Cómo aletean las abejas [Vida salvaje]
No se lo digan a las abejas, pero no sirven para volar. Al menos eso concluyó un matemático francés en 1934, según cuenta una historia. C’est faux, por supuesto: las abejas vuelan muy bien; los primeros investigadores simplemente no tenían modo de medir los complejos movimientos de las alas de estos insectos. El biólogo Michael Dickinson del Instituto Tecnológico de California y sus colegas reportan que si bien las abejas de miel no la tienen fácil –el tamaño pequeño de sus alas, en relación con las dimensiones de su cuerpo, significa que tienen que realizar más trabajo para volar que otros insectos–, su método no ortodoxo de batir las alas les permite suspenderse en el aire, luchar contra el viento, evadir a los depredadores y alzar el vuelo incluso si van cargadas con néctar o polen.
Ilustración de Bruce Morser
Los estudios muestran que muchos insectos mueven sus alas en largas aleteadas de barrido (de 145 a 165 grados) unas 200 veces por segundo. Pero las abejas baten sus alas en arcos breves (de alrededor de 90 grados), de modo que tienen que compensar con velocidad. ¿Cuánta? Hasta 240 batidas por segundo, -casi lo doble de lo que se esperaría, considerando su tamaño.
Color viviente
Los nudibranquios reptan por la vida tan resbaladizos y desnudos como un recién nacido. Parientes de los caracoles, cuyos antepasados se deshicieron de su concha hace millones de años, son sólo piel, músculo y órganos, que se deslizan sobre senderos de cieno en el fondo del océano y cabezas de coral por todo el mundo.
Maravillas microscópicas del mar
“Lo pequeño es hermoso”, declaró el economista E. F. Schumacher. Una perspectiva inteligente para un mundo en el que la vida se construye a menor escala. En una muestra de agua marina queda al descubierto una mezcolanza de pequeños nadadores y criaturas nebulosas.
Lo que piensan los animales
Conozca más a fondo a estas soprendentes criaturas que están cambiando la manera en que los humanos los hemos entendido hasta ahora.
Victoria alada
Hace 60 millones de años, en un planeta de mamíferos que reptaban, sobresalió un arborícola de finas alas: breve estampa de los murciélagos ancestrales que, dotados del vuelo y de la ecolocación, un sexto sentido, dominaron el cielo nocturno y medraron.
Vida salvaje, junio de 2007
El radar Doppler en Wisconsin, EUA, detectó este enjambre de efímeras en la ribera del Misisipi : tras pasar un año como ninfas en los sedimentos del río, se dejaron llevar por el viento hacia el norte.
Aves del paraíso
Él hace una reverencia. Inclina su cuerpo hasta abajo y se mantiene digno aun cuando su capa de plumas negras aterciopeladas se levanta y deja expuestos sus flancos.
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