Este indicador complementa la información sobre el estado de la naturaleza y, en el caso de España, revela datos preocupantes, ocupa el quinto puesto a escala mundial en “huella hídrica”, es decir, en el volumen total de agua usada globalmente para producir bienes y servicios consumidos por los ciudadanos.
La huella hídrica aborda también la importancia del agua utilizada como materia prima en la producción. Por ejemplo, se necesitan 2.900 litros para fabricar una camiseta de algodón. Como media, cada persona consume 1.24 millones de litros de agua al año (la mitad de una piscina olímpica), aunque esto varía desde 2.48 millones de litros, por persona y año, en EEUU, a los 619.000 litros, en Yemen.
Por otra parte, El Índice Planeta Vivo, medida obtenida del estudio de la evolución de 5.000 poblaciones de 1.686 especies, ha descendido un 30 por ciento desde 1970. Esta dramática pérdida de nuestra riqueza natural está provocada principalmente por la deforestación y la transformación de los usos del suelo en los trópicos (el IPV Tropical ha disminuido un 51 por ciento).
Otros factores que atentan contra la biodiversidad son los impactos de los embalses, los trasvases y el cambio climático sobre las especies de agua dulce (cuyo IPV ha sufrido un descenso del 35 por ciento). De igual forma, la contaminación, así como la sobrepesca y la pesca destructiva en los ecosistemas marinos y costeros, figuran entre las amenazas de las especies marinas.
Las emisiones de carbono derivadas de la quema de combustibles fósiles y el cambio de usos del suelo son los factores fundamentales que provocan la huella humana y, además, están generando el cambio climático. El análisis de la huella ecológica, elaborado por la GFN, muestra que mientras la biocapacidad global (el área actualmente disponible para producir nuestros recursos y absorber nuestras emisiones) es de unas 2,1 hectáreas globales (hag) por persona, la huella ecológica por persona es de 2,7 hag.
Cada ciudadano de EEUU requiere una media de 9,4 hag (4,5 planetas, si la población mundial tuviera patrones de consumo estadounidenses), al tiempo que los ciudadanos de China utilizan una media de 2,1 hag por persona (un planeta). Por otra parte, España ocupa la posición número duodécima a escala mundial, detrás de Grecia y delante de Uruguay, con una huella ecológica global de 5,7 hag per cápita y un déficit ecológico del 338%, lo que significa que necesitaríamos casi 3,5 países más para mantener nuestras actuales demandas. Cabe destacar que los países con mayor huella ecológica nacional son EEUU y China, utilizando cada uno cerca del 21 por ciento de la biocapacidad del planeta.
La biocapacidad está distribuida de forma muy desigual: ocho países –EE.UU, Brasil, Rusia, China, India, Canadá, Argentina y Australia- tienen más de la mitad del total mundial. La población y las pautas de consumo hacen que tres de estos países sean deudores ecológicos, con huellas mayores que su biocapacidad nacional, EE.UU. (una huella 1,8 veces mayor que su biocapacidad), China (2,3 veces) e India (2,2 veces).
Esto contrasta con países como Congo, que tiene la séptima biocapacidad más alta por persona (13,9 hag) y una media de huella de sólo 0,5 hag por persona. Sin embargo, se enfrenta a un futuro de degradación de esta biocapacidad a causa de la deforestación y del incremento de la demanda de un aumento de la población y de las presiones de las exportaciones.
James Leape, Director General de WWF, hace un análisis de la situación actual: “El mundo está preocupado por las consecuencias de haber sobrevalorado sus recursos financieros. Sin embargo, lo que realmente amenaza a la sociedad es la crisis del crédito ecológico causada por infravalorar el capital ambiental, base de la supervivencia y la prosperidad.” Y Leape añade: “Muchos de nosotros mantenemos un estilo de vida y un crecimiento económico gracias al uso y la extracción del capital ecológico de otras zonas del planeta. Si nuestras demandas continúan a este ritmo, a mediados de 2030 necesitaremos el equivalente a dos planetas para conservar este estatus”.
Asimismo, el informe incorpora una serie de soluciones clave, llamadas “cuñas de sostenibilidad”. Según WWF, combinándolas estas podrían estabilizar, e incluso revertir, la tendencia alarmante hacia una mayor deuda ecológica y el desabastecimiento de nuestras fuentes naturales de recursos. En cuanto al reto ambiental más importante, el cambio climático, el documento muestra que la eficiencia energética, las renovables y la disminución de emisiones podrían satisfacer las demandas energéticas para 2050, reduciendo entre un 60 y un 80 por ciento las emisiones de carbono.
“Si el ser humano tiene la voluntad, encontrará también la forma de vivir con los medios que ofrece el planeta, asegurando a la vez el bienestar de la humanidad y los ecosistemas de los que depende”, concluye Juan Carlos del Olmo, Secretario General de WWF/Adena.
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