miércoles, 19 de noviembre de 2008




Máximo Gómez

Insigne revolucionario y jefe militar de excepcionales cualidades. Llegó a ocupar las más altas responsabilidades dentro del Ejército Libertador de Cuba durante las luchas independentistas del pasado siglo. Por los servicios prestados a la República durante más de 30 años, fue declarado ciudadano cubano por nacimiento.

Nació en Baní, República Dominicana, en el año 1836. En su isla natal alcanzó el grado de capitán dentro del ejército español. En 1855, participó en la lucha contra la invasión haitiana a su país de origen. En 1865 se estableció en Cuba con su familia y poco tiempo después pidió su licenciamiento, se dedica al cultivo de la tierra y comenzó a relacionarse con los cubanos que conspiraban por la independencia.

El 14 de octubre de 1868, cuatro días después del inicio de la primera guerra independentista, se sumó a las fuerzas insurrectas. Por sus conocimientos militares recibió el grado de sargento y la misión de instruir a los bisoños soldados. El 18 de octubre el líder del movimiento Carlos Manuel de Céspedes, lo ascendió a Mayor General.

El 4 de noviembre dirigió la primera carga al machete. Con un puñado de hombres simplemente armados con esa herramienta de trabajo aniquiló en breves minutos dos compañías enemigas. Dio así la primera lección acerca del empleo de la que sería hasta el final de la contienda la más temible arma de los combatientes cubanos.

En los diez años de brega hasta 1878 libró incontables batallas y descolló como el estratega más dotado y el maestro de una pléyade de jefes brillantes.

Al reiniciarse las hostilidades en 1895 regresó a Cuba junto a José Martí, con el cargo de General en Jefe del Ejército Libertador.

De nuevo se pusieron de manifiesto sus grandes dotes militares. Su plan de invasión al occidente de la isla, ejecutado junto a su Lugarteniente General Antonio Mateo, constituye una de las más grandes hazañas militares de todos los tiempos.

Sumido en la frustración tras la ocupación militar norteamericana y la entronización de una república en nada parecida a la soñada por los próceres, murió en La Habana el 17 de junio de 1905.

Dominicano, fiel soldado por la independencia de Cuba, fue jefe del Ejército Libertador durante la Guerra de los Diez Años (1868-1878) y la Guerra de Independencia (1895-1898). En la Guerra de los Diez Años intentó la Invasión a Occidente y llevó su vanguardia hasta Matanzas. Al reanudarse las hostilidades en la Guerra del 95 de nuevo la organizó y llevó el Contingente Invasor hasta La Habana. Salvaguardó su conclusión exitosa con la campaña de la Lanzadera, amenazando continuamente a la capital del país, atrayendo sobre sí fuertes columnas españolas para así facilitar la llegada de su Lugarteniente general, el mayor general Antonio Maceo y Grajales hasta el poblado de Mantua, extremo más occidental del país.

Desde 1987 hasta 1898 desarrolló la Campaña de La Reforma, en 1 800 kilómetros cuadrados de Sancti Spiritus, enfrentando a fuerzas españolas trasladadas desde occidente, y rompió así el equilibrio estratégico de las acciones peninsulares. Estratega y táctico por excelencia en ambas guerras fue un general que no conoció la derrota a pesar de comandar un ejército de oficiales y soldados sin instrucción militar anterior, y, combatir contra la mayor concentración de tropas dispuesta por una potencia colonizadora en América, comandada por experimentado generales, y armada con los más modernos pertrechos de la época.



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