Wangari Maathai:
El 25 de septiembre nos dejó Wangari Maathai, la mujer árbol, la que consiguió, plantando árbol a árbol, traer riqueza a las zonas rurales de África, a los desheredados de la tierra. Árbol a árbol se enfrentó al gobierno dictatorial de Kenia y facilitó la transición democrática a su país. Una defensora incansable del medio ambiente y de los derechos de la mujer en una sociedad profundamente machista.En su informe de septiembre de 2011, la Organización Mundial de Salud estima en dos millones las muertes prematuras anuales por contaminación del aire. También es un derecho poder disfrutar de un medio ambiente limpio. Las plantas son las únicas que pueden purificar, de forma natural, los aires, las aguas y las tierras.En mayor o menor medida, el problema de la deforestación afecta a todos los países. Sin árboles no hay naturaleza, no hay riqueza, no hay cultura, no hay vida, no hay nada. Wangari Maathai, recordando su infancia, decía: Cuando era niña me impresionaba una enorme higuera que había cerca de nuestra casa. Mi madre me había dicho que no se podía cortar. No lejos de ese árbol estaba el nacimiento de un arroyo, al que yo iba a buscar agua para mi casa. Cuando la higuera fue talada, el arroyo se secó. Mis hijos nunca verán la enorme higuera. Nunca verán el arroyo. Cuando visito este pequeño valle de mi infancia, siento que la tragedia se abate sobre la tierra que pisan mis pies. Contemplo barrancos que me hablan de erosión del suelo. En las caras de los aldeanos se refleja el hambre.Viendo los problemas de su país, Wangari dedicó su vida a plantar árboles y a la regeneración de los antiguos bosques de Kenia. Organizó grupos de mujeres de zonas rurales para que plantaran árboles. Gracias a su tesón, logró no solo mejorar las condiciones de vida de estas mujeres, sino que al desafiar al dictador Daniel Arap Moi, hizo resquebrajar su poder y facilitó la apertura democrática de su país. Con el advenimiento de la democracia en Kenia, fue viceministra de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Vida Salvaje de su país. Como miembro del gobierno consiguió convencer a estamentos tan conservadores como el ejército. Los propios oficiales han captado el mensaje, y con orgullo dicen que su función es proteger a su país, a su tierra, y se sienten hermanados con los árboles pues ellos también protegen la tierra de la erosión; por este motivo los militares se han sumado a la iniciativa y empezaron a plantar árboles. La paz en la Tierra depende de nuestra capacidad para asegurar el medio ambiente. Maathai se sitúa al frente de la lucha en la promoción del desarrollo económico, cultural y ecológicamente viable en Kenia y en África.(Comité Premio Nobel de la Paz, 2004)El ejemplo de Wangari Maathai se difundió por varios países africanos a través del Movimiento Cinturón Verde. Un año después de la concesión del Premio Nobel de la Paz, se celebró una cumbre de la Comunidad de Estados del Sahara y del Sahel. En esta cumbre se anunció la creación de la Gran Muralla Verde, un cinturón arbóreo de 7.000 kilómetros de longitud y 15 de ancho, entre el Océano Atlántico y el Mar Rojo, entre Senegal y Yibuti, un cinturón capaz de detener el avance del desierto que actualmente absorbe 1,5 millones de hectáreas cada año.La desertización es un tema muy serio y a nosotros nos afecta en particular por la posición geográfica de España. Estamos ante las mismas puertas del desierto. Si no tenemos cuidado con el impacto ambiental de nuestras actividades, y la forma en la que las desarrollamos, poco a poco perderemos la cubierta vegetal que aún conservamos, y con ello, habremos perdido todo.Ha pasado mucho tiempo desde la época de Estrabón, el geógrafo grecorromano de quién se dice que aseguraba que una ardilla podía cruzar toda la Península Ibérica saltando de rama en rama, desde Gibraltar hasta los Pirineos. Hoy, 2.000 años después, nuestro paisaje ha cambiado mucho, demasiado. No obstante, la semilla de Wangari Maathai ha germinado a este lado del Mediterráneo. Desde la Fundación Más Árboles, una organización que lleva varios años dedicados a la reforestación, se está impulsando la creación de un corredor ambiental, el Camino de las ardillas, un ancho pasillo verde de árboles autóctonos que realizará el recorrido de aquellas míticas ardillas, siguiendo el trazado de los límites de vertientes fluviales. Este eje norte-sur se complementará con otros transversales, como costillas de una espina dorsal. Entre estos últimos destaca el corredor del Tajo desde Lisboa hasta Albarracín, pasando por todos nuestros pueblos ribereños del Tajo.Esta red de corredores ambientales tienen una importancia fundamental, no solo para la regeneración de suelos y la lucha contra la desertización, sino también para la fauna, al permitir la comunicación entre distintos espacios naturales, con lo que se reducirá considerablemente el riesgo de extinción de numerosas especies, y generará riquezas en las zonas más deprimidas. Recordemos que España es el país de mayor diversidad biológica de Europa. Nuestra responsabilidad es mantener esta inmensa riqueza natural. Seguir con su tarea es el mejor tributo que podemos hacer a esta infatigable luchadora keniata.Cuando plantamos árboles, plantamos semillas para la paz y la esperanza. (Wangari Maathai)
Hoy, los 47 millones de árboles plantados en mucho países de África gracias a su movimiento de Cinturones Verdes están de luto, pero la próxima primavera reverdecerán con más brillo porque les alimentarán su recuerdo y su entrega, junto a los nuevos árboles plantados en el mundo entero por todos aquellos que luchamos por un mundo más justo, más solidario y más verde. Descansa en paz Wangari.
Miguel Herrero Uceda Dr. Ingeniero, naturalista y autor de «El alma de los árboles»
Fuente: Revista Invierno 2011.
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