ritmo monótono.”Tal vez la proliferación de la música popular que poco a poco se introducía en el gusto de los habitantes de la ciudad colonial, provocó en 1924 las prohibiciones y limitaciones que se le impusieron, como queda demostrado en la disposición del Ayuntamiento para prohibir que se tocara el balcié por considerarse desmoralizante, molestosa, y nociva. En diciembre de 1930, la agresión a la música y las costumbres de origen africanas vino desde la Cámara de Diputados, la que discutió un proyecto de ley para prohibir los bailes llamados Luá, el Voudou y Sance por perniciosos, indeseables, e inmorales, argumentándose que existían lugares donde se fiestea, y se baila de una manera inmoral.Fue en los barrios pobres el lugar donde primero se bailó guarachas y bachatas a las afueras de la ciudad de Santo Domingo. Los intérpretes populares comenzaron ayudados por la victrola y la radiola a imitar desde entonces a los cantantes cubanos y mexicanos. Reacuérdese que las emisoras de radio ya existían desde 1928.En relación a los deportes, fueron importantes pasatiempos durante el período el juego de tennis, el deporte conocido como Rogly, el béisbol y el boxeo. La legalización jurídica de este último produjo debates en la sociedad dominicana y en el Congreso el diputado David Santamaría llegó oponerse a este por ser poco civilizado, exótico y “una de las tantas brutalidades que los americanos han hecho introducir como cosa de la civilización”.Los picnic, como pasatiempo de grupos de la ciudad intramuros y de la zona de Gazcue, Ciudad Nueva, Ensanche Mis Amores y Ensanche Lugo de la ciudad de Santo Domingo se hicieron muy populares, siendo los domingos utilizados por grupos de familias adineradas para viajar hacia la zona de Sabana Perdida y lo que hoy llamamos Ensanche Luperón, Gualey y Los tres brazos en actividad de diversión y esparcimiento.Como colofón a todo lo que acabo de decir, quiero leer un párrafo de una publicación puesta a circular en 1928 y que retrata la marginalidad del barrio Barahona del Norte, el más democrático de la capital de la República, según Francisco Moscoso Puello, y declarado desde 1917 zona de tolerancia para la prostitución: :“Eran las 10:45 de la noche, cuando el grupo de jóvenes entraba en un Cafetín situado a una de las márgenes del caudaloso río Ozama, en las inmediaciones del muelle. Refugio de chulos, trabajadores del muelle, marinos y otros personajes de baja clase social, era aquel asqueroso establecimiento, donde una juventud perdida se entregaba a los más desenfrenados vicios. Era larga y espaciosa, dividida en varios apartamentos, donde sucias rameras tenían sus respectivos dormitorios.Había allí gente joven equívoca, con la retina de los ojos demasiado roja, por exceso del alcohol. Viejos marineros ingleses, que en esos días visitan la Ciudad en un trasatlántico, permanecían estremecidos de alegría haciendo derroche de licor. Otros, acodados al mostrador, apuraban sendas copas de Brandy. En el primer salón unos muchachos juegan billar, se oyen las voces, y el entrechocar de las bolas. En otro apartamento interior, sentados en banquetas de madera; otros se veían entregados a toda clase de juegos de azar. Y más allá, al compás de una música bachatera, unas mujeres casi desnudas, se veían abrazando descaradamente a los hombres, entregadas a las más desenfrenadas orgías, mientras la orquesta que se componía de guitarra, güiro y timbales, cantaban una canción parodiada en sucias palabras obscenas”.Hasta aquí lo que quería compartir con ustedes en el día de hoy.
Por: Alejandro Paulino Ramos
Conferencia en la Fundación Global y Desarrollo (FUNGLODE), a finales del 2006.
La República Dominicana sufrió profundos cambios económicos, demográficos, tecnológicos y culturales a partir de los años setenta del siglo XIX, como fruto del establecimiento de la industria azucarera y con ella la inversión de capitales foráneos, el surgimiento de un sector de trabajadores que abandonó las faenas campesinas para convertirse en obreros asalariados, la construcción de líneas férreas, el transporte de pasajeros, el comienzo de la utilización de la luz eléctrica, y el rompimiento de vínculos culturales y económicos con países europeos para consolidar desde principio del siglo XX, los lazos culturales y económicos con los Estados Unidos de Norteamérica.Junto al desarrollo de ese capitalismo incipiente que dejaba en el olvido la sociedad hatera de la época colonial y la economía precapitalista de los primeros cincuenta años del siglo XIX, Santo Domingo se convirtió en receptora, entre 1870 y 1930, de decenas de miles de inmigrantes cocolos, puertorriqueños, árabes, chinos, haitianos, cubanos y norteamericanos y con su establecimiento en territorio dominicano aparecieron prácticas culturales desconocidas hasta entonces, prácticas que se fueron enraizando y formando parte de una cultura que se encontraba en formación; . Iniciado el siglo XX, las industrias, el comercio, los deportes y las diversiones, para sólo citar algunos aspectos de la vida dominicana, comenzaron a tener un referente más relacionado con los Estados.La red de carreteras, puentes y caminos iniciadas en 1908 van a romper con el regionalismo, facilitando cambios en la cultura de consumo de la población y aunque los procesos políticos siguieron las consignas de los caudillos y sus “revoluciones”, en el primer cuarto del siglo XX el país dejó de ser lo que había sido durante el siglo XIX, para transformarse de una manera vertiginosa en un nuevo país más moderno y abierto al mundo. En esto tuvo mucho que ver la ocupación militar norteamericana de 1916.Durante el gobierno militar extranjero se desarmó la población, fueron modificados los planes de estudios, se controlaron las publicaciones de ensayos y libros, fue reorganizado el Estado, desintegrado el ejército y pacificado el país. Todo esto además del relativo bienestar que se dejó sentir entre 1916 y 1920, va a provocar un impacto cultural de amplios sectores nacionales.En 1924, cuando las tropas comenzaron a salir del país y el presidente Horacio Vásquez tomaba posesión, en amplios sectores urbanos se dejaba sentir la influencia del proceso vivido. Fue tal vez por esta razón que el director de la revista Cosmopolita llegó a decir en sus páginas que después de terminada la Primera Guerra Mundial, la tolerancia ganó terreno y la presencia de los marines no nos hicieron más civilizados, sino más tolerantes. “Antes, --dijo él—nos ofendíamos por lo que ofendía a la moral, ahora la moral es la que ofende a nuestros libertinajes”.De todo modo, la salida de las tropas y el establecimiento de un gobierno dominicano va a provocar, por lo menos como política de Estado, algunos reajustes y acondicionamientos de aspectos vinculados a la cultura, pero en sentido general desde el Estado se continuó la política cultural del gobierno de ocupación ..Como ejemplo de todo lo que he dicho, quisiera tomar como referencia una obra publicada en 1924 por Horacio Read. Este intelectual e integrante de la agrupación cultural El Paladión, escribió la novela “Los Civilizadores” en la que trató de demostrar, desde el punto de vista cultural, que la civilización a que los Estados Unidos quiso llevar a los dominicanos era todo lo contrario y que lo que se había logrado con su presencia, fue retrotraer a los dominicanos a la época de la barbarie.El autor, desde una posición conservadora y a veces prehispánica añoraba los valores del pasado que él entendía iban sucumbiendo ante la presencia extranjera. En los diálogos de los personajes va quedando establecido lo que entendía como un comportamiento que ofendía los valores de los dominicanos.Entre los aportes desmoralizantes de los ocupantes, Horacio Read destaca la utilización de palabras en ingles en el idioma castellano, y como los esposos complacientemente permitían que sus señoras participaran en fiestas donde compartían públicamente con sus amantes y en sus hogares durmieran las siestas y compartieran las camas con sus amigos. Tomaban “copa de crema de menta, y realizaban competencias donde el premio era un beso, y comían pickleys y carne en lata., brindaban el te, jugaban take and put, bailan fox trots, one-step, y bailaban al compás de una pianola eléctrica, mientras tomaban wiskey y bailaban el ritmo conocido como “shimmy”.Por otro lado, Juan Isidro Jimenes Grullón, en La República Dominicana: una ficción explicó lo que él llamó “los síntomas espirituales” de la decadencia que se había iniciado durante la ocupación militar americana, y entre esos síntomas citó el auge “de la corriente pro-norteamericana en el seno de la burguesía.” y su afán de que el país se convirtiera en una colonia similar a Puerto Rico. La ocupación trajo consigo una norte-americanización de las costumbres y era un orgullo para quienes las obedecían hablar preferentemente en un inglés chapurreado.Parecido conceptos fueron externados por Ramón Marrero Aristy en el volumen tres de su obra histórica La República Dominicana, al decir que “con la presencia de los norteamericanos perecieron muchas costumbres sanas y numerosos mitos. La gente joven y las mujeres adquirieron costumbres más independientes y la obsesión del dinero como elemento determinante del valor del individuo se apoderó no sólo de las clases encumbradas sino de gran parte de las otras radicadas en las zonas urbanas.Ahora bien, cuál fue la política cultural del gobierno del presidente Vásquez durante los seis años que le tocó gobernar la República Dominicana? Durante su gobierno se desarrolló una política que tendía a promover, aunque esto no era generalizado, el apoyo económico para la publicación de libros. En el aspecto educativo, Marrero Aristy señala en su obra de historia, que la instrucción pública había sido la “primera victima de la crisis económica experimentada por el régimen de Vásquez”, aunque este destinó mediante ley, que se especializaran fondos para la construcción de escuelas y se financiaron becas de estudios tanto en el extranjero como en el paísOtras medidas importantes en el período, fueron la celebración oficial del Congreso Musical en Santo Domingo en 1928, la promulgación de la ley que asignaba los fondos para la construcción de la Biblioteca Nacional y se declaró de utilidad pública el edificio del Alcázar de Colón. Además, fue abierto el Museo Nacional de Antropología en 1926, y se intentó la construcción, en 1926, del Teatro Nacional. Muchas de estas iniciativas, como la de la biblioteca y el Teatro, quedaron en el olvido.También el gobierno destinó fondos para construcciones de edificios, carreteras, puentes y obras públicas que de alguna manera van a incidir en la cultura de los dominicanos. Facilitó fondos para la celebración en Santiago de los Caballeros de la Exposición Nacional en 1927, prohibió fijar carteles y letreros en edificios públicos y monumentos, se contrataron los servicios aéreos para el transporte del correo que salía al exterior, y fueron firmados contratos para la operación de líneas aéreas y el transporte de pasajeros, en 1927.En el ámbito de la salud y la higiene, áreas muy relacionadas con las practicas culturales de los dominicanos, al parecer no hubo grandes logros, a no ser la construcción del primer acueducto de la capital de la República en 1928. Ramón Marrero Aristy tratando de justificar el derrocamiento de Horacio Vásquez, años después, llegó a escribir: “Sin acueducto, la higiene personal era muy difícil. Fuera de los baños en los ríos a la manera primitiva, muy pocas familias podían disfrutar de los beneficios del agua corriente y las duchas. Los sistemas sanitarios permanecían a la altura de los retretes en las principales poblaciones, con excepción de los barrios céntricos de Santo Domingo”.El rápido contacto con el exterior por la vía aérea y marítima, una prensa que se modernizó con nuevas y poderosas impresoras y conectadas al mundo por la radiotelegrafía y el Cable Submarino, la naturalización como ciudadanos dominicanos y formación de familias con nacionales de cientos de inmigrantes, el establecimiento del cine, y el nacimiento de la radio en 1928, además de las nuevas cultura del consumo de productos principalmente norteamericanos, van a marcar definitivamente al pueblo dominicano.La sociedad se hizo más liberal pues se comenzó a romper con el conservadurismo social y empezaron a aparecer en revistas como El Gráfico y Cromos, imágenes a páginas completas de mujeres desnudas. El Club Unión, centro cultural por excelencia de la aristocracia dominicana, comenzó a abrir sus puertas al merengue y el bongó. El güiro y la maraca, la rumba y la guaracha, que a decir de Gimbernard “acechaban en espera de la oportunidad de su invasión”, se introdujo en ese Club a partir de 1924.En el ámbito juvenil y de los intelectuales motivados por el positivismo, la educación hostosiana, el arielismo y el socialismo el período se enrumbaba por otros senderos. Una gran actividad se dejó sentir después de la salida de las tropas extranjeras, buscando las raíces de los males sociales y planteando alternativas de bien común como eran la renovación y la regeneración de la sociedad dominicana, así como el aniquilamiento definitivo de todo lo negativo representado en el caudillismo que todavía simbolizaba el presidente Horacio Vásquez.Los ocho años de la ocupación militar americana (1916-1924), fueron difíciles para las actividades políticas, literarias y el libre pensamiento; pero no impidieron el surgimiento de grupos literarios y culturales y la circulación de interesantes pero limitadas publicaciones; los intelectuales y estudiantes tuvieron un mayor campo de acción par sus actividades, motivados por el clima de libertad que se abrió a partir de 1924. .Entre los grupos surgidos durante la desocupación y que fueron muy activos durante el gobierno de Horacio Vásquez se encontraban las sociedades El Paladión, Plus-Ultra, y el Movimiento Postumistas. El Paladión tenía como centro de operaciones la revista Blanco y Negro y a partir de 1924 la revista La Opinión, los Postumistas a la Cuna de América y la revista Letras, y los de Plus-Ultra, fundado en 1921 y dirigido por Manuel Arturo Peña Batlle, publicaban en 1922 la revista Claridad.En Plus-Ultra participaban Manuel Arturo Peña Batlle, Alcides García Lluberes, Juan isidro Jimenes-Grullón y Arturo Despradel y en El Paladión eran de los primeros Carlos Sánchez y Sánchez, Julio Cuello y Francisco Prats Ramírez. Tanto El Paladión como Plus Ultra se fusionaron con otras instituciones en 1931, para dar paso a la agrupación Acción Cultural. Por su parte, en el Movimiento Postumista fueron principales lideres Domingo Moreno Jimenes, Andrés Avelino y Rafael Augusto Zorrilla.La desocupación militar abrió las puertas a la soberanía y la libertad y a una mayor y libre participación cultural, pero también a la competencia y a la atomización de los grupos literarios y culturales. Con la llegada de Vásquez a la presidencia comenzaron a surgir pequeños y esporádicos agrupamientos y efímeros medios literarios, nucleándose en capillas literarias que comenzaron a proclamarse vanguardia y representantes de las más modernas manifestaciones del arte y la literatura. Estos grupos aparecían en las ciudades más importantes del país, compactados alrededor de revistas y periódicos literarios.A partir de 1924 el fervor nacionalista descayó y con esto desapareció la convivencia, la solidaridad y el respeto entre los grupos, dando paso al enfrentamiento, a la división y al pugilato vanguardista entre las “capillas literarias”. Los conflictos, los chismes, la competencia y la atomización fueron tan evidentes, que la prensa llegó a llamar la atención sobre ese particular, clamando para que se pusiera fin a esa situación. Señalaba críticamente La Opinión, que esos grupos que actuaban así, eran en realidad “opuestos y hostiles entre sí , aun teniendo el mismo ideal revaluador y renovador.” Y recomendaba la unidad de todos en torno a El Paladión, por ser el más antiguo y representativo de todas las agrupaciones existentes.Posiblemente el evento cultural más importante realizado por los escritores y poetas lo constituyó el homenaje que los Postumistas dedicaron al venezolano Horacio Blanco Fombona en el local de la Colina Sacra, ubicada en la barriada de Villa Francisca y en el que participaron decenas de intelectuales y poetas de la Colina y el Llano, como ellos mismos se identificaban.Las revistas que tuvieron relaciones con los grupos literarios en ese período fueron, además de Blanco y Negro y La Cuna de América, que desaparecieron en la primera etapa del período, y La Opinión que se convirtió en periódico diario en 1927, fueron la Revista X, vinculada al Postumismo y dirigida en 1925 por Andrés Avelino y Rafael Andrés Brenes. Moreno Jimenes, Sumo Pontífice del Postumismo, publicaba en 1926 la revista La Voz, y en 1929 comenzó a publicar hasta 1937, El Día Estético, el más importante vocero del Movimiento Postumista . Además circuló Páginas Selectas, surgida en 1926. En los principales pueblos también aparecieron revistas vinculadas a sociedades culturales y literarias.En cuanto a la proliferación de libros y folletos literarios, fueron también las Asociaciones culturales y literarias las que más insistieron en ese propósito. Por ejemplo, de unos 75 libros y folletos que hemos detectados se publicaron durante el período de gobierno de Horacio Vázquez, aproximadamente veinte pertenecieron a las agrupaciones El Paladión y al Movimiento Postumista.Por otro lado, al final de la década del veinte y en medio de la coyuntura provocada por la crisis económica de 1929 en el mercado mundial, y la enfermedad del presidente Horacio Vásquez, al Coronel Trujillo se le facilitó la toma del poder político. A partir de ese momento se comenzó a sentir una baja significativa en las actividades literaria de los grupos culturales en la medida que la dictadura se consolidaba.En relación a las actividades de esparcimiento y diversión, los habitantes de la ciudad colonial tenían sus lugares preferidos, vedados a los habitantes de los barrios periféricos que iban surgiendo en esos días.Existía el Teatro Colón, el Rialto, Independencia y el Teatro Capitolio. También eran populares el café “Mis Amores” y el Hotel Colón con un ambiente de “riqueza inestimable”, pero el lugar público por excelencia para ser visitado por las clases altas lo era el Restaurant “Fausto”, ubicado en la Arzobispo Meriño frente al Parque Colón y al lado del Teatro Capitolio, el lugar escogido por los intelectuales y poetas de clase media para la celebración de sus tertulias.La institución privada más aristocrática lo fue el Club Unión, ubicado en El Conde esquina Hostos y cuna de la aristocracia capitaleña.La ciudad intramuros renacía en los días carnavalescos, cuando era invadida por el populacho de los barrios pobres, que vestidos de trapos viejos y vestimentas de desecho se entregaba a la diversión, simulando campesinos. En esas fiestas carnavalescas “el barsié” era huésped de la ciudad por uno o dos días”. El Carnaval, como lo señaló la crónica de la revista Cromos de 1927, tenía su reina y cortes que lucían disfraces muy de estos tiempos del fox y del charleston.y revistió gran esplendor con bailes, disfraces, confetis y serpentinas, carrozas y muchísimos automóviles.En cuanto al legado cultural norteamericano, estaban muy de moda los bailes conocidos com fox trot, el onestep y otros ritmos. El músico puertoplateño Dálmaso Mercado trae la información en “Memorias de un músico rural dominicano”, que en Puerto Plata, en el Club de Comercio, Club de Damas, y las sociedades La Fe y Unión Puertoplateña no se tocaba merengue hasta 1928, y que la juventud gustaba de bailar el foxtrot, el blu, el charleston, onestep, el tango y una infinidad de melodías.La vida en la zona colonial y los ensanches Gazcue, Ciudad Nueva, Lugo y Aguedita era de un marcado “refinamiento cultural”, pero la cotidianidad de los barrios populares era otra. Villa Francisca se había comenzado a poblarse desde 1912 y ya para 1925 tenía más de 8000 habitantes, y era además cuna del Movimiento Postumista, mientras que El Galindo y Galindito, este último también conocido como el barrio Barahona del Norte y luego como Borojol, eran poco poblados y sus habitantes llevaban una vida más paupérrimas.En esos barrios populares que iban más allá de San Carlos y lo que hoy es la Avenida Mella, el balsié, el merengue, la bachata y la prostitución marcaban la cotidianidad. En el Galindo se escuchaba el merengue, pero lo más cerca que se escuchaba de la zona colonial era la Ceiba de Colón, “en cuya vecindad se encontraban los más inmundos prostíbulos de la ciudad de Santo Domingo”. Y en Villa Francisca el barcié resonaba como un insecto monstruoso que aleteaba entre las sombras. En el camino de Santa Cruz, en Los Minas y en todos nuestros campos se escuchaban el barcié acompañando un “merengue tupío” un “Toma pa tu may”o un “Toma pa tu” primo” y oros bailes típicos del mismo ritmo monótono.”Tal vez la proliferación de la música popular que poco a poco se introducía en el gusto de los habitantes de la ciudad colonial, provocó en 1924 las prohibiciones y limitaciones que se le impusieron, como queda demostrado en la disposición del Ayuntamiento para prohibir que se tocara el balcié por considerarse desmoralizante, molestosa, y nociva. En diciembre de 1930, la agresión a la música y las costumbres de origen africanas vino desde la Cámara de Diputados, la que discutió un proyecto de ley para prohibir los bailes llamados Luá, el Voudou y Sance por perniciosos, indeseables, e inmorales, argumentándose que existían lugares donde se fiestea, y se baila de una manera inmoral.Fue en los barrios pobres el lugar donde primero se bailó guarachas y bachatas a las afueras de la ciudad de Santo Domingo. Los intérpretes populares comenzaron ayudados por la victrola y la radiola a imitar desde entonces a los cantantes cubanos y mexicanos. Reacuérdese que las emisoras de radio ya existían desde 1928.En relación a los deportes, fueron importantes pasatiempos durante el período el juego de tennis, el deporte conocido como Rogly, el béisbol y el boxeo. La legalización jurídica de este último produjo debates en la sociedad dominicana y en el Congreso el diputado David Santamaría llegó oponerse a este por ser poco civilizado, exótico y “una de las tantas brutalidades que los americanos han hecho introducir como cosa de la civilización”.Los picnic, como pasatiempo de grupos de la ciudad intramuros y de la zona de Gazcue, Ciudad Nueva, Ensanche Mis Amores y Ensanche Lugo de la ciudad de Santo Domingo se hicieron muy populares, siendo los domingos utilizados por grupos de familias adineradas para viajar hacia la zona de Sabana Perdida y lo que hoy llamamos Ensanche Luperón, Gualey y Los tres brazos en actividad de diversión y esparcimiento.Como colofón a todo lo que acabo de decir, quiero leer un párrafo de una publicación puesta a circular en 1928 y que retrata la marginalidad del barrio Barahona del Norte, el más democrático de la capital de la República, según Francisco Moscoso Puello, y declarado desde 1917 zona de tolerancia para la prostitución: :“Eran las 10:45 de la noche, cuando el grupo de jóvenes entraba en un Cafetín situado a una de las márgenes del caudaloso río Ozama, en las inmediaciones del muelle. Refugio de chulos, trabajadores del muelle, marinos y otros personajes de baja clase social, era aquel asqueroso establecimiento, donde una juventud perdida se entregaba a los más desenfrenados vicios. Era larga y espaciosa, dividida en varios apartamentos, donde sucias rameras tenían sus respectivos dormitorios.Había allí gente joven equívoca, con la retina de los ojos demasiado roja, por exceso del alcohol. Viejos marineros ingleses, que en esos días visitan la Ciudad en un trasatlántico, permanecían estremecidos de alegría haciendo derroche de licor. Otros, acodados al mostrador, apuraban sendas copas de Brandy. En el primer salón unos muchachos juegan billar, se oyen las voces, y el entrechocar de las bolas. En otro apartamento interior, sentados en banquetas de madera; otros se veían entregados a toda clase de juegos de azar. Y más allá, al compás de una música bachatera, unas mujeres casi desnudas, se veían abrazando descaradamente a los hombres, entregadas a las más desenfrenadas orgías, mientras la orquesta que se componía de guitarra, güiro y timbales, cantaban una canción parodiada en sucias palabras obscenas”.Hasta aquí lo que quería compartir con ustedes en el día de hoy.
Muchas gracias.
FUENTE: Historia Dominicana.
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