lunes, 9 de noviembre de 2009

ARQUITECTURA DOMINICANA/ EDUCARTE




Estilos arquitectónicos en Republica dominicana.



Con las facilidades que presentaba el uso de este nuevo material, se introducen nuevas corrientes arquitectónicas, que modifican una vez mas el ambiente capitalino, extendiéndose al interior del país, sumando nuevamente estilos extranjeros a los ambientes pueblerinos. Las viejas fachadas coloniales se ven nuevamente estilos extranjeros a los ambientes pueblerinos. Las viejas fachadas coloniales se ven nuevamente modificadas, con aditamentos que renovaban su exterior con aires de modernidad.Ecléctico: las corrientes eclécticas que predominaron en Europa durante el siglo XIX, son copiadas enriquecidas en las manos de nuestros constructores. Se edificaron en todo el país, iglesias, ayuntamiento, templos masónicos, almacenes y viviendas. Neo Clásico; Se caracteriza por aditamentos neoclásico en hormigón agregados a las fachadas. Se utilizaron columnas adosadas entre los paños de entre puertas con fuste liso o estriado y capiteles de orden clásico. Los antepechos podían ser lisos o abalaustrados con prefabricados de hormigón. Las mensuras de los balcones que fueran de madera o en hierro, se sustituyeron por mensuras prevaciadas de hormigón. Los pasamanos de los balcones también se construyeron de elementos prevaciados de hormigón. Todo esto le dio un aire de modernismos a la ciudad.Neo-hispánico: A la llegada de este nuevo material se comenzaron a copiar elementos de nuestra arquitectura colonial, adaptándola a la arquitectura Vernácula. Así comienza a aparecer en las viviendas con galerías, el uso de tejas rojas, paredes pintadas de blanco, arcos de medio punto, cerámicas vidriadas y patios interiores. Esta arquitectura fue muy usada por la burguesía de nuestro país que se estaba instalando en esos momentos en las afueras de la ciudad colonial en el nuevo barrio de Gazcue. El uso de este estilo de ha tomado como una reacción de los dominicanos en contra de la intervención norteamericana tratando de exaltar nuestras raíces hispánicas frente al invasor extranjero. Estilo Bungalow: Se introduce en el país con la llegada de los americanos, se caracteriza por ser viviendas de un solo piso, con techo de zinc, una buhardilla que se puede habitar y galería frontal. Estas de hormigón con techo de zinc.Estilo Pradera: Introducido también por los americanos, copia la casa americana popularizada por el maestro de la arquitectura norteamericano Frank Loyd Wright, que se caracteriza por tener un techo a cuatro aguas que sobresale de las paredes, a manera de sombrilla, protegiéndola del sol con predominio de la horizontalidad. Art Deco: usado principalmente en los detalles decorativos de balcones, antepechos y mensuras, en viviendas desarrollas de Ciudad Nueva, en la zona Colonial y en Gazcue. Podrian encontrarse algunos elementos en construcciones en el interior de la isla. Art Nouveau: Lo encontramos también, aunque en menos cantidad en detalles decorativos, principalmente en la zona colonial y San Pedro de Macorís. Neo Morisco: Los detalles neo moriscos como arcos polilobulados, arcos de herradura, alfil, detalles de cerámicas en las paredes en estos momentos en las construcciones principalmente en la Zonal Colonial y Gazcue.

Arquitectos dominicanos.

Los primeros arquitectos en trabajar en el País. El panorama constructivo dominicano se había caracterizado, hasta este momento por una arquitectura popular construida por maestros y albañiles experimentados que sin conocimientos académicos habían convertido nuestras ciudades y pueblos en verdaderas joyas autóctonas de la que nos enorgullecemos hoy. La primera carrera relativa ala construcción que se crea a nivel universitario es la de Maestro de Obras para fabricas Urbanas durante el gobierno de Ulises Hereaux en 1887. en el Instituto Profesional. En 1890 se autoriza la carrera de ingeniería. Este instituto fue convertido en Universidad de Santo Domingo en 1914 durante el gobierno de Ramón Báez.
Estos momentos, principios del siglo XX, junto a la llegada de este importante material, el hormigón armado, la necesidad de mayores conocimientos para la construcción era evidente y con el auge económico que había imperado la isla en las últimas décadas, fueron muchas las familias que habían enviado a sus hijos a estudiar en universidades extranjeras. En estos momentos, esos jóvenes profesionales graduados de ingenieros, volvieron a nuestro país a encargarse del quehacer constructivo con el dominio de las nuevas tecnologías, trayendo consigo los conocimientos de la arquitectura imperante en los países de Europa y Norte América donde habían estudiado. Entre estos profesionales tenemos: graduado en Francia el Ing. Fernando Báez, Zoilo Hermogenes García y Ernesto Paradas. Juan Bautista del Toro Andujar regreso también pero mas tarde en 1924.Luego llegan Juan de la Cruz Alfonseca, Luís Bogaert y Juan tomas Tavarez. entre otros. Junto a estos dominicanos llegaron también, extranjeros profesionales traídos por diversas circunstancias a sumarse a los quehaceres constructivos, entre estos están, Antonin Nechodoma, Alfredo Escaroina y Montuori, Andrés Gómez Pintado, y Benigno Trueba. También se destacaron entre los constructores, los maestros José Turul Villanova, Jaime Malla Salón y José Doménech.


Arquitectura norte de Republica Dominicana.









En el interior de la isla, por primera vez, la burguesía e desarrolla, ya que los principales contingentes de inmigrantes se establecieron en la ciudades puerto, por ser estos los vínculos de conexión entre el comercio exterior y el interior. Las principales ciudades que despertaron a la bonanza económica fueron: Monte Cristi, Puerto Plata, como puertos, y Santiago, Moca y la Vega, como centro de producción. Esto permitió la entrada de capital extranjero, contribuyendo con el bienestar y expansión económica del país. El uso del hierro industrializado se incremento ya se construyeron varios faros de estructuras metálica en los diferentes puertos y estructuras en hierro pata estaciones de trenes. Tanto el faro como la estación el tren de Puerto Plata han sido restaurado recientemente.
En estos poblados las construcciones se mantuvieron de madera, ampliando y agregando elementos, permitidos ahora por la facilidad de la introducción de la madera industrializada y los elementos prefabricados que era posible importar en esos momentos. También se importaron viviendas completas para ser ensambladas, que sirvieron de modelo a los artesanos, tanto extranjeros como criollos, para copiar detalles y agregarlos a las viviendas vernáculas que se les llama arquitectura anglo-antilla por tener características similares a la arquitectura que se encuentra en las demás islas del Caribe y que fuera traída por los ingleses durante su conquista de estos mares, trayendo elementos de estilo victoriano que fueron modificados según se adaptaron al clima tropical. Por medio de la inmigración llegan revistas con diferentes modelos de viviendas, los que también fueron copiados por los artesanos criollos. La facilidad de la importación de elementos prefabricados y la facilidad de confeccionarlos con las nuevas herramientas, modificaron la vivienda vernácula agregándole balcones, aleros, cresterías, buhardillas, transformándolas y creando una arquitectura de gusto popular que se esparció por toda la isla, cambiando el paisaje urbano de los pueblos del interior, a esta se le denomino arquitectura Vernácula Popular.Características arquitectónicas de las viviendas.

·Las casas populares o vernáculas de un solo piso con fachada al borde de la acera, abierta a la calle, generalmente con alero, pueden presentarse diferentes.
1. Con buhardillas.
2. Con galería.
3. Con ambos elementos arquitectónicos.
· De dos plantas con balcón: este puede estar en voladizo o sobre otro balcón.
*Casa don balconcillo o de medio piso: con estrecho piso superior, que no prolonga la planta baja.

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La arquitectura moderna de la mano de Nechodoma.
En medio de la exuberancia ecléctica y neoclásica del panorama arquitectónico dominicano, común a toda el área, destaca una figura cara a la arquitectura del país: Antonin Nechodoma (1877-1928), arquitecto de origen checo, que vivió en su juventud en los Estados Unidos, y que finalmente se estableció entre República Dominicana y Puerto Rico.
Nechodoma intenta hallar un vínculo entre las propuestas funcionales de la arquitectura del norteamericano Frank Lloyd Wright (1869-1959), y la tradición vernácula del Caribe. Termina definiendo las premisas de la arquitectura residencial urbana, con ventanas continuas, techos volados, integración con la naturaleza, y cromatismo decorativo para tamizar la luz del trópico. De modo que sus casas establecen el vínculo entre las propuestas vernáculas de la región y los lenguajes del movimiento moderno que hacia finales de los años treinta toman fuerza.
El movimiento moderno no sólo es conocido por las publicaciones que circulan en el momento. La llegada de algunos profesionales vinculados a este movimiento, permite la entrada de estos nuevos códigos a República Dominicana. Tal es el caso de los españoles Benitez y Rexach, y del discípulo de Le Corbusier, Dunoyer de Segozac. Dentro de la línea del brutalismo lecorbusierano, Segozac diseña la Basílica de Higüey con arcos parabólicos de hormigón a la vista.
Será Guillermo González (1900-1968) el principal animador de este movimiento en la isla, seguido por los arquitectos Ruiz Castillo y Miguel Hernández. González, muy apegado a los cánones de Le Corbusier, ejecutará la casa de los Fiallo y diversos hoteles para el estado, donde cabe destacar el Jaragua -1942- y la Hispaniola -1955-. Su estética racionalista, muy apegada a las referencias ortodoxas -de volúmenes puros y lienzos blancos-, se tropicaliza con la presencia de diversos y continuos espacios interiores o patios, que recuerdan las tradiciones arquitectónicas locales.
Dentro del criterio de recuperación de valores vernáculos -traducidos en el uso de tramas que tamizan la luz, en la búsqueda de los espacios sombreados y en la articulación de la obra en el paisaje-, vale destacar los edificios del campus de la Universidad Católica Madre y Maestra, del arquitecto Pedro J. Borrel.
El proceso de tránsito entre la dictadura de Trujillo y la democracia -en República Dominica- culmina bien entrada la década del setenta. En ese lapso, no sólo concurren cambios de orden económico y social. El nuevo gobierno democrático inicia una campaña constructiva, que ya no sigue aquella antigua directriz del desarrollo urbano. Ya no interesa ese expresionismo estructural, esa monumentalidad dictatorial simbolizada en aquel costosísimo conjunto urbano llamado Feria de la Paz y la Confraternidad del Mundo Libre (1956), que promovió Leónidas Trujillo. Más interesa, al decir de la crítica, una arquitectura que busque el prestigio de las obras correctas y bien construidas.
La obra arquitectónica más importante de este período, realizada en la década del setenta, es el Centro Cultural Juan Pablo Duarte. Un espacio público de uso cultural, construido por comitente estatal y compuesto por varios edificios. Se caracteriza por la textura de sus superficies y por las galerías exteriores que continúan hacia el interior de los bloques. Forman parte de este conjunto la Biblioteca Nacional, de Danilo A. Caro -edificio de estilo brutalista-; el Teatro Nacional, de Teófilo Carbonell; el Museo del Hombre Dominicano, de José A. Caro -bloque de estilo brutalista-; y la Galería de Arte Moderno, de J. A. Miniño -la construcción más creativa del conjunto-. Definitivamente, “es una obra de prestigio que intenta recuperar una imagen social positiva de la iniciativa gubernamental” (Segre).
Destaca también la sede del Banco Central, de los arquitectos R. Calventi y P. Piña. Es un edificio bajo, porticado, que se integra perfectamente a una plaza abierta dotada del necesario mobiliario urbano.
La migración masiva del hombre de campo a la ciudad, junto al crecimiento industrial y a una política populista que incrementa las facilidades educacionales, van a la par de un amplio programa de construcción de viviendas. De entre los conjuntos, también realizados en los años setenta, destacan las unidades Anabella I -del arquitecto Rafael Calventi- y Anacaona I -del arquitecto Eduardo Selman-, ambas en Santo Domingo. Estos conjuntos se caracterizan por ser sistemas abiertos de organización urbana, y por la elaborada composición plástica de los volúmenes.
Hacia los años ochenta, el historicismo, asumido por las nuevas estéticas de la arquitectura postmoderna, altera la forma de los edificios. Dentro de este lenguaje se encuentra el pabellón del Santo Domingo Country Club (1984), en Santo Domingo -del arquitecto Plácido Piña-; los apartamentos de Plaza Galván (1984), en Santo Domingo, y las residencias Costatlántica (1985), en Puerto Plata -ambas del arquitecto Marcelo Albuquerque-. Son obras que hacen referencia a la arquitectura vernácula local; en el caso del pabellón antes mencionado, se cita aquella tradicional arquitectura de madera -el ballom frame-, que estructura espacios continuos y articulados.
Otras veces se hace alusión -generalmente en las instalaciones turísticas- a esa arquitectura de madera, reminiscencia del sistema de cubiertas cónicas de la prehistoria antillana, que en realidad no tiene ninguna tradición, que sólo se encuentra en los libros de “crónicas de Indias”, y que deviene en espacio exótico para un turismo no avisado.
La auténtica arquitectura antillana busca una forma de construir sus espacios desde el estudio de sus tradiciones locales, y en su relación con los factores ecológicos. “Se trata de reinterpretar y madurar, en clave contemporánea, la articulación espacio exterior-interior, el vínculo con la naturaleza, la tamización de la luz tropical, la primacía de los espacios sociales, atributos que caracterizaron las estructuras ambientales del período colonial” (Segre). En ese sentido, vale destacar los logros del arquitecto Oscar Copa en su Casa de Campo La Romana; instalación turística excepcional por el uso de los componentes vernáculos: sucesión de espacios articulados, integración con el paisaje natural, y uso de materiales locales.
FOTOS: Hotel Mercedes/ Santiago de los Caballeros (1)
Casa establecida en Santiago (2)
José Ramón Alonso Lorea

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